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La vendimia: huella de experiencias, recuerdos e innovaciones

La vendimia es uno de los momentos más intensos del año para el mundo del vino. El esfuerzo de semanas se concentra en unos días frenéticos, llenos de estrés, pero también de magia, en los que se recoge el fruto de una temporada entera. Sin embargo, la vendimia no solo deja vinos: deja recuerdos, experiencias compartidas e incluso comidas que se han arraigado en la memoria colectiva.

En el Celler Entre Vinyes, situado en un entorno bucólico de terrazas con viñedos y olivos, vivir este proceso significa mucho más que recoger uva. Su responsable, Josep Tort, lo describe así, en Vadevi: “Se trata de días que se viven con mucho estrés, pero también con mucha conexión con la familia. Se vive intensamente el viñedo y la bodega. Todo el mundo se involucra y, incluso, en los momentos de ocio ocurren cosas mágicas, como que la bodega quede impregnada de ese espíritu compartido”. Esta convivencia intensa convierte la vendimia en una experiencia que perdura más allá del tiempo de cosecha.

Cuando la cosecha se convierte en fiesta familiar

La dimensión colectiva también está muy presente en el Celler Mas Vicenç, un proyecto familiar arraigado a la tradición masovera y rodeado de viñedos propios con personalidades diversas. Para ellos, la vendimia se ha transformado en una fiesta abierta a todos. Como explica Ferré, en Vadevi: «Hemos hecho la fiesta de la vendimia para familias en la bodega, donde cada grupo iba a recoger una ladera de cariñena y llenaba una caja de uvas. Participaron unas 140 personas, y después hacemos que este vino fermente. Al cabo de seis meses, cada familia viene a buscar su botella personalizada”. Además, la actividad se acompaña de un desayuno de vendimiador y de un concurso de cata con porrón, además de catas de vinos. La experiencia no solo enseña a amar el vino, sino que crea vínculos y recuerdos en común. Incluso las escuelas, como el colegio Sant Ramon, participan para pisar mosto y descubrir el proceso.

Panorámica de viñedos de Mas Vicenç, DO Tarragona | celler

Estas vivencias muestran cómo la vendimia ha dejado de ser un simple momento agrícola para convertirse en una celebración cultural y pedagógica, capaz de unir generaciones y de transmitir valores. Pero la huella de la vendimia va más allá de las bodegas y llega hasta la cocina popular y las tradiciones gastronómicas.

Sabores de la vendimia

Uno de los ejemplos más sencillos e ingeniosos es el pan con ajo y uva, una combinación que refleja la sabiduría campesina. El pan frotado con ajo y rociado con aceite de oliva crudo, completado con la dulzura de la uva recién cosechada, creaba un contraste de sabores único y nutritivo. Era un desayuno o merienda económico y fácil de preparar que unía dos productos esenciales de la dieta mediterránea. Aún hoy, recuperar este gesto significa volver al corazón de la vendimia y a las costumbres más arraigadas.

También la mezcla, bautizada por el folclorista Felip Vendrell como el “cóctel autóctono”, es parte inseparable de este universo. Esta bebida, elaborada con vino dulce -moscatel, mistela o vino de misa- y aguardiente o anís, era la compañera inseparable de los campesinos y arrieros que, de madrugada, debían enfrentar el frío y el trabajo duro. Con el tiempo, cada pueblo ha creado su propia fórmula, convirtiendo la mezcla en una tradición líquida de la vendimia.

Hoy, estas costumbres conviven con iniciativas más recientes, como las fiestas abiertas a las familias o las actividades educativas para escuelas. Pero todas comparten la misma esencia: la vendimia como experiencia colectiva, capaz de dejar una huella que combina esfuerzo, alegría e identidad.

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