Barcelona hierve de actividad vitivinícola estos primeros días de febrero. El pasado viernes arrancaba el programa de actividades complementarias de la
Habla Marta Puparelli, impulsora del acontecimiento junto con en Marc Lecha. «Es un espacio donde pequeños proyectos encuentran su espacio para exponer, para darse a conocer a un público mayoritariamente profesional«, comparte con Vadevi. La idea, de entrada, era reunir una docena de proyectos. Y finalmente han multiplicado las expectativas y han reunido hasta cuarenta.
Más allá del vino
Le llaman Liquid Vins porque no solo es una feria de producto vinícola. «En la mesa no solo bebemos vino», dice la responsable de la cita. Los viticultores o productores de vino comparten estand con Cafés el Magnífico (té y café), Sans & Sans (té), Ama Brewery (kombucha), Chá Camélia (kombucha), y sin complejos suman cerveza, sidra y sake de Cyclic Beer Farm y Serpientes y Salvioni & Alomar. Y todo ello, insiste Puparelli, «se prueba en una buena copa, que es básico para apreciar mejor el contenido», incluso el té y el café. Los expositores han venido de varias regiones catalanas, españolas, italianas, francesas y portuguesas.
El espacio invita no solo a probar producto, sino que tiene la voluntad de facilitar el contacto y la interacción con la persona que lo ha pensado y concebido. De hecho, este año la oferta se ha centrado en expositores y producto, pero los organizadores tienen en mente incorporar también alguna charla o debate que pueda completar la oferta del programa e incluso, algo sólida. «Este año nos habíamos planteado compartir miradas e inquietudes sobre la falta de agua, columna vertebral de todos quienes estamos aquí», pero varios factores han llevado la idea al cajón de las próximas ediciones, porque eso sí que lo tienen claro, repetirán: han venido para quedarse, y además, abiertos a la idea de incorporar nuevas bodegas y crecer también en muestra expositora.
«Hay quien nos ha criticado para hacer coincidir Liquid Vins con otras citas vinícolas en Barcelona», dice en relación con la BWW y

Pequeños productores, estilos similares
Liquid Vins ha reunido unas cuarenta bodegas, como decíamos, de varios puntos de la geografía vitivinícola actual. Desde Cataluña, Christian Barbier y Gisela Navarro han presentado su proyecto más personal, «un vino de uva«, dirá el viticultor, orgulloso de presentar su manera de entender la tierra que conoce y trabaja desde hace años en el Priorat.

Desde Rías Baixas, un vino tinto rompedor. No tanto por la elaboración, como por el hecho de salir de los icónicos blancos de albarinho por los cuales es especialmente conocida la región. Este proyecto lo inició en 2016 Joaquín Álvarez, Quín, conocido precisamente por haber recuperado la variedad negra Castañal. «Conozco los organizadores y no nos hemos pensado dos veces venir a la feria», comparte mientras sirve uno de los icónicos vinos de Teimosía.

Hace años que embotella trocitos de paisaje de la Terra Alta. Òscar Navàs, desde su proyecto La Furtiva, llevaba a la feria productos hechos a partir de variedades icónicas del territorio, como la garnatxa blanca, el macabeo (Vino de Vila) y la peluda. «Vinos mediterráneos», comparte, que representan su mirada más sincera y actual hacia el producto. «Los vinos que tengo ahora al mercado son la consagración de mi estilo».

Vienen de La Toscana. Ilusionados, también, para dar a conocer su producto que hacen a partir de la variedad internacional sirà. «Nos estrenamos en una feria en que percibo una fantástica energía, el año que viene volveremos», comparte su responsable.

Imma Soler es el alma de Mas de la Pansa, un proyecto con personalidad de La Conca de Barberà. Se ha sumado a la feria con ganas de dar a conocer los productos que embotella, entre los cuales, el resultado de vinificar el trepat, variedad insignia de la región, y siguiendo un trabajo de selección grano a grano que da como resultado un producto singular, redondo, de gran complejidad y con gran capacidad de envejecimiento.