En uno de estos días de noviembre de cielo claro, con clara dicotomía térmica entre el día y la noche, después de 31 meses sin lluvia relevante, que lleva al 50% del país a una sequía extrema, nunca medida hasta ahora, y al resto a una importante sequía, que hacen repensar el concepto de “hace buen tiempo” para cambiarlo a “hace un tiempo horrible”, a pesar de que sabemos por tradición mediterránea, que en este país la lluvia no sabe llover (Raimon 1983), se han encontrado en una viña, una cualquiera de las que hay en las 58.000 hectáreas de viñedo que hay en Cataluña, Marc Castellnou, jefe del Área de los GRAF del bomberos de la Generalitat de Cataluña, y Robert Savé, investigador emérito de la IRTA, viticultura y cambio climático.
Ambos, mirando lo mismo, ven cosas diferentes: en Marc, unas acumulaciones discontinúas e irregulares de combustible, y Robert unas parcelas agrícolas con dificultades productivas, especialmente las de secano. Aun así, los dos consideran lo mismo: hace falta un paisaje en recortes para construir uno resiliente y, por lo tanto, funcionalmente vivo.
La relación entre cultivo de viña y bosque se estudia desde hace años en el marco del proyecto CLIMAVIT21 y, más recientemente, en los MIDMACC y FIRE-RES, donde participan muchos equipos de investigación de todo Cataluña, el Estado y Europa, y en el cual la IRTA tiene contratada la tarea de valorar este equilibrio entre biomas inestables en el espacio y el tiempo.
Estamos en el periodo más seco de los últimos años y, por suerte, no hemos sufrido en Cataluña ningún gran incendio. ¿A qué lo atribuyes? ¿A la prevención, a la reducción de actividades en el ámbito agroforestal por la sequía y el calor (menos trabajos de campo debido a la escasa producción agrícola, menos visitantes en el bosque), al azar…?
Lo atribuimos a una mayor concienciación de la sociedad, que entiende que las cosas no van bien. Cuando se dice que existe riesgo, la actividad en campo baja mucho y la conciencia de situación sube. Esto se ve mucho en los episodios de calor. Pero, además, tenemos una mayor capacidad de planificación de cómo apagamos los incendios por prioridades, lo que nos sirve para concentrar recursos ordenadamente.
Sumado a todo ello, también entiendo que hemos tenido una meteorología favorable con lluvias en los meses de mayo y junio, cuando eran más necesarias que rompió el ciclo de comportamiento de fuego en el peor momento de finales de junio a principios de agosto. Aún así, las tres explicaciones no evitan el hecho de que sigamos acumulando más rápidamente que nunca continuidad y carga de vegetación.

¿Cómo se puede reducir el gasto en prevención y extinción de incendios?
Reducir gasto en extinción es reducir intensidad de fuegos y hacer que se puedan apagar más rápidamente con menor incertidumbre. Si lo hacemos, iremos bien una temporada, pero después nuestros bosques habrán acumulado más y más biomasa. La clave está, pues, en mantener un nivel de extinción invirtiendo en paisaje, para garantizar que en caso de incendios se tengan oportunidades de control y extinción. Lo que no se consigue sólo con más recursos (esto ya ha caducado), ahora es necesario intervenir para crear mosaico y tener un paisaje adaptado a los incendios. Esto es inversión para reducir el riesgo. Es inversión en seguridad como país y es un coste que no puede plantearse sólo como un negocio, como no lo son las carreteras o la salud publica.
Necesitamos certeza de país para poder garantizar inversiones a largo plazo y evitar una descapitalización, lo que requiere pensar diferente, como estamos explicando. La agricultura no sólo es producción en el sector primario, con el mosaico supone seguridad en el sector terciario. Y esto es un servicio en el que es necesario invertir.
Ahora, vuelve a ser mediático el paisaje diverso, a recortes, buena muestra es el proyecto FERIO-NADA, heredero entre otros de CLIMAVID21. ¿Qué se para ti un paisaje diverso?
Es un paisaje donde existe diversidad estructural distribuida, de forma que no hay capacidad alta de percolación sobre la misma estructura. Es decir, las estructuras diferentes arden diferente. Esto hace que la inercia energética se acumule si tenemos homogeneidad estructural o se disperse si tenemos diversidad estructural. No es un tema de bosque respecto al cultivo, sólo. Es un tema de bosque, cultivo, pasto, matorral, bosque joven, bosque viejo, bosque de pino, bosque de encina, etc…
Y, en esta línea, y dadas las características de nuestro sector agrícola-ganadero, ¿cuál es aproximadamente la medida mínima en superficie de cultivo que se tendría que intercalar en las masas forestales para reducir el riesgo de incendio y/o favorecer su freno?
