Esta semana se celebró en el Palacio de Pedralbes de Barcelona lo solemne acto de entrega de distinciones por los nuevos Vinos de Finca Cualificada. Esta distinción supone el más alto reconocimiento que el gobierno de la Generalitat de Cataluña puede otorgar a un vino. Los requisitos para poder optar son muy exigentes y restrictivos y están regulados por el artículo 2 q) de la Ley 15/2002, de 27 de junio, de ordenación vitivinícola (DOGC n.º 3673, de 9/7/2002).
Oficialmente, un Vino de Finca Cualificada es un vino que dentro de una denominación de origen está producido en un entorno determinado, de una extensión inferior a la de un término municipal, con características propias, el nombre del cual está notoriamente ligado a las viñas de las cuales se obtienen vinos con características cualitativas espaciales, y tiene que contar con el informe previo favorable del consejo regulador correspondiente. Si tenéis curiosidad para saber los requisitos que tiene que satisfacer un vino para poder optar a este reconocimiento, los podéis ver en la página web de la INCAVI.
El reconocimiento de Vino de Finca Cualificada va ligado a la singularidad de la finca donde se cultivan los racimos y a la trayectoria de prestigio y calidad en el mercado de la bodega elaboradora, que no puede ser inferior de 10 años. Por lo tanto, en esencia, este reconocimiento está por encima de cualquier premio que el vino pueda obtener, puesto que en el caso de los galardones, siempre están ligados a una añada concreta del vino.
«¿Ser VFQ, sirve de algo?», se pregunta un distribuidor
Dicho todo esto, mi pregunta es: ¿la distinción de Vino de Finca Cualificada tiene el reconocimiento que se merece dentro de los diferentes eslabones de la cadena de valor del sector del vino: distribuidores, detallistas y consumidores?
En el acto de entrega de estas distinciones del año pasado, el 2022, uno de los más importantes distribuidores y detallistas de vinos de Cataluña, presente al acto, no conocía la distinción y preguntaba a las bodegas que en aquellos momentos tenían un vino distinguido si ser Vino de Finca Cualificada los servía de algo.
Preguntados por mi parte a los elaboradores el impacto comercial de la distinción, la respuesta recibida siempre ha sido la política, que todo ayuda. Esta semana he estado visitando algunas de las tiendas de vinos más importantes de Barcelona y también de fuera de la capital y estos vinos, si es que los tenían, estaban difuminados en medio de todo el resto de referencias de sus denominaciones de origen.
Y, ¿el consumidor? Me atrevería a decir que una inmensa mayoría de los consumidores no tienen ni idea del que son y posiblemente los más aficionados quizás saben que es un Vino de Finca Cualificada, más por sentido común que por conocimiento real, pero también me jugaría un guisante que los costaría decir más de tres o cuatro.
Reconociendo el poco rigor científico de mi pequeña investigación y aceptando por adelantado todas las críticas que se le puedan hacer, vuelvo a la raíz de mi tesis, creo que el conocimiento y, por lo tanto, también el reconocimiento de los Vinos de Finca Cualificada no tienen, como mínimo fuera del universo del sector (la gente que nos dedicamos en el mundo del vino), el eco que tendrían que tener.
Una vez hecho el trabajo pesado de crear la distinción, ahora creo que tocaría, si realmente se cree, que la administración, que es quien lo tiene que hacer, haga la comunicación porque el conocimiento de que son y qué son estos vinos también llegue de manera efectiva a la distribución, los detallistas y sobre todo al consumidor final, que no olvidamos, es quien compra los vinos.