Este pasado 5 de abril el Registro de Variedades Comerciales del Estado ha incorporado oficialmente nuevas variedades de uva, algunas de ellas a petición de una bodega del Penedès. Albet y Noya celebraba después de unos años de haber iniciado el proceso como dos de las variedades que ha recuperado y microvinificado a lo largo de varias añadas, han conseguido entrar definitivamente al registro comercial.
Las variedades son marina rion y balat
Josep Maria Albet, propietario de la bodega de la región del Penedès, explica que hasta ahora tenía pocas plantas de Marina Rion y de Balat y que solo hacían una vinificación experimental, pero ahora, la reciente aprobación les permitirá ampliar la plantación. De hecho, y así lo comparte con Vadevi, tiene previsto plantar hasta cuatro hectáreas con cada variedad e incluso, valora la posibilidad de injertar algunas cepas para poder vinificarlas en el menor tiempo posible. Sumado a todo ello, explica, algunos viticultores del territorio ya han mostrado interés y han pedido madera para plantar y contribuir a expandir la producción de vinos elaborados con estas variedades.
«Son dos variedades muy interesantes, rústicas y buenas», apunta Albet. Y las describe con conocimiento de causa de quien hace tiempo que las trabaja. «Marina Rion (blanca) da un vino muy fresco, afrutado que cuando envejece aporta un perfil de petróleo que nos hace pensar con el riesling», describe. Además, dice, tiene unas particularidades que la significan ya desde la viña, puesto que se puede cosechar fácilmente con las manos y tiene una pulpa casi transparente. «Es muy productiva y muy buena de trabajar», añadirá el enólogo. «No tenemos nada igual en el Penedès».
La Balat (negra), por su parte, la asimila a «una pinot noir mediterránea o a un sumoll domesticado». Tiene un perfil de color que en este caso recordaría al taladrado, y una «estructura tánica muy suave, muy redonda». Un vino «de perfil fresco», dice Albet. De hecho, en la actualidad tienen al mercado la añada 2013 de una pequeña vinificación de la cual, desde la página web de la bodega, describen como «de estilo borgoñón hecho y creado en el Mediterráneo de una variedad recuperada que durante muchos años restó escondida bajo el velo de la historia».
Variedades silvestres recuperadas de alta resistencia
Ambas variedades fueron localizadas en un entorno silvestre, en viñas que estaban abandonadas. «No podemos decir que sean variedades resistentes como las que estudiamos con el proyecto VRIAACC, pero han demostrado cierta resistencia por el simple hecho de haber sobrevivido a pesar de estar abandonadas», comparte Josep M. Albet.
El responsable de la bodega Albet y Noya recuerda que durante catorce años se dedicaron a buscar variedades silvestres y el tiempo de estudio los enseñó que en la mayor parte de los casos, cuando la cepa se introducía en un marco de plantación normal, crecían mucho más y acontecían sensibles a los hongos, como el resto de variedades tradicionales -que no se han demostrado resistentes-. Entre ellas, estaban la Marina rion y la Balat que se han mantenido entre las variedades trabajadas a la bodega de Ordal y ahora ya están oficialmente autorizadas.
Un proceso que pasa por Madrid
«Cualquier persona interesada en la inscripción de una variedad convencional, modificada genéticamente o de conservación (variedades locales o autóctonas), tendrá que presentar una solicitud dirigida al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que lo hará llegar a la entidad territorial competente para estudiar la forma». Así lo establece el Estado, que es quien finalmente autoriza la plantación y vinificación de una variedad. En esta reciente actualización, y acompañando la Balat y la Marina Rion también se ha autorizado la Carmoli, Itumseventeen, Musa, Quipar y la Churra.
En Cataluña, en la actualidad, hay unas sesenta variedades que se pueden plantar y vinificar y que han entrado al registro a petición de la INCAVI o de bodegas como el mismo Albet y Noya o Familia Torres.
