En la Sala 71 del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) se esconde una pequeña joya del arte moderno catalán que es, a la vez, todo un universo creado alrededor el vino. Se trata de las pinturas que decoraban las paredes de la bodega de las célebres Galerías Laietanes de la Gran Vía de Barcelona, una obra del pintor, dibujante, grabador, ceramista y ninotaire barcelonés Xavier Nogués (1873-1941) que, por suerte, todavía podemos contemplar a día de hoy a pesar de todo el que ha vivido la capital del país durante el último siglo.
Nogués, considerado uno de los grandes exponentes del Novecentismo pero a quien también se reconocen rasgos expresionistas, pintó estas obras el 1915 por encargo del propietario de las galerías, el marchante y promotor de las artes sabadellense Santiago Segura (1879-1918). Las hizo con la técnica de la pintura al temple que, según los análisis hechos muchos años más tarde, se aplicó directamente sobre el mortero de tiza seca de las paredes mezclada con cola vegetal.

«Borratxets», dichos medievales y piezas de vidrio pintado
Así, y con la libertad que le dio Segura, llenó la bodega del que él denominaba borratxets, figuras humorísticas relacionadas con el mundo del vino y del alcohol en contextos diversos. Además, las acompañó de dichos y frases hechas, normalmente de origen medieval que, junto con algunas piezas de vidrio de la época, hechas por Josep Maria Gol y pintadas por el mismo Nogués, se pueden ver a la misma sala.
La bodega de un gran punto de fomento de las artes
Todo un ejemplo tanto del sentido del humor y la cosmovisión del mundo del vino del artista como, también, de la voluntad de promoción cultural y artística que se hacía a las Galerías Laietanes, un punto de encuentro de artistas novecentistas comparable, a su manera, al que fue Los 4 Gatos para el Modernismo. Además de haber tenido el poeta Joan Salvat-Papasseit como responsable de la colección de libros, por ejemplo, también acogió acontecimientos como una cena en homenaje a Pablo Picasso en motivo de una visita en Barcelona.

Salvadas de la humedad y de la dispersión entre coleccionistas privados
Tras la muerte de Segura a causa de la gripe española, en 1918, la bodega de las Galerías Laietanes acabó convirtiéndose en un almacén. La humedad fue deteriorando las pinturas hasta que, en 1940, Josep Gudiol y el restaurador Andreu Asturiol sacaron las pinturas, traspasándolas a las telas donde están actualmente.
La mayor parte –las que pudieron ser restauradas– fueron puestas a la venta el 1947. Si bien algunas cayeron a manos privadas, casi todas fueron adquiridas por el Museo Nacional de Arte de Cataluña, salvando esta parte del patrimonio del país de la destrucción. Gracias a ello, a día de hoy podemos continuar viéndolas, cuando menos la mayoría, puesto que otras están guardadas en los almacenes del museo.
