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El vino de la Pasión o la reproducción de lo que se bebió en la última cena

La Pasión de Vilalba dels Arcs, en la comarca de Terra Alta, es una de las representaciones de los últimos días de la vida de Jesucristo que se hace en Cataluña durante los días de Semana Santa, con la peculiaridad que es una obra de teatro en la calle y de acceso libre. Es de larga tradición en el municipio, y atrae público de las comarcas vecinas, pero también otros puntos de territorio catalán. Coincidiendo con la efeméride, se organizan también un abanico de actividades paralelas que complementan la oferta, entre las cuales, una donde el vino toma especial protagonismo.

Un vino con hierbas, miel y de alta graduación

No es un vino cualquiera, sino el vino que podrían estar bebiendo los romanos ahora hace 2.000 años. El vino de la Pasión está elaborado cada año por varias bodegas de este municipio inspirándose en el producto que se podía producir en aquel contexto. «Excepto por la variedad, que no podemos garantizar que fuera garnacha blanca -y que es la variedad con la cual se elabora hoy en día-, tenemos claro que se trata de una reproducción muy fiel del que se estaría bebiendo entonces», valora Antoni Cutrona, director de la Escuela Agraria de Gandesa y uno de los miembros activos del proyecto. Todo el proceso de elaboración es artesanal, desde la vendimia hasta los trasvases y el almacenamiento en unas ánforas de barro.

«Se cosecha a mano, se macera y fermenta como si fuera un vino brisado», explica Rosa Domènech, de la bodega Xavier Clua, y miembro del Patronato de la Pasión de Vilalba dels Arcs. Antes, pero, chafan la uva los niños de la escuela, «así implicamos a los más pequeños del pueblo en un proyecto tan singular», compate la enóloga y viticultora. Una vez fermentado, se deja reposar en ánforas dentro de la cripta de la Cofradía de la Virgen María de Gracia, lugar sagrado de donde se recupera el Sábado Santo, pocas horas antes de abrir las ánforas para conocer cómo será, aquel año, el vino de la Pasión. «Lleva hierbas, y mucha miel«, describen Domènech y Cutrona.

De hecho, detalla el director del centro, después de mucha investigación, «pensamos que muy bien podía incorporar tomillo, un gran desinfectante, miel, un alimento que no caduca y que, por lo tanto, hace de conservante, y alcohol, otro conservante natural». Cada año, explica Cutrona, hay alguna variante, pero siempre da como resultado «un vino auténtico, que huele a Semana Santa, que recuerda el tomillo del Via crucis y la miel de los campos floridos. Un vino que hace primavera«.

Desde la organización apuntan que bien podría ser el vino que se sirvió a los apóstoles durante la última cena.

La cata de la Pasión de ediciones anteriores | Web del Patronato de La Pasión

Una cata a ciegas, y con premio

Cada año, pues, coincidiendo con Sábado Santo, se destapa y prueba por primera vez el vino de la Pasión, después de unos meses de reposo y haciendo crianza en las ánforas. Este año, la cita en el calendario no cambia, y la convocatoria será a las 11:00 h de la mañana al bar Ruiseñor, pero sí que varía el formato de la actividad con la incorporación de un atractivo más a la jornada. Este año estrenan un concurso, por parejas, que pedirá acertar varios vinos en ciegas, a través de elementos como:

  • Variedad de Uva
  • Añada
  • Nombre de la bodega
  • Nombre del vino
  • Tipo de vino (joven, crianza, dulce…)

Entre los vinos participantes, productos elaborados por las bodegas de Vilalba dels Arcs que forman parte de la DO Terra Alta como Xavier Clua, Vins del Tros, Covilalba/ Cellers Unió, Ecovitres, Bernaví y Bielsa Ruano. Para participar, hay que llenar un formulario que se puede encontrar en la página web de la entidad; y la pareja ganadora se llevará un fin de semana a los alojamientos rural Casa Solé, premio patrocinado por la Asociación de Turismo Rural de la Terra Alta (ATRTA).

«La idea es promocionar lo vino de Vilalba en el pueblo, pero también fuera del municipio y de la comarca, remacha Cutrona, que hará de juez de este concurso, a partir de una actividad que permitirá acercar la gente al vino de una manera divertida». Hablar de producto, de tradición y dar a conocer la historia vitivinícola de un pueblo especialmente conocido por sus garnachas blancas. «Ahora el vino se hace con garnacha, pero es imposible saber en qué variedad debían de hacerlo los romanos, en aquella época. De hecho, pensándolo bien -dirá-, podría ser perfectamente de morenillo«, dice refiriéndose a otra variedad histórica y local de la comarca. «Quien no se lo crea, que me demuestre el contrario», acaba riendo.

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