El vino y la música tienen una relación milenaria, cargada de emociones e historia. Los griegos ya utilizaban las melodías para acompañar banquetes donde el vino era el principal protagonista. Las incontables referencias de Dionisio -Baco para los romanos- en los libros de mitología unían estos dos artes en las bacanales de la época. Incluso en épocas más modernas, la vibración de la música ha demostrado ser efectiva para la buena maduración de los vinos en barrica, especialmente los cantos gregorianos, según algunos estudios. No es de extrañar, pues, que el mundo del vino catalán dedique una noche a la unión de la música y el vino, a las emociones que flotan dentro de la copa y a las melodías que bailan en el paladar. The Wine Experience es una noche para recordar, donde nueve bodegas catalanas caen rendidas a los encantos del pianista Omar Sosa quien después de probar un pequeño sorbo de la magia de estos elaborados, crea una melodía única, improvisada y especial para cada uno.
Recaredo es la bodega detrás de esta experiencia inmersiva cargada de emoción, pero no el cerebro que la creó por primera vez. Món Vínic era el paraíso de cualquier amante del vino de Cataluña. Una tienda con sommeliers especializados, miles de referencias y un gusto exquisito para la selección de botellas. Era un refugio cultural que hace catorce años unió a grandes bodegas con la música de Omar Sosa en una experiencia única que marcó un antes y un después en los corazones del sector catalán del vino. Este año, cuando la tienda ya no es más que un recuerdo, Recaredo rinde homenaje a aquellos días y vuelve a reunir a todos los que en 2012 disfrutaron de aquel maridaje único en el Aclam Club, un local del Eixample. Nueve bodegas de excelencia Emilio Hidalgo (Jerez de la Frontera), Quinta da Muradella (CRDO Monterrei), Recaredo (Corpinnat), Pardas (DO Penedès), Mas d’en Gil (Priorat), Josep Queralt (Penedès), Nuria Renom (Penedès), Gramona (Corpinnat) y Mas Martinet (Priorat) dan vida a un diálogo único entre vino y música, donde cada copa inspira una pieza del pianista.
La primera copa es un Jerez, un vino que no tiene mucha salida en Cataluña por su complejidad y singularidad, pero que plasma a la perfección la autenticidad que aún queda en el territorio. La Panesa es un 100% palomino de una de las cuatro familias elaboradoras que aún quedan en Jerez. Juan Manuel Hidalgo es un visionario «con aires del sur», como él mismo se describe. Su vino busca renovar la tradición de Jerez: «Lo que nos da la naturaleza, nosotros lo convertimos en Jerez», remarca el autor, quien orgulloso alza la copa a la espera de la elección del pianista. Sosa interpreta una melodía intensa, con cuerpo y única. Une el vino con la profundidad de cada nota y mantiene los graves con algún agudo que demuestra la complejidad que ha notado de la bebida. El siguiente es un blanco gallego. Gorvia es un vino ligero que transporta a climas fríos. José Luís Mateo es el productor de Quinta da Muradella, una bodega cerca de Verín, un municipio en la región de Ourense, «famoso por su carnaval», explica Marta Rovira, de Mas d’en Gil, encargada de describir el elaborado debido a la ausencia de Mateo. La interpretación de Sosa de este vino es más ligera que la anterior. El pianista busca el contraste y a través de notas más agudas recuerda a los oyentes las claras diferencias de los dos vinos españoles. El norte y el sur quedan representados en ambas melodías.
