Forma parte de su plan de gestión del agua, enmarcado en el programa de sostenibilidad ambiental
De hecho, según fuentes internas, la bodega ya recoge prácticamente la totalidad del agua de lluvia de los tejados de sus instalaciones de Pacs, y estudia aumentar la capacidad de retención de agua recogiendo también la de los márgenes. Además, cuenta con unas 45 balsas en fincas de Cataluña que suman una capacidad total de almacenamiento de agua de 122.000 m³. Estas actuaciones, junto con otras medidas para mejorar la eficiencia del uso del agua en diferentes procesos productivos de la bodega, han permitido, dirá la marca, «reducir -desde 2016- el consumo hídrico a sus instalaciones en un 18%«, una cifra que esperan aumentar en los próximos años.
Riego de apoyo a todas las viñas y una inversión de 5 millones de euros
Estos esfuerzos de regeneración y retención del agua responden a la necesidad de instalar riego de apoyo en sus viñas de Cataluña «para preservar la calidad de la uva y asegurar la supervivencia de las viñas» ante un clima cada vez más árido. En su caso, los datos avalan que cerca de un tercio de las viñas propias, unas 300 hectáreas, ya cuentan con riego por goteo, y está previsto ampliar la superficie de riego hasta las 600 hectáreas en los próximos tres años, con una inversión que superará los cinco millones de euros. Torres ha optado en la mayoría de los casos por un sistema de riego enterrado para evitar pérdidas por evaporación y aplica medidas para maximizar la eficiencia del riego, como la activación en horas nocturnas, sondas de humedad y sensores vegetales y estrategias de cultivo que permiten retener mejor el agua o reducir el estrés hídrico.

Nuevas medidas, como embotellar a destino
Otro de los pilares de la marca tiene que ver con la reducción de emisiones de CO₂. En el último balance auditado (correspondiente a Miguel Torres S.A.), la bodega comparte haber reducido un 37% sus emisiones de CO₂ por botella de 2008 a 2023 en los alcances 1, 2 y 3, es decir, desde la viña hasta el consumidor. Si solo se contabilizan las emisiones directas (alcance 1 y 2), esta reducción logra el 50%. Son cifras, según la marca, que mejoran porcentajes del año anterior, a pesar de -lamentan- que se ha visto frenado por la situación de extrema sequía y la consiguiente bajada de la producción el 2023.
Detallan las medidas que más han contribuido a la reducción de la huella de carbono, que han estado sobre todo la autogeneración de energías renovables, la reducción del peso de las botellas y la reducción del uso de fertilizantes gracias a la implementación de la viticultura regenerativa. También se han ampliado medidas relacionadas con la movilidad sostenible y la captura y reutilización de CO₂ de la fermentación del vino. El objetivo de la bodega es reducir las emisiones de CO₂ por botella (directas e indirectas) en un 60% el 2030 respecto al 2008 y lograr las cero emisiones limpias el 2040.
Miguel A. Torres, presidente de Familia Torres, defiende que la reutilización de las botellas de vidrio podría contribuir considerablemente a la reducción de emisiones asociadas al