Sant Mateu es un lugar estimado por los vecinos de los municipios del Bajo Maresme. Es la montaña más alta de la zona y está coronada por una bonita ermita del siglo X. Bien cerca se encuentra también una fuente con el mismo nombre. Y a su lado, Can Riera, una casa solariega construida en el siglo XVII y que cuenta con una fachada con unas formas muy características. Justo delante yace una espectacular viña de 2 hectáreas con un 80% de pasa blanca y un 20% de parellada.
Leles Galán (Sevilla, 1979) ejerce de masovera en Can Riera. Vive y cuida de la viña y sus frutos desde el año 2022. Leles es una persona alegre y risueña; a pesar de que no hace muchos años que está en el mundo del vino, su simpatía le ha abierto mil puertas y se ha convertido en personaje reconocido entre el sector de los vinos naturales. Estos días se encuentra en plena preparación de la vendimia (y todo el trabajo que va detrás). Será su tercera vendimia y los vinos que saldrán lo harán bajo su marca, Tierra Buxena. Terre Buxena quiere decir
La amenaza de los animales
Para salir adelante su proyecto, Leles ha tenido que hacer frente a la amenaza de los animales. Can Riera está en medio de la naturaleza, dentro del Parque de la Cordillera Litoral. Las bestias se mueven como en casa (de hecho, están en su casa) y la uva es una fuente de alimento (y de líquido en tiempo de sequía) de fácil acceso. El año 2022 el jabalí se le comió casi el 100% de la producción de uva. La instalación de vallas para cerrar el paso de jabalíes y corzos y el uso de mallas agrícolas para protegerse de los pájaros han supuesto una buena solución.
Tierra Buxena se producen en Can Riera. La añada 2023 la elaboró a las instalaciones de Vallalta Vinícola, pero durante el último año ha condicionado la bodega de Can Riera para poder volver a hacer los vinos a tocar de la viña donde nacen. La mayor parte de los productos de la bodega están hechos con pansa y parellada de la finca, pero “a mí me gusta mucho jugar y hacer experimentos, así que he hecho varias pruebas con racimos de otras variedades, siempre de este territorio y cultivados por amigos”. Así, acaba de embotellar un clarete de 2023 que verá la luz pronto y que tiene el divertidísimo nombre de Picnic. “Garnacha tinta, parellada y pansa embotellado en una botella de gaseosa”, explica.
Ahora mismo tiene a la venta un par de ancestrales del 2022 y cuatro vinos de 2023. Y ha depositado mucha ilusión en la añada 2024: «cada vez sabemos algo más, la viña está mejor protegida de los ataques de animales y también he podido tener buena cura de la sanidad de la uva. Este año, aparte del vino de finca (pasa y parellada) y un ancestral de pansa, tengo idea de hacer una parellada brisada y una pansa brisada que combine madera y inox», explica.
Basta de escucharla hablar para que sus vinos ya resulten interesantes.