Cataluña es un país con mucha cultura vitivinícola, pero a veces la tradición se pierde en el campo y no llega a la ciudad. Son muchas las bodegas que trabajan en Denominaciones de Origen prácticamente desconocidas para los ciudadanos de Barcelona y esta realidad les hace perder ventas. El barrio de Sant Antoni acoge lo que se ha convertido en el escaparate oficial de la DO Costers del Segre en la capital catalana. La bodega Carviresa lleva tres años con una tienda de vinos especializada en la DO en la que se amparan sus productos, pero con una gran colección de vinos de dentro y fuera de Cataluña. Felipe Urbano es el sumiller responsable de la tienda, a la que él mismo denomina «la más bonita del barrio». Escondida en Sepúlveda con Villarroel, esta imponente joya leridana se alza como la única vinoteca especializada en Costers del Segre y aunque hay cientos de referencias, los vinos de prácticamente todas las bodegas de esta denominación ocupan la mitad de las estanterías.
Urbano recuerda la primera vez que entró en la tienda de Carviresa en Barcelona y admite que antes no se tenía tanto cuidado de todo. Actualmente, trabaja el sumiller con Belen Santinon y Massimo Riva. El local está decorado con diferentes emblemas de la bodega, pero también con las mejores marcas de vinos de buena parte de Cataluña, España e incluso el mundo. Desde que Urbano está en la tienda asegura que el precio medio de la botella ha aumentado de los 8 a los 15 e incluso 20 euros. Aun así, el sumiller confiesa a Vadevi que una de las mejores experiencias que se pueden vivir en la tienda es la combinación de las personas que buscan grandes marcas y los abuelos que quieren comprar vino a granel. Precisamente, para contentar a estos últimos y sobre todo trabajar para un retorno a la gente del barrio, Carviresa tiene diversas barricas de vino y vermut a granel. «Aquí tenemos de todo, desde los jóvenes que quieren vermut a granel barato, hasta personas que buscan una referencia específica que solo podrán encontrar aquí», describe Urbano. Así pues, la tienda se convierte en el punto de unión entre todas las Barcelonas posibles, pero siempre con un ojo puesto en Lleida: «Siempre comenzaremos recomendando Costers del Segre, porque para nosotros es casa», explica el sumiller, quien también lamenta que Lleida «todavía es una zona muy desconocida para los amantes del vino en Barcelona».

Cataluña cuenta con 11 Denominaciones de Origen -12 si se tiene en cuenta la DO Cava-. Esta riqueza y diversidad de vinos no siempre llegan con la misma fuerza al paladar de los ciudadanos del país, especialmente en ciudades como Barcelona, donde a menudo lo que es de proximidad queda desdibujado tras nombres más conocidos o exóticos. Es por eso que Urbano lamenta profundamente la poca visibilidad de la DO Costers del Segre, una región vinícola que, a pesar de su calidad indiscutible, suele quedar a la sombra de la poderosa fama de otras zonas, como por ejemplo, la DOQ Priorat. “En Costers del Segre se hacen vinos de una calidad excelente”, asegura con convicción el sumiller, que ha convertido la tienda en un pequeño templo dedicado a esta denominación a menudo olvidada. De hecho, la relación con el Consejo Regulador de Costers del Segre no solo es cordial, sino próxima y constante. Aun así, Urbano reconoce que la chispa de esta apuesta de abrir un escaparate de vinos de la DO en la capital fue idea exclusiva de Carviresa.
La labor de las tiendas de vinos catalanes
Hay diversas teorías sobre por qué los barceloneses no beben mucho vino catalán, pero entre las más repetidas por expertos y profesionales del sector, destaca una explicación que parece tener un gran peso: la falta de colaboración e implicación de los comercios y restaurantes de la capital catalana. No es ningún secreto que muchas cartas de vinos de restaurantes y tiendas en Barcelona a menudo están desprovistas de vinos catalanes, y esto, según Urbano, es un error estratégico importante. Para el sumiller, la falta de representación de los vinos locales en estos establecimientos es una barrera enorme para el crecimiento y la asimilación del producto catalán dentro del mercado barcelonés. «Sin vinos catalanes en las cartas catalanas, es muy complicado vender el producto», apunta, subrayando la contradicción que supone que la ciudad -epicentro de la cultura y la economía catalana- casi no ofrezca a sus ciudadanos la oportunidad de probar los vinos que se elaboran en la misma tierra que pisan.

Urbano reconoce que el conocimiento de los barceloneses sobre los vinos de su propia tierra es, en muchos casos, limitado. Pero más que culpar a los consumidores, él observa que la responsabilidad recae en buena parte en los mismos establecimientos y su enfoque a la hora de seleccionar los productos que ofrecen. «El problema es que muchos espacios continúan priorizando vinos de otras regiones, como los de la Rioja, en lugar de dar una oportunidad real a los vinos de Cataluña», explica con cierto desencanto. En este sentido, el sumiller cree firmemente que la situación podría cambiar con más visibilidad y colaboración entre los productores locales y los establecimientos de la ciudad y precisamente por eso ha hecho de Carviresa el buque insignia para recomendar, explicar y vender vinos catalanes en Barcelona; «y la verdad es que funciona», sonríe el sumiller.
Catas y productos singulares para barceloneses
Carviresa más allá de una tienda busca ser una experiencia para el consumidor. La visión de Urbano es dar todo lo necesario para que el cliente vuelva al establecimiento. Por eso confirma que tiene un espacio muy limpio, y bien ordenado. Además, también reconoce que todos los trabajadores de la tienda tienen alguna clase de formación en el sector, lo que profesionaliza aún más la atención al cliente. De hecho, en la tienda no hay solo vinos sino que también disponen de una selección única de sake, diferente de cualquier tienda de vinos convencional: “Hemos conseguido hacernos un lugar en el barrio porque hacemos algo diferente”, reitera Urbano quien admite, sin embargo, que al principio el sake no era un éxito.

El trato cercano con el consumidor es la razón que hace que esta tienda barcelonesa tenga una clientela fiel. No obstante, Urbano también entiende perfectamente las tendencias actuales y por eso pone a disposición de sus clientes una serie de catas con maridaje de diferentes temáticas, productos y vinos dos veces al mes. Con un precio muy por debajo de la media de otros establecimientos de la capital catalana, Carviresa demuestra el valor de sus trabajadores con estas catas únicas que combinan los platillos selectos de unas emprendedoras del Eixample llamadas Massa Pasta y cinco referencias de vinos de la tienda. «Hacemos catas muy cuidadas y especiales: vino, whisky, sake, maridajes con chocolate, quesos…», concreta Urbano quien concluye la tertulia con este diario comentando el secreto del éxito de Carviresa en Barcelona: «Hacemos cosas que sé que otros lugares ni hacen ni pueden hacer«.



