Cierra puertas la quincuagésima edición de la Fiesta de la Vendimia de Alella, y lo hizo este 16 de septiembre con un último acto, una mesa redonda, que ha permitido reflexionar sobre la realidad del sector agrícola. Nacida el año 1975 en el marco de las Fiestas del Milenario del nombre de Alella, la Vendimia es la gran fiesta del municipio de la comarca del Maresme. Mucho más que la Fiesta Mayor, por ejemplo. Por importancia, por entidad y por volumen de gente que asiste, del pueblo y de los alrededores.

Haciendo un resumen rápido, en la última década, la Fiesta de la Vendimia de Alella ha seguido un patrón estable y encadenaba una serie de actos que cada año eran más o menos iguales. Hereus i pubilles cosechaban uva en la Viña Testimonial, un acto inaugural con presencia de los niños pisando uva con los trajes tradicionales y parlamentos de personalidades, que daba el pistoletazo de salida a la Fiesta.
Y ¿en qué consistía la Fiesta? En primer lugar, una muestra gastronómica y vinícola donde probar durante un fin de semana las propuestas culinarias los restaurantes de la zona y acompañarlos de vino de la DO Alella. En segundo lugar, visitas organizadas a todas las bodegas de la DO. En tercer lugar, conciertos cada día. Y todo ello, aliñado con correfocs, pasacalles de gigantes y renacuajos y otras expresiones de la cultura popular. Acabado el fin de semana festivo, tenían lugar (normalmente lunes, martes y miércoles, si la Fiesta lo permitía) las Catas con Personalidad, en que un sumiller reconocido guiaba una cata, a menudo, maridada con algún producto gastronómico.

Dos semanas de actividad vinícola frenética
Y ¿cómo ha sido esta quincuagésima edición? Pues ha pasado todo esto… y mil cosas más. El Ayuntamiento de Alella ha dedicado un buen presupuesto a la Fiesta y se ha notado. Han sido casi dos semanas de actividad vinícola frenética donde todo ha funcionado como un reloj y donde todas las propuestas han disfrutado de un notable éxito.
Josep “Pitu” Roca dirigió la cata central de la fiesta, combinando su hipnotizante retórica poética y permitiendo probar al público alguna joya de aquellas que no están al alcance de todo el mundo. Ferran Centelles invitó a reflexionar sobre el presente y futuro de la DO Alella con la colaboración de representantes de seis de sus bodegas. Joan Lluís Gómez (exsommelier del Sant Pau de Carme Ruscalleda) y Montse Velasco (Nariz de Oro, 2011) divirtieron el público en una originalísima cata que combinó música, vino y comida recordando las décadas de los 70, 80, 90, 2000 y 2010. Pero las catas no se acabaron con los nombres de prestigio. Una cata de vinos y chocolates; un maridaje de vinos con ópera; un espectáculo de la Coral Joia, la coral local, que combinó canto, sardanas, video y vino; una cata joven que tuvo un éxito brutal y que nos hace soñar que no lo tenemos todo perdido con los jóvenes en el mundo del vino; y un divertido concurso de cata por parejas acabaron de dar forma en un programa que será difícil de olvidar.
Visto el nivel y como ha funcionado todo en esta 50.ª edición, seguro que la 51 será mucho mejor que la 49.