Un debate existencial de la lingüística es la diferencia sustancial entre el contenido y el continente. En el mundo del vino, sin embargo, este debate está más que superado. El buen contenido sobresale aún más en un buen continente. Es decir, la copa en la que se sirve es un elemento importantísimo. Pero, la clave, siempre, es el vino. Solo en una ocasión, la copa ha superado al vino. La leyenda, incluso, asegura que esta copa otorga la joya de la vida eterna.
Cada Pascua se recupera este mito que ha superado la fe, la literatura e incluso, la locura. Es la historia del Santo Grial, el cáliz de la Última Cena. Una preciosa combinación del evangelio apócrifo de Nicodemo y la magnética historia de José de Arimatea que combina dos de las piezas de la iconografía principal de la Semana Santa como es la Última Cena y la Crucifixión.

San Lucas y la Alianza
En una, como recoge San Lucas en su preciso evangelio, Jesús de Nazaret tomó una copa, dijo la acción de gracias y añadió: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros, porque os aseguro que desde ahora ya no beberé más del fruto de la vid hasta que haya llegado el Reino de Dios». Para añadir, momentos más tarde, la frase que le otorgaría la magia que ha levantado pasiones a lo largo de la historia: «Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre, derramada por vosotros». El cáliz sería el mismo con el que se recogió la sangre que manaba del cuerpo mortificado del profeta.
Con esta historia detrás, quién se resistiría a construir una leyenda inmensa. Un relato que ha alimentado misterios, sectas, óperas, guiones de cine, novelas e incluso acciones diplomáticas de lo que históricamente han sido grandes potencias. De hecho, la base de todo esto es el autor Chrétien de Troyes, del siglo XII, donde con Perceval ya esboza el poder del Grial, hasta la extraordinaria leyenda artúrica con Lanzarote como protagonista. La búsqueda del Grial es el viaje iniciático que ha servido de base, de sofrito principal, de lo que ha sido la cocina de la ficción y de las esperanzas de Occidente.

Hitler y Montserrat
Tanta es su fuerza que, incluso, corrientes de supuestos historiadores han llegado a defender la tesis de que el Grial era una mujer. El recipiente de la vida, la vagina transformada en la copa que prolonga el misticismo de Jesús de Nazaret. Todos cuentan la feria como quieren, pero todos se lo pasan bien imaginando Templarios protegiendo el tesoro mejor guardado de la era cristiana. Cientos de documentales relatan las más enrevesadas teorías sobre su existencia y sus escondites.
Solo hay que recordar que la mano derecha de Adolf Hitler, líder de las SS, Heinrich Himmler visitó el monasterio de Montserrat para llevarse el Grial. Los investigadores nazis aseguraban que los monjes benedictinos lo guardaban en la sierra. Himmler se marchó con el zurrón vacío. En Montserrat tenían muchas cosas, incluso, una Virgen negra y una Escolanía, pero ningún cáliz mitológico. No es la única vez que el Cáliz Sagrado ha ido a parar a los Países Catalanes. Alfonso el Magnánimo, después de varias vicisitudes entre papas, iglesias y monasterios trasladó la supuesta reliquia, en 1424, al Palacio Real de Valencia, donde ahora duerme el sueño de los justos.
Indiana Jones o los Monty Python
Pero, el Santo Grial no tiene una historia tan dura, si se quiere. Los últimos cuarenta años ha dado mucho de sí. La búsqueda del Grial fue el eje central de la famosa novela de Dan Brown, «El Código Da Vinci» basado en la obra «El Enigma Sagrado» de Henry Lincoln, Michael Baigent y Richard Leigh; la película «La Búsqueda» con un Nicolas Cage desesperado en la búsqueda, o la ópera Parsifal de Wagner o la memorable Monty Python and the Holy Grail. Tendríamos para dar y tomar.
Pero seguramente, uno de los iconos de convertir el Cáliz en un recuerdo eterno fue la tercera entrega de las aventuras de Indiana Jones. «La última cruzada» la titularon con un espectacular Sean Connery haciendo de padre del arqueólogo e interpretando a un brutal especialista en la materia. Tanto el profesor Jones como su hijo, Indiana, muestran un respeto sepulcral por Marcus Brody, su protector universitario, quien define el Grial como «lo que tenemos de divino en todos nosotros». En cambio, Indiana, la define como la copa de un carpintero. Sea como sea, la copa es importante, de acuerdo, pero se convirtió en reliquia cuando la llenaron con un vino más que excelso, divino.