No tenemos un tamaño fijo. Es un elemento dinámico ligado a las características del comportamiento del fuego. Es más importante la posición en el paisaje, que el tamaño en sí, aunque si estamos hablando de superficies mínimas, éstas tendrían que estar por encima de 1 ha. Así, por ejemplo, un viñedo en la parte baja del valle, protege del fuego a todo el valle, uno a media vertiente protege una parte de la vertiente, una arriba la cresta no protege, sólo hace mosaico. La arquitectura del paisaje es dinámica en estos aspectos y no responde a tan sólo a criterios fijos medibles.
¿Qué pedirías al sector agroforestal, principalmente al agropecuario, para que se pueda hacer un trabajo conjunto de defensa del paisaje y su funcionalidad?
Necesitamos que el sector entienda de la importancia del mosaico al garantizar certeza frente a perturbaciones y, especialmente, entienda que no cada pieza de paisaje tiene la misma influencia. Las partes influyentes deberían priorizar estructuras poco cargadas de bosque para defender las estructuras mucho más cargadas y así garantizar un paisaje resiliente y con alta carga de biodiversidad.

Lo que planteas puede incidir en el control de la biodiversidad, o mejor dicho, de determinadas especies perjudiciales por la agricultura como el conejo, el jabalí y el corzo entre otros, también, si la parte influyente es un cultivo, puede favorecer la entrada de agua en el cultivo, liberándolo de la competencia con el bosque, favoreciendo las vías de recepción de agua edáfica. ¿Piensas que reducir la estructura forestal en el lugar y cantidades adecuadas sería positivo?
Totalmente. Hay una necesidad de mirar el paisaje desde los distintos puntos de vista para encontrar el punto de encuentro. Vivimos tiempos de mucha información (cada uno en su campo) que a menudo nos lleva a la infotoxicidad. Es decir, tenemos tanta información que no somos capaces de ponderar en base a lo importante que es cada cosa, situación, lugar, actividad. Esto nos lleva a no decidir nada porque estamos sobrepasados o porque no entendemos completamente las consecuencias, pero especialmente porque no podemos establecer los vínculos entre cada pieza de información y nos cerramos en nuestro mundo de conocimientos y sensaciones. Debemos pasar de la información al conocimiento (saber hacer las conexiones y ponderaciones) y del conocimiento al saber hacer (acuerdos de cómo aplicar sobre el paisaje el conocimiento).
Sólo desde este know-how se pueden plantear los debates de coste-beneficio. Es decir, no todo y al mismo tiempo es posible en un paisaje sostenible. La resiliencia pasa por aceptar los límites para favorecer que se mantengan unos valores y unos procesos vivos. En los incendios supone aceptar lo que perderá por garantizar con certeza lo que se salvará de las llamas. Pero no es posible protegerlo todo y no se queme nada, y si no se acepta, se corre el riesgo de perderlo todo. Actualmente estos análisis de coste-beneficio son difíciles ya que se basan en información, sin evaluar el conocimiento (ponderación de la información) ni el saber hacer (que significa cada pieza en un paisaje realmente, cuando todo está interconectado)
En el incendio de la Torre de l’Espanyol (2019), los bomberos valoraron positivamente el freno que promovieron los cultivos, pero atribuyeron que no se parase totalmente el avance del fuego a que que el campo estaba lleno de vegetación baja en buena parte de secano. ¿Entiende el cuerpo de bomberos que no es dejadez sino agronomía para fijar suelo, retener agua, propiciar biodiversidad?
Consideramos positivo ver las estructuras de baja carga. Aunque estas estructuras sin labrar sorprendieron a los bomberos, lo hicieron por su relativa novedad. Hasta ahora, esta estructura no se practicaba y los bomberos entendían que los cultivos paraban en el fuego. En el Priorat en 2015 (fuego de Falset) vimos los primeros viñedos con esta modalidad de cultivo. Una vez asumido que no paran pero ralentizan el fuego, el concepto ya queda incorporado en la toma de decisiones.
