La finca tiene una docena de hectáreas y está al término municipal de Gandesa (Terra Alta), de camino a Vilalba dels Arcs. Es propiedad de la IRTA, el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias de la Generalitat, y a pesar de que durante años la entidad ha sido llevando a cabo varios proyectos de investigación, algunos de ellos en colaboración con INCAVI, ahora se ha optado para que su gestión cambie de manos: la explotación queda en adelante en manos de la Escuela de Capacitación Agraria de la capital terraltina.

El investigador especialista y delegado institucional en las Terres del Ebre, José Miguel Campos, comparte con Vadevi que hasta ahora se ha estado ejecutando varios tipos de actividades (estudio de adaptación de variedades, evaluaciones del comportamiento de cultivos…), pero los proyectos que tenían activos se han ido finalizando. «Nosotros no llevamos el día a día de fincas, las trabajamos con objetivos concretos de investigación, a través de proyectos que tienen un inicio y un final, una duración determinada», detalla. Por eso, han acordado que para seguir dando valor al terreno ha llegado el momento de traspasar las riendas. «Se han valorado varias opciones, y finalmente se ha decidido pasarle la explotación a la Escuela, de entidad pública a entidad pública, quien además le sabrá sacar el mejor provecho a través de la formación», explica.
La finca tiene diversidad de cultivos, hay un 40% de viña y un 40% de almendros, y el resto se divide en pequeñas parcelas de árboles frutales y olivos. «Tiene mucho interés», insiste Campos; y así lo corrobora el director del EAG, Antoni Cutrona, quien coge el relevo con satisfacción.
Poner en prácticas el aprendizaje
«La finca permitirá a los alumnos de la Escuela tener más espacios donde aplicar los conocimientos y hacer las prácticas», señala Cutrona. Hasta ahora, ya lo hacían en otras pequeñas parcelas y ahora suman esta extensión que los permitirá poner en práctica las diversas disciplinas que se imparten en el centro. Además de poder hacer vino, o aceite, Cutrona avanza que también se plantean tener una colección de variedades del territorio, como la morenillo o la garnacha peluda, y también de la posibilidad de plantar macabeo, que en la actualidad no hay ni una planta. De hecho, la mayor parte de las viñas son de garnacha blanca y garnacha tinta. El INCAVI seguirá trabajando, confirma el director, con varios proyectos como el que está estudiando comportamientos de varios clones de garnacha blanca.
Y teniendo en cuenta que la finca es muy grande, y que el centro quizás no necesitará todo su fruto, también abren las puertas a ofrecerla para colaboraciones puntuales, una de las cuales, sería con la Cooperativa Gandesa, a quien llevarán la uva que no pida el proyecto formativo. «Somos socios de la entidad, así que la idea es poder colaborar también con la cooperativa», detalla Cutrona.

Acuerdo de colaboración Escuela y Cooperativa de Gandesa
La nueva gestión de la finca se podría sellar con una nueva alianza, que permitiría manufacturar a través de la Cooperativa de Gandesa parte de la producción que no sea necesaria para la formación de los alumnos que se están formando en técnico/a en aceites de oliva y vinos (grado mediano) o en técnico/a superior en vitivinicultura (grado superior).
«La colaboración se materializa en el hecho que la Escuela podrá entrar a la cooperativa, el fruto que no destine a finalidades formativas«, apunta el presidente de la Bodega, Pere Bové, a Vadevi. «Es muy importante que colaboremos entre entidades que defendamos la Terra Alta», añade, incluso, dirá, «sería interesante que se vinculara la Denominación de Origen», dice quien apenas ha sido elegido presidente de la nueva etapa de la DO. Y lo matiza. «Seguro que sería positivo conocer y compartir con otras bodegas del territorio todas las buenas prácticas que se puedan generar», concluye Bové.
