Los mejores espumosos brut para acompañar los asados de Navidad

Los asados de Navidad, con su opulencia aromática y ese equilibrio tan nuestro entre tradición y fiesta, a menudo requieren de un vino capaz de limpiar, refrescar y dar continuidad al placer del plato sin competir con él. En este contexto, los espumosos brut emergen como una de las opciones más afinadas y, al mismo tiempo, más infravaloradas. Su versatilidad, la tensión de las burbujas y la dosificación moderada de azúcar los convierten en compañeros ideales de los grandes asados que presiden la mesa durante las fiestas.

La primera virtud del brut es su frescura y su paladar amable. Después de cada bocado de cerdo asado, de un pato guisado o de un capón relleno, ensanchan el paladar y lo preparan para la siguiente cucharada. Al mismo tiempo, su acidez equilibrada es una magnífica aliada frente a la suculencia y la textura untuosa de los asados, aportando precisión y contrapunto sin deshacer el carácter del plato.

Otro aspecto que juega a favor de los brut es su capacidad de armonizar con una gran diversidad de ingredientes. Los aromas de fruta blanca, manzana, pera o cítricos, dialogan con naturalidad con los rellenos clásicos de ciruelas, orejones, piñones o hierbas mediterráneas. El carbónico aporta vivacidad, mientras que la crianza -más o menos prolongada según el estilo- añade profundidad, una cualidad que casa especialmente bien con los asados más intensos.

Finalmente, es necesario reivindicar los espumosos brut por su carácter amable y goloso que recuerda que las celebraciones son, también, un juego de texturas y sensaciones.