Comprar una botella de vino puede parecer sencillo, pero para muchos consumidores es una experiencia llena de dudas. Ante un lineal lleno de etiquetas, variedades, DO’s y precios, es fácil acabar eligiendo al azar o simplemente dejarse llevar por el diseño de la etiqueta. Pero, ¿cómo saber qué vino nos gustará realmente? ¿Cuál nos encajará mejor con la cena que preparamos? Y si queremos hacer un regalo, ¿qué criterio debemos seguir?
Para responder a estas preguntas, desde Vadevi hemos hablado con Pep Solbes, el responsable del Celler Nou de Mataró, una bodega de referencia situada en el corazón de la capital del Maresme. En su establecimiento hay vinos de proximidad y muchas referencias del mundo vitivinícola catalán. Solbes lleva años asesorando a clientes con perfiles muy diversos y nos da unos consejos para aprender a hacernos las preguntas adecuadas antes de elegir un vino.
Conocer nuestro presupuesto
“La primera pregunta que hago siempre es: ¿cuánto te quieres gastar?”, explica Solbes. Sin este filtro, las opciones se multiplican hasta perderse. A partir de un precio orientativo, se puede acotar una selección y hacer recomendaciones realistas y ajustadas a cada bolsillo. “Si no sabes el precio, puedes ir de un lado a otro y no tener referencias claras”, añade.
¿Blanco, tinto o rosado?
Después, llega la clásica elección: blanco, tinto o rosado. Esta elección suele estar condicionada por el gusto personal, pero también por el tipo de plato u ocasión con que se quiera maridar. No es lo mismo buscar un vino para acompañar carne a la brasa que un plato de pescado o un queso curado. “A partir de aquí, pregunto si gustan los sabores primarios o secundarios”, dice.
“Si me dicen que quieren un tinto de Rioja o Ribera del Duero, ya sé que buscan un vino con tempranillo, porque esas denominaciones de origen ya tienen un estilo muy definido”, apunta. Pero, tal como indica, conocer la DO preferida ayuda, pero no es imprescindible. “También podemos descubrir cosas nuevas si la persona se deja aconsejar”, añade.

Tipos de gustos
Los sabores primarios son aquellos que provienen directamente de la uva, frescos y afrutados. Son propios de los vinos jóvenes y ligeros. En cambio, los sabores secundarios surgen del envejecimiento, de la crianza en madera, y aportan matices más complejos como la vainilla, el tostado o el cuero. “Si alguien me dice que quiere madera, ya sé que debe ir hacia un crianza o un reserva”, detalla el bodeguero. También hay opciones intermedias: vinos con breve paso por barrica, de tres o cuatro meses, que conservan el carácter afrutado pero con un toque de madurez.
En este sentido, añade que elegir un vino blanco puede generar confusiones. “Mucha gente no tiene claro qué significa que un vino sea seco o afrutado, y piensan que son contrarios. Pero la mayoría de los blancos son secos y afrutados a la vez”, señala Solbes. Lo que marca la diferencia suele ser la edad del vino y el tipo de uva.
Comprar vino puede ser una experiencia enriquecedora y pueden haber grandes descubrimientos, si nos atrevemos a preguntar, probar y descubrir. “A la hora de encontrar un vino no hay respuestas buenas o malas. El mejor vino es el que te gusta a ti”, concluye el bodeguero.