
Este mes de noviembre ha reunido en Sant Sadurní d’Anoia los enólogos y enólogas de Cataluña en el marco de su congreso anual que, este año, se ha centrado a abordar soluciones enológicas ante la pérdida de acidez que provoca el cambio climático. Todo ello, a partir de un amplio programa de conferencias que ha permitido sentir voces autorizadas del panorama actual, nacional e internacional, y que tuvo como fin de fiesta una cata didáctica, dirigida por el mejor sumiller catalán, Toni Albiol, por varios vinos espumosos de viticultura extrema.
El enólogo de Cavas Hill y presidente de la Asociación de Enólogos de Cataluña, Pere Campos, comparte con Vadevi la satisfacción del evento que califica «de éxito«. «Es la tercera edición en que colgamos el cartel de completo», apunta, incluso ha incrementado el seguimiento de las ponencias en línea. «Estamos consolidando el congreso como un espacio de debate necesario para nuestro sector», añade Campos. Y todo ello, añadirá el presidente, que cogió las riendas de la ACE a primeros de 2022, con la mirada de seguir consolidando la estrategia de dar más visibilidad a la profesión, a la vez que sumar sinergias entre todos los actores del vino catalán.

«Los enólogos interpretamos la natura y la ponemos en una botella»
Pere Campos es un gran defensor de la profesión. La suya, y la de sus colegas. «Tenemos el mejor oficio del mundo» dirá, como profesionales que convierten la uva en vino. «Somos personas que interpretamos la natura y la ponemos dentro de una botella«, y sigue, «los intermediarios entre la natura y las personas». Más allá de la vertiente cultural y territorial que representan, con su día a día, insiste que su trabajo «acompaña muchos momentos de vida de la gente».
El producto es parte de su mirada, pero vuelan reivindicar que son mucho más y que pueden aportar otras facetas al mundo del vino. «Un enólogo puede elaborar vinos, pero también puede hacer de comercial, vender su producto o tapones, botellas… No todo queda dentro de la bodega«, espeta. Campos también habla de un intrusismo que hay que combatir; y sobre todo de un futuro que ve con optimismo. «Cada vez hay más gente joven que se interesa por la formación y el oficio, y que entra a formar parte del colegio».

Todo ello, en un momento, analiza, en que «el vino catalán vive su mejor momento«. Sobresale, dirá, a pesar de las circunstancias externas, la pandemia, las guerras, los retos con los precios y la sequía. Y todo ello, porque entiende que hay un momento en que sobresalen los profesionales de todos los eslabones de la cadena y que «todos andamos hacia el mismo sentido».
«El vino catalán no tiene techo«, añadirá. «No hay nadie más en el mundo que tenga tanta diversidad como nosotros. Hay quien dice que el Penedès es como la Toscana; yo creo que La Toscana es el Penedès de Italia«. Y concluye: «Hasta que no nos lo creamos más, no avanzaremos como país de vinos».