Sin embargo, sería bueno crear lugares donde sí se parase el fuego. Serían puntos estratégicos para anclar la labor de bomberos, protegiendo el bosque, evitando el incendio y defendiendo también la explotación agrícola. En la Torre del Espanyol vimos cómo muchos de estos cultivos que se propagaron lentamente perdieron gran parte de los árboles. Es necesario un compromiso para diseñar el paisaje de baja percolación que calculamos no superaría el 8% de la superficie cultivada.
Introduces un nuevo parámetro: la baja percolación del paisaje; cuando no hay un buen tratamiento agronómico, todos lo son de acuerdo con el objetivo. Si éste es mixto, combinando producción y gestión del paisaje, ¿habrá que generar valoraciones conjuntas por actuaciones globales?
Como he explicado en la anterior respuesta, es así, sí. La percolación la definimos como la capacidad del fuego de cruzar un paisaje. Podemos evitarlo con barreras lineales (cortafuegos) o con un mosaico que haga inviable este viaje del fuego de un punto a otro del paisaje. El cortafuegos propone parar el fuego (pero hemos visto que salta kilómetros, y por tanto, en casos extremos no funciona. El mosaico debilita el fuego y por tanto reduce sus efectos al tiempo que lo frena y evita que atraviese el paisaje. Por tanto en una percolación entran muchos valores de gestión de paisaje (agricultura, extinción, fauna, conservación, caza, paisaje etc.), valores que no contempla el cortafuegos (extinción).
La gestión de la percolación del paisaje es una gestión multicriterio con diversidad de impactos y estrategias unificadas para realizar el máximo bien común. La gestión del paisaje en formato cortafuegos sólo contempla evitar el fuego independientemente de los impactos en los otros valores del paisaje.

El mosaico es diversidad y aceptación del mundo donde vivos; el cortafuego es miedo y defiende
El mosaico es diversidad y aceptación del mundo donde vives; el cortafuego es miedo y defensa. Los secanos piden agua, al cielo y a la Administración y, desgraciadamente, ninguno de los dos interlocutores pueden suministrarla en la cantidad y forma debidas. ¿Los bomberos creeis, como propone al campesino, que la recogida de agua de escorrentía superficial podría ser una opción para el paisaje, los bomberos y los viticultores?
Evidentemente sí. Aún así, los bomberos empezamos a prepararnos para la reducción de agua en la extinción e implementamos maniobras diferentes con uso de fuego (Torre del Espanyol 2019) y contención en discontinuidades (Baldomar 2022). Sabemos que el agua es escasa y lo será cada vez más
¿Se podría interpretar de tu respuesta como que espacios baldíos de tamaño suficiente y cuidados pueden ser una herramienta más de control antes y durante el incendio?
En la extinción de los incendios sin agua, los cambios de estructura suponen un cambio de comportamiento del fuego. Esto es lo que nosotros usamos para apagarlo. Es un momento de debilidad del fuego, pierde su inercia y debe volver a coger empuje. Si estás en el sitio adecuado puedes pararlo. Los espacios baldíos pueden suponer una oportunidad en este sentido. Pero los necesitamos con baja carga y por tanto hay que añadir pasto para garantizar esta oportunidad.
¿Condicionarías o limitarías, más allá de los momentos de elevado riesgo de incendio, la presencia de visitantes en el sector agroforestal?
No, el riesgo no está en la gente que va. El riesgo está porque hemos fabricado paisajes insostenibles. Es nuestra toma de decisiones lo que es necesario mejorar. No podemos seguir creando miedo y más miedo.
Aprovechando lo que han dicho varios pensadores a lo largo de la historia, como Piotr Kropotkin o Primo Levi, con miedo no hay esperanza en el futuro, y por tanto, no hay posibilidades de acciones que posibiliten el cambio. ¿Ves la necesidad de un cambio de sistema que restituya el funcionalmente todas las piezas del paisaje, de acuerdo con las condiciones ambientales y socioeconómicas de ahora y el futuro próximo/medio? ¿Consideras que la Administración está alineada con esta idea de favorecer un cambio estructural y funcional de la sociedad para hacerla más resiliente a la realidad?
Considero que la administración tiene una inercia que hace difícil este cambio, pero tiene una visión de servicio público que le pide coherencia y la lleva a implantar el cambio. En este contexto, la discusión abierta de las limitaciones de la administración es el primer paso para hacerlo posible. No estamos negando las evidencias, estamos constatando la dificultad o casi imposibilidad. Es el primer paso en la dirección que puede hacerlo posible.