«En el Penedès, la moda hace años, cuando yo empezaba, era plantar Cabernet Sauvignon o Chardonnay. Yo he visto bodegas que sacaron vinos, que en su momento fueron muy importantes, de variedades francesas, que en aquel contexto sirvieron para dar valor, porque veníamos de vinos a chorros», explica Joan Carles Ibáñez, sumiller y jefe de sala del restaurante Lasarte, con tres estrellas Michelin. «El hecho es que después han rectificado, con variedades más características», añade. Pero, aun así, el resultado, según Ibañez, es que el estilo resultante es «demasiado indefinido«.
Con cierta claridad solo se salva el Priorat. Y no desde el principio. «Es ahora, después de casi treinta años que el Priorat tiene un estilo propio e identificable. Cuando empezaron se plantó mucho Cabernet Sauvignon y Merlot. Tanto Josep Lluís Pérez como Álvaro Palacios tenían Cabernet y Merlot para dar estructura. Ahora ya no. Ahora el Cabernet nacional es la cariñena, hay cariñenas extraordinarias para sumar a las garnachas, que son mucho más aéreas, pero que necesitan más estructura».

«No hemos llegado al zenit de los vinos catalanes»
El maître del tres estrellas de la calle Mallorca asegura que «no hemos llegado al zenit de los vinos catalanes, está todo demasiado indefinido todavía». Y, como siempre, el ejemplo francés marca un camino largo y difícil, pero provechoso: «Los vinos franceses van desde las grandes áreas hasta las fincas, con zonas muy marcadas. En el Penedès, en cambio, se clasifica igual un terreno de Pontons que del Garraf, cuando no tienen nada a ver».
Y, en tanto que sumiller experimentado, Joan Carles Ibáñez es capaz de arriesgar. «¿Tres vinos catalanes de Champions? Pues mira, el primero, como espumoso, el Mim blanc de noirs. Es un Pinot Noir con Chardonnay de Vins el Cep y es un blanco de noirs porque el 80% es PN. Como tinto, me gusta mucho Saktih, un petit verdot del Raül Bobet -él es muy bordelés- que tiene mucho futuro. Y el tercero es un rancio excepcional, el Memòries Dolç de Costers del Priorat. Tradicional, por soleras y con garnachas de aquí, pero muy sorprendente».