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Los cavistas podrían perder hasta el 40% de la cosecha de uva si no llueve

La viña apenas empieza a brotar, y parece que podría ser todavía pronto para hacer estimaciones. Pero la realidad es que no llueve y la falta de agua de las dos últimas campañas acabará siendo uno de los principales problemas de la próxima vendimia. Así lo lamentan campesinos, viticultores de todo el país y lo corrobora Joaquim Tosas, presidente de la Asociación de Elaboradores de Cava, AECAVA, que en declaraciones a la ACN da un paso más y se aventura a dar cifras del impacto. Sabe que puede ser demasiado pronto para hacer una previsión ajustada, pero aun así, estiman una pérdida de «entre un 25 y un 40%» en la cosecha de este año respecto a 2022; a pesar de todo, apunta que en las cifras puede haber «matices importantes» en función de la zona y de las variedades.

«Hace años que las cepas pasan sed»

La situación viene siendo difícil para la viña desde hace un par de añadas, a pesar de que curiosamente 2020 se caracterizó precisamente por un exceso de lluvia que llegó a provocar problemas de plagas como el mildiu que también afectaron considerablemente a las plantas. Ahora, pero, «las cepas pasan sed«, lamenta Tosas y las pérdidas podrían venir porque las viñas producirán menos.

«Vemos la situación con preocupación», afirman desde la AECAVA, que no descartan que este verano se tenga que volver a avanzar el calendario de cosecha, que ya fue excepcionalmente temprana en 2022. Tosas anhela un cambio de tiempo que aporte lluvias progresivas “para que la planta pueda absorber el agua despacio” y permitan salvar al máximo las variedades de uva más tardías.

Este año podríamos ver «de las peores vendimias de la historia», dice UP

Josep Marrugat, representando del sector de la viña y el vino de Unió de Pagesos, es más contundente y ya da por hecho que la cosecha será un 40% inferior «si no llueve generosamente» en la próxima quincena y se aventura a hablar de un 80% si realmente no ven ni una gota de agua. «Cada día que pasa, son más pérdidas», añade en declaraciones a la agencia. En este sentido, asegura que hace falta que caigan un mínimo de 100 l/m² antes de que acabe el mes de mayo, «porque la tierra está tan seca que, si no, no servirá de nada». «Estamos en una situación de déficit muy grande de agua, no hay ni una brizna de humedad en la tierra y el aire es muy seco», resalta, temiendo que «a muchas viñas no habrá nada para ir a cosechar». Según Unión de Campesinos, esta podría ser «de las peores vendimias de la historia».

En cuanto al impacto que todo ello puede tener en la producción de cava, UP avisa que las bodegas se resentirán “mucho” porque los últimos tres años se ha reducido considerablemente el sobre stock de vino que se había acumulado. “Ahora la preocupación es poder embotellar”, subraya, mientras apunta, que muchas viñas apenas llegarán a hacer 4.000 kg/hectárea, cuando la explotación prevista tendría que ser de 10.000 kg.

Desde AECAVA, Tosas augura un “impacto fuerte” en la hora de embotellar. Recuerda que las bodegas venían de tener excedentes de vino, pero que estos se han consumido desde el 2020 a raíz de la reducción de la cosecha por la plaga del mildiu, por los dos veranos de sequía de los últimos años y por un auge considerable de las ventas.

Sistemas de riego o gestionar mejor el secano

La situación actual hace que se abre de nuevo el debate sobre la instalación de sistema de riego a la viña. AECAVA pide “cambios normativos” y reclama que se permita «un aprovechamiento del agua más razonable». En la actualidad, según Tosas, el riego a las viñas es un sistema muy residual que se aplica en zonas muy concretas o a determinados cultivos jóvenes. Mientras no haya instalaciones de riego a medio plazo, apunta que este verano muchas fincas necesitarán un apoyo de riego manual.

No comparten opinión desde el sindicato, que se cuestiona si el futuro tiene que pasar para regar las plantas. A pesar de lamentar la “crudeza” de la sequía, Marrugat cree que la apuesta “no tiene que ser transformar los campos de secano en regadío”, y señala las dificultades de riego que ahora hay en el canal de Urgell, por ejemplo. Unión de Campesinos considera que la apuesta tiene que ser “defender el secano y gestionarlo bien para sacar una producción que sea viable para la planta, pero también por el campesino”. Marrugat hace un llamamiento al empresariado a reconsiderar el precio de compra de la materia prima y a aceptar que «cada vez las producciones serán más bajas». «A pesar de menguar, el que importa es que sean viables», concluye.

Plan de choque para compensar la bajada de producción

Para afrontar el futuro a corto y mediano plazo, tanto campesinos como elaboradores piden la colaboración de la Generalitat. En el caso de los viticultores, instan el Departamento de Acción Climática a definir cuanto antes mejor un plano de ayudas que compense la bajada de la producción de este año, “que está afectando toda la agricultura y ganadería”. Marrugat confía que el Gobierno definirá «medidas de choque de aportaciones directas» para compensar unos viticultores “que ya viven muchos endeudados”.

A su vez, la AECAVA apunta hacia la Generalitat para reclamar “medidas estructurales” que permitan paliar la falta de lluvias y “asegurar la viabilidad de las tierras”. Tosas insta a “cambiar el concepto de país”, de forma que se extienda la desalinización de agua del mar y también las ayudas para instalar placas solares. “Tenemos tecnologías suficientes para generar agua que se pueda utilizar a los cultivos, pero hace falta una apuesta firme”, sostiene.

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