La nota disonante y un desaparecido
Recaredo siempre tiene una manera de ser la nota disonante. Ton Mata es un creador de historias y su familia es famosa por buscar la singularidad en cada uno de sus vinos. El Turó d’en Mota es el único espumoso de la bodega que ha conseguido los 100 puntos Parker, pero en lugar de dejar probar la añada 2012 convencional, Mata lleva ante este público de expertos menos de una veintena de botellas de un Turó d’en Mota hecho con método ancestral. «Las arrugas son bonitas», define Mata. Sosa reconoce de inmediato las intenciones del bodeguero y toca una melodía con notas aleatorias que se cuelan en una partitura con un aparente sentido. «La nota disonante», sonríe el músico al terminar la pieza. El siguiente vino se inspira en un libro. Collita Roja es un vino vivo, fino y lleno de tensión. Jordi Arnan y Ramon Parera son agricultores de profesión, pero hacen vinos excelentes. Su trabajo de la tierra se ve perfectamente representado en sus vinos. Con el sumoll como variedad estrella y única, mantienen su forma de hacer de siempre, lo que convierte sus vinos en auténticas representaciones del terroir. Sosa les compone una melodía áspera, con notas graves que transportan a esa vida de campo, romantizada por muchos, pero representada con la dureza que merece.

Los viticultores biodinámicos aseguran que «cada siete años pasan cosas». Marta Rovira vuelve al escenario para describir su vino. Maçanella es un vino que transporta a un campo de flores. Es ligero y afrutado, pero mantiene la acidez perfecta que lo une todo en un solo sorbo. La melodía de Sosa para este vino parece extraída de un sueño. Notas alargadas, agudas y en escala recuerdan a esos paseos entre viñedos, donde las tierras no están tratadas y las flores silvestres mantienen vivo el entorno. Como era de esperar, sigue este vino de ensueño, un elaborado que nunca existirá. Josep Queralt presenta el Nebbiolo, un vino que ya no existe, que ya no se comercializa, que simplemente desaparece. Es experimental y de altura, toda una declaración de intenciones de un viticultor «que nunca quiere salir en la foto», aseguran los asistentes. La música que acompaña este vino es caótica, difícil de entender y posiblemente la menos cargada de emoción de la noche. Tiene todos los puntos para parecer la más prescindible, pero -al igual que ocurre con el vino de Queralt- este solo detalle ya la hace imprescindible.
Extraños, triunfadores y dulces
La siguiente en presentar su vino es Núria Renom. Ella misma se considera una persona diferente y sus vinos son el vivo ejemplo de esta rareza. ISCH! es un elaborado natural de nombre impronunciable. Es agresivo, visceral; y probablemente una de las elecciones de la noche que más se sale de la norma. Es por eso que al probar un sorbo, Sosa saca a pasear sus pasos prohibidos. Experimenta con sonidos distorsionados y otros elementos electrónicos que ha traído junto al piano que toca a la perfección. Crea un ambiente de intensidad y juega con el público con una melodía que parece que nunca termina. Cada vez que alguien levanta las manos para aplaudir, sigue tocando. Como el vino, la melodía de Sosa busca llevar la contraria. La noche continúa con un clásico. Enoteca Gramona es un espumoso que siempre triunfa. Sale a presentarlo Leo Gramona, quien al igual que Rovira recuerda la noche de hace catorce años, donde su padre, Xavier Gramona participó. Gramona murió en un accidente en 2023, pero su recuerdo se mantiene vivo en la mirada de los asistentes al acto, que aplauden la emoción de Gramona hijo al presentar «el espumoso que nos hizo empezar a creer en la marca», explica. Sosa toca una melodía con un punto de fanfarronería, la misma que después el Enoteca, un elaborado del cual se debe estar muy orgulloso.
The Wine Experience acaba con un vino Ranci Dolç, como una buena comida catalana. Sara Pérez es la impulsora de Mas Martinet y ella misma describe su vino como un elaborado que ha vivido muchas vidas. Las viñas de donde procede son de antes de que la filoxera pusiera fin a todo y, por lo tanto, pueden «contar muchas historias», dice Pérez. También asegura que es el vino que menos representa el estilo de su bodega, pero que sin duda «el que más representa el Priorat». La melodía de Sosa acompaña esta idea y se sale del marco, tocando algo que no se ha escuchado hasta el momento. Una auténtica oda a la improvisación que se convierte en la manera perfecta de acabar este único evento.
