Recuerdo perfectamente cuando en 2021, en el decurso de una visita a la bodega Albet y Noya, llegados a unas parcelas de viña de xarel·lo situadas a las Montañas de Ordal, rodeadas de bosques que creaban un anfiteatro natural, a 385 metros sobre el nivel del mar y orientadas en el sur, la querida Nuria Martí nos explicó que de aquel lugar denominado el Corral Cremat, Josep Maria Albet había decidido hacer un vino espumoso para celebrar su próxima jubilación. Había elegido aquel lugar por ser un terreno mucho calcáreo, poco profundo y de baja insolación, lo cual mujer una maduración de la uva muy lenta y una acidez elevada, todo ello muy idóneo para hacer espumosos de larga crianza.
En medio de bromas y comentarios, sacó de una nevera portátil una botella, en aquel momento sin etiqueta ni cabe otro elemento de
Estábamos probando una de las botellas de la primera añada del Corral Cremat, la 2011, un espumoso Clásico Penedès que Josep Maria Albet había decidido crear justo diez años antes de que lo estuviéramos disfrutando. Aquel día lo descubrimos y lo disfrutamos, pero no nos dejaron que publicáramos nada de él. Internamente, sabíamos que aquel espumoso llegaría muy lejos, tan lejos que en la edición del 2023 de los Premios Vinari, la segunda añada del Corral Cremat, la 2012, fue proclamada como el Mejor Vino Espumoso de Cataluña. El Corral Cremat 2012 es un producto elaborado al 100% con racimos de xarel·lo provenientes de estas parcelas y una vez hecha la segunda fermentación a la botella se le ha dado una crianza en rima de 10 años. Es un Brut, con un azúcar residual de 2,9 gr/l.

Notas de cata
Probado con una copa Riedel Veritas
La entrada en boca es voluminosa, con un carbónico todavía presente que mima la lengua mientras se va fundiendo, dejando una textura cremosa que se combina con la frescura que le aporta una acidez muy viva, testigo de la vida que todavía le queda por delante. Es esta acidez la que guía el vino en su paso de boca, sedoso y refrescante, donde se enfatizan los aromas que encontrábamos en nariz, la confitura de melocotón, ahora en primer término y en segundo plan las notas terciarias de la larga crianza. Al llegar al final de boca muestra unas delicadas notas amargas que, junto con el punto amable de su carácter brut, lo hacen muy y muy goloso. Por vía retronasal llegan las notas balsámicas, de sotobosque mediterráneo.
Es intenso, complejo y extraordinario que hará las delicias de los amantes de las largas crianzas. Mucho versátil gastronómicamente, tiene capacidad para acompañar con solvencia los platos más tradicionales de la cocina catalana, como todo tipo de asados y guisos de aves y becerra, pero también es sublime con peces y sobre todo con mariscos, especialmente las ostras.