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Dones invisibles: la herencia machista del sector vitivinícola catalán

La figura de la mujer en el campo ha estado históricamente oculta. Infinidad de referentes femeninos se quedaban entre bambalinas mientras sus maridos, padres o hermanos se llevaban la gloria. El sector vitivinícola ha crecido dentro del patriarcado, al igual que otros sectores de la economía catalana, lo que ha provocado durante años que la mujer estuviera invisibilizada. Es evidente que en el siglo XXI esta ya no es una realidad tan tangible como hace unos años, pero algunas mujeres del sector confirman que aún queda mucho por hacer. Entrar en un restaurante con un hombre y que le den la carta de vinos a él o tener que hacer doble trabajo para demostrar que sabes de lo que estás hablando solo por el simple hecho de ser mujer son algunos de los micromachismos con los que tienen que convivir las mujeres del mundo del vino en la era moderna. Una herencia machista que ha ido desapareciendo con los años, pero que actualmente aún se puede percibir en algunos rincones del sector en Cataluña.

«Siempre ha habido mujeres en el mundo del vino, pero estaban invisibilizadas por culpa de la estructura patriarcal», explica a Vadevi Ruth Troyano, periodista y comunicadora en el sector del vino. Para la experta, las mujeres han trabajado en el campo y las bodegas desde el inicio, pero en muchas ocasiones han quedado fuera del ojo público, ya sea porque eran las hijas del propietario, o porque al casarse su marido heredaba el negocio. «Siempre han tenido posiciones discretas», insiste Troyano. Actualmente, esta situación es cada vez menos frecuente, en muchos casos las mujeres ya dirigen proyectos y no se conforman con quedarse en un segundo plano, mientras el hombre de la familia se lleva el mérito de un trabajo en común. No obstante, aún hay algunos errores a corregir. «Hoy día hay más mujeres, pero muchas entran en el negocio por herencia familiar», recuerda Anne Cannan, viticultora y enóloga de Clos Figueras, en el Priorat y fundadora de Mujeres del Vino. De hecho, para ella, los inicios de una mujer en el sector vitivinícola aún son complicados y reconoce que «ser mujer joven en el sector también es difícil en la actualidad». En este sentido, la figura de la mujer ha ganado protagonismo, pero las expertas concretan que «deben luchar constantemente por la credibilidad«, insiste Cannan.

Tanto en las bodegas como en el trabajo de prescripción de vinos, la incorporación de las mujeres ha hecho que el sector dé un giro de 180 grados. Para Troyano, la entrada de comunicadoras a la vitivinicultura ha aportado una nueva visión del mundo, «mucho más filosófica y emocional». «Cuando solo había hombres la información era muy rígida, pero creo que las mujeres hemos ayudado a mejorar esta situación», comenta la periodista. En este sentido, la llegada de información al público final cada vez es más completa y no solo se habla de producto, sino de todo lo que ocurre dentro de la cadena de valor del sector. Para Troyano, esta nueva manera de explicar ha sido impulsada por la llegada de mujeres en el sector de la comunicación, ya que afirma que «sabemos leer mejor los paisajes, tenemos una mirada que ayuda muchísimo». Sin embargo, Cannan explica que en muchos casos se cuestiona «el conocimiento de las mujeres», no solo en la comunicación, sino en todos los ámbitos del sector, como si por el simple hecho de ser una voz femenina tuvieras que probar tu valor.

«DonesVi nació de un micromachismo invisible que viví en primera persona», describe Emma Benet, fundadora del club de vinos dedicado a la mujer. Al ir a comer a un restaurante con su padre, el camarero le dio la carta de vinos a él, cuando era Benet quien tenía más conocimiento en la materia. «No fue el hecho lo que me hizo reflexionar, sino que yo misma no me había parado a pensar que eso pasaba», asegura la experta del sector vitivinícola. Precisamente, estas son algunas de las actitudes que aún están enquistadas dentro de las conductas de los hombres del mundo del vino, e incluso de las mujeres. Esta parte de herencia hace que haya algunas ideas preconcebidas sobre el sector que se trasladan a la población, como por ejemplo que el conocimiento de los productos vitivinícolas es más prominente entre los hombres que entre las mujeres. «Mi iniciativa comenzó porque quería trasladar los mis conocimientos sobre vino a mis amigas, para que ellas tuvieran más seguridad cuando hablaban de vinos», remarca Benet. De hecho, ella misma reconoce que muchas veces las mujeres del sector «sienten que no saben lo suficiente», una creencia errónea a su parecer, ya que recuerda que «el conocimiento de vinos no va ligado al género«.

Mujer trabajando en el campo
Una mujer trabajando en el campo | Foto: Asociación de Mujeres del Mundo Rural

Discriminación positiva para combatir el patriarcado

Los referentes femeninos son otro punto a poner sobre la mesa, sobre todo porque debido a la invisibilización sistemática de las mujeres en el sector vitivinícola, todavía hay espacios donde son minoría. A lo largo de los años han aumentado las ferias y eventos relacionados con el vino y la vitivinicultura, pero las mujeres no siempre son las protagonistas, incluso parece que no ejercen ni un papel secundario. «Los eventos del sector creen que todavía no sabemos lo suficiente», espeta Cannan, quien insiste en que cuando hace eventos de Mujeres del Vino, siempre realiza discriminación positiva. «Invito solo a mujeres por todos los años que no hemos participado en estas mesas redondas», recalca. Una opinión similar tiene Benet, aunque también argumenta que hay referentes en algunos espacios, pero en otros todavía no: «Solo hay que mirar cómo los directivos de las instituciones son todos hombres«, recuerda.

Así pues, para las expertas la discriminación positiva puede llegar a ser algo necesario, pero no debería considerarse la norma a seguir. «Es necesario que sigamos luchando para que no tengan que hacerse eventos solo para mujeres», dice Troyano, quien también confía en el hecho de que «habrá un momento en que no será necesario», ya que considera que «el talento no tiene y no debe tener género». Cannan, sin embargo, asegura que aún son necesarias estas iniciativas y que no solo dentro del sector, sino fuera, también se debe perpetuar esta paridad. «Debemos empoderar a las mujeres de dentro y fuera del sector para que sean ellas las que pidan la carta de vinos en el restaurante», concluye Benet.

Las mujeres y el vino blanco

Es evidente que ha habido mejoras en el sector, pero también se han normalizado muchas conductas y vocabularios que hoy día no deberían permitirse. «Todavía se dice que el vino blanco es cosa de mujeres porque tiene menos complejidad», lamenta Troyano. Antiguamente, se consideraba que las mujeres no querían probar vinos muy fuertes o muy complejos, por eso se empezó a considerar que el público objetivo de los vinos tintos eran los hombres y el de los vinos blancos y rosados las mujeres. Curiosamente, sin embargo, las expertas que han compartido su visión en este diario reconocen que «les gustan más los vinos tintos», una situación que deja en evidencia las creencias de aquella época y hace reflexionar sobre si los gustos fueron algo real o más bien unas afirmaciones impuestas. Siguiendo en la misma línea, la periodista y comunicadora de vinos insiste en el hecho de que en muchos casos «se utiliza el adjetivo femenino para destacar que algo es más simple». Benet también concreta que hay cierto sesgo heredado porque antiguamente se vinculaba la feminidad a colores más pálidos y rosados. «Se decía que el vino rosado era para mujeres, únicamente por su color», repite la fundadora de DonesVi, quien confirma que «estas son algunas de las visiones que se han heredado y que ahora empiezan a cambiar».

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