Las Islas Baleares son conocidas por su fuerte cultura y tradición que se han convertido en un reclamo turístico. Desde hace años, miles de visitantes viajan a las islas para pasar días tumbados en sus maravillosas playas y probar los mejores platos de la gastronomía del territorio. Sin embargo, estas islas también esconden excelentes bodegas que elaboran vinos con variedades autóctonas. Este es el caso de la DO Binissalem, en el corazón de la isla de Mallorca, donde una docena de bodegas de tradición familiar cultivan viñedos desde hace décadas y elaboran algunos de los vinos más famosos de las Baleares.
La Denominación de Origen Binissalem se sitúa entre las comarcas de Raiguer y Pla de Mallorca y está protegida por la sierra de Tramuntana. Fue creada en 1989, pero en 1994 se le modificó el nombre a Binissalem-Mallorca. Años después, en 2005 se suprimió el nombre de la isla de la DO y se pasó a denominar Binissalem, como se conoce actualmente. Alrededor de 580 hectáreas constituyen esta pequeña Denominación de Origen a 25 kilómetros de Palma, la capital de la isla. Su extensión recorre cinco municipios: Santa Maria del Camí, Consell, Santa Eugènia, Sencelles y Binissalem.
Aunque la DO es pequeña, ha sido constituida gracias a la herencia familiar de las bodegas que la conforman. En este sentido, cuando la filoxera destruyó la gran variedad de cultivos de vid de Cataluña, Mallorca pasó de 40.000 hectáreas cultivables a 7.000 hectáreas. No obstante, las bodegas de esta Denominación de Origen trabajan desde hace años para devolver las variedades autóctonas a la isla. Según los mismos datos que aportan las bodegas, hasta los años 60 no se pusieron en marcha las tareas de recuperación, pero en los años 90 es cuando realmente hubo una voluntad conjunta de lograrlo. Actualmente, este objetivo está muy presente dentro de las maneras de hacer de las bodegas y las variedades autóctonas se están convirtiendo en imprescindibles, no sólo por órdenes del consejo regulador de la DO, sino porque los mismos viticultores confirman que es el camino a seguir.
El cambio climático y el mosquito verde
Las Islas Baleares también han sufrido mucho el cambio climático. Además, la vid ha sido uno de los cultivos más maltratados por los desajustes meteorológicos y la falta de agua. En el 2024, los viticultores han perdido alrededor de un 30% de las cosechas sobre todo debido a la sequía. De esta manera, en una zona donde antes llovían 400 litros de agua al año, apenas han llegado a los 250 litros. Esta drástica reducción ha hecho que se planteen nuevas maneras de cultivar e incluso han aumentado las quejas de los agricultores, que aseguran que hay que priorizar la vid antes que otras cosas en términos de consumo de agua.
Además, el mosquito verde también ha sido un enemigo de los viñedos de la DO Binissalem. Esta plaga agrupa una serie de insectos chupadores de la familia de los cicindélidos y que afectan a otras plantas cultivadas y silvestres. Sin embargo, las variedades más sensibles pueden llegar a morir a causa de estos insectos, lo que aún hace más frágil la supervivencia de los cultivos. Por ello, en la DO valoran los remedios naturales y luchan por eliminar las plagas de manera orgánica para que los viñedos se fortalezcan.
Más información de la mano de Ariadna Rafols y la Escuela de Enoturismo de Cataluña: