“Noche de verano, noche de calor. La hierba se seca, pero yo no. Cuanto más calor hace, mejor me siento”. Así lo expresaba la escritora Joana Raspall en unos versos que capturan con precisión el espíritu veraniego. El verano transforma los días y las noches, lo inunda todo de una luz especial, como si durante unos meses todo fuera un poco más posible, un poco más bello.
El verano es sinónimo de encuentros y celebraciones. Y no hay mejor acompañante para estos momentos que un buen vino que nos refresque, nos sorprenda y nos conecte con el territorio. Por eso, desde Vadevi hemos hablado con Emma Benet, sumiller y fundadora del club DonesVi, para conocer cuáles son las cinco propuestas de vinos catalanes para brindar en las noches de verano.
El Glu Glu: cuando la garnacha se bebe como el agua
Cuando la tarde cae y el calor aún calienta, pocos vinos entran tan bien como el Glu Glu de la bodega La Gutina, en el Empordà. Es un tinto natural, ligero y suculentamente afrutado, elaborado con garnacha y mínima intervención. “A pesar de ser un tinto, entra muy bien al ser muy refrescante. Ideal para beber un poco fresco, a media tarde, o para acompañar platos sencillos”, asegura Benet.
Se trata de un vino espontáneo y pensado para beber sin pensar mucho y compartirlo con risas: “Es afrutado, directo, con una acidez viva y una textura muy agradable”, concluye la sumiller.

Cygnus Brut Rosé: un brindis fino
El Cygnus Brut Rosé, elaborado por la bodega U MES U, es un espumoso ecológico que rompe tópicos. Con garnacha y pinot noir, y una crianza justa, ofrece una burbuja fina y notas de fruta roja muy fresca. “Tiene la burbuja justa y fruta roja que es ideal para refrescarnos en el verano. Perfecto para comenzar un encuentro o para brindar en el verano”, apunta Benet.
Este cava rosado no busca protagonismo, sino armonía. Ideal para inaugurar un encuentro, para un aperitivo o para brindar sin prisas.

Biu de Sort Pinot Noir: la frescura de la altura
Desde el Pallars Sobirà llega este pinot noir que se cultiva a más de 850 metros de altitud. Se trata del Biu de Sort, elaborado por la bodega Batlliu de Sort, que apuesta por la mínima intervención y la expresión de la viña de montaña. El resultado es un tinto suave, con taninos muy domados y una acidez que da vida. “Es delicado y fresco. Me encanta porque viene de viñas de montaña y tiene una acidez muy viva. Es un tinto de verano de verdad, de esos que puedes servir con un toque de frío”, clama la sumiller.

Cérvoles Blanc: estructura sin peso
Cuando el verano nos trae una cena más elaborada, con pescados al horno, quesos cremosos o cocina de producto, se necesita un vino blanco con estructura. El Cérvoles Blanc, de la bodega Cérvoles, es justo eso: un vino con crianza que no pesa.
“Es blanco con crianza, pero no pesa. Tiene estructura, pero también mucha frescura y elegancia. Ideal para cenas de verano un poco más gastronómicas”. Según Benet, es un vino que aporta complejidad y volumen, sin renunciar a la vivacidad.

Primer Rosat d’Avgvstvs Forvm: el todoterreno del verano
El rosado a menudo se ve como una opción informal, pero el Primer Rosat de la bodega Avgvstvs Forvm demuestra que puede ser tanto versátil como gastronómico.
Para Benet lo mejor del vino son sus notas aromáticas a fresas y violetas. Además, “tiene un final seco que me gusta mucho”. “Es elegante y muy versátil, tiene buen cuerpo y puede ser el aliado perfecto para comidas al aire libre, pescados grasos o incluso carnes blancas”, recomienda la sumiller.
Sea como sea, lo más importante del verano sigue siendo compartir. Elegir un vino de la tierra para estos momentos es una manera de mostrar aprecio por nuestro patrimonio y de dar valor a los pequeños detalles que hacen especial cada encuentro.
