Hoy viernes, 22 de septiembre, se vivirá una experiencia gastronómica dulce, en todos los sentidos de la palabra, en Cornudella de Montsant. La convocatoria la hace AOC Colliure y Banyuls, y consistirá en una cena maridaje entre la cocina del chef Rafel Muria, del restaurante Quatre Molins, y varias añadas de vino dulce natural de esta reputada región vinícola de la Catalunya Nord.
lgor Akhiridinov es director del Consejo regulador de las AOC Collioure y Banyuls desde hace un par de años y atiende Vadevi unas horas antes de la cita para compartir el motivo del encuentro en una conversación que pronto deriva hacia un paseo por su región de origen. «Queremos reforzar la conexión con la Cataluña del sur, tenemos mucho en común y sabemos que de esta alianza solo pueden salir cosas buenas», apunta. De hecho, esta acción al Priorat es la primera de muchas que planean hacer a partir de ahora, porque entienden que hay muchas posibilidades para crear red y sobre todo para dar a conocer sus vinos entre el público sur-catalán. «Personalmente, tengo muchas ganas de desarrollar esta cooperación entre las dos

Akhiridinov detalla que desde que ha entrado al consejo regulador han sido muchas las acciones que llevan a cabo para hacer más visible la producción de vinos de Banyuls y Colliure. «Tenemos la fiesta de la vendimia, un paseo gastronómico entre viñedos y un pequeño salón donde invitamos todos los elaboradores a presentar las nuevas añadas y la gama completa de sus vinos», comparte. Y, ahora, suman esta mirada más allá de su propio territorio porque quieren explorar y dar a conocer «que a Banyuls nacen vinos de prestigio, vinos que han vivido su esplendor en el siglo XIX y que son testigo líquido de la historia de nuestro territorio».
El director continúa describiéndolos. «Hacemos productos muy especiales, que se identifican por un perfecto equilibrio entre la acidez y el azúcar, por la singularidad que le otorga precisamente en su riqueza y diversidad». Explica, además, que a pesar de que se hable genéricamente de vino dulce, hay una gran variedad de productos según elaboración, sea oxidativa, reductiva o con más o menos crianza. Y destaca los Grand Cru, que son los vinos que se obtienen de parcelas determinadas y que hacen crianza mínima en barricas de madera.
En la región, describe, hay entre 700 y 800 viticultores que trabajan borde 1.300 hectáreas de viña, y hay una quincuagésima de bodegas elaboradoras, tres de los cuales son cooperativas. «Somos una tierra ligada con el vino, pero históricamente el que nos define es la cultura de la doble actividad, explica, es decir, hay muchas personas que tienen cura de la tierra de los padres, abuelos…, pero lo compatibilizan con su propia actividad profesional».

Se está perdiendo el consumo de vino dulce
«En la Catalunya Nord también se ha perdido el consumo habitual de vino dulce», apunta el director, y saben que «nunca conseguiremos repetir las ventas del siglo pasado», que es cuando se han registrado las mejores cifras hasta el momento. Aun así, se muestran optimistas ante nuevas oportunidades, que más allá de abrirse a nuevos mercados, implica ampliar los momentos de consumo. «Está bien que lo tengamos presente para los postres, que acompañen aperitivos, pero pensamos que los vinos dulces son grandes compañeros de quesos y otros tipos de productos gastronómicos, son muy versátiles y tendrían que poder acompañar comidas enteras», matiza, haciendo una selección cuidadosa del menú.
Los vinos dulces de la costa roja son quizás los más conocidos de la región, pero representan solo una tercera parte de la producción vinícola del territorio (tienen una producción que ronda los veintidós mil hectolitros anuales, de los cuales, unos ocho mil son destinados a dulces). También son, y así se reivindican, tierra de vinos secos, de blancos y negros, que elaboran a partir de variedades locales como la garnacha blanca, roja y tinta, o también el macabeo, la cariñena y el monestrell.

Uno enamorado de Cataluña
lgor Akhiridinov es de origen ruso y llegó a Francia con 22 años para estudiar un máster. «No tenía conexión con la viña, pero me gustaba mucho», recuerda y después de unos años trabajando en el sector de la banca a París, decidió hacer un cambio de rumbo y, desde Ceret, vincularse con la producción vitivinícola de la región de Banyuls y Colliure. «Soy un enamorado de Cataluña», reconoce, y de aquí que pronto empezara a estudiar catalán y a profundizar en el conocimiento de la producción de vinos a la Catalunya Nord, y ahora…, la del sur.
