VadeVi
El futuro del vino está en buenas manos: hablan enólogos jóvenes

Los dos forman parte de una nueva generación de enólogos jóvenes, que llegan muy preparados y con trayectorias algo diferentes. Carlota Pena (1993), enóloga y viticultora de la bodega Vinyes d’Olivardots (DO Empordà), ha crecido alrededor de un proyecto de vino y vida; Llorenç de Ferrer (1991), por su parte, con la misma formación, relata cómo ha buscado la manera de hacerse un hueco en el mundo del vino a pesar de que provenía de una familia que no tenía ninguna relación con el sector.

Llorenç de Ferrer en una imagen reciente a la bodega Les Acàcies | Foto: cedida

Los orígenes

Carlota se enamoró del mundo del vino ya de muy pequeña, cuando solo tenía doce años. Su madre empezó el proyecto de Vinyes d’Olivardots, donde ella ya ayudaba, y pronto tuvo claro que aquello que la ocupaba era lo que quería hacer en su vida. Hoy día, la joven enóloga dirige la parte de viña de la bodega, compartiendo el día a día con la madre, e innovando con la creación de su propia línea de vinos.

Por el contrario, Llorenç llegó al mundo del vino por casualidad, cuando él estudiaba la carrera de Ingeniería Técnica Agrícola y eligió enología como asignatura optativa. Fue un mundo que lo atrajo enseguida y decidió seguir haciendo el camino del vino: haría su primera vendimia a la bodega La Vinyeta, y el año siguiente decidió iniciar los estudios de enología en la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, donde coincidió con la Carlota y otros enólogos reconocidos cómo Roc Gramona o Martí Torrallardona. Hoy en día es el enólogo y viticultor de la bodega Les Acàcies de la DO Pla de Bages al mismo tiempo que crea su pequeño proyecto, Dos Alas, con su pareja Andrea del Río, en el Berguedà.       

Carlota Pena tiene en el suya propia línea de vinos a Viñas Olivardots | Foto: cedida

Estudios, ver mundo e innovación al vino

Una vez acabaron los estudios de enología, los dos decidieron hacer las maletas y ver mundo, un hecho que ambos coinciden que es «vital» para crecer como enólogos y ver el mundo del vino antes del propio para poder continuar creciendo. Carlota se fue a California y allá descubrió el mundo de la biodinámica, y le abrió los ojos para ver que había otra manera de trabajar y que este era el camino para continuar. Llorenç marchó a Australia y también a California, donde recuerda que, siente el nuevo mundo, «buscan una manera más práctica de trabajar» como por ejemplo hacer toda la entrada de la uva por gravedad, sin ninguna bomba.

También coinciden en el hecho que el mundo del vino, desde que ellos dos se incorporaron, se encuentra en «muy buen momento«, cada vez, dirán, «hay más cultura», y como dice Carlota, permite «trabajar sin miedo de probar cosas nuevas», cosa que hace que cada vez la gente más joven también decida iniciarse en el mundo vino.

Los enólogos actuales están más en contacto con la viña, dicen las nuevas generaciones | Foto: cedida

El futuro positivo, pero atentos al cambio climático

Para Llorenç, una de las grandes diferencias de esta generación con las anteriores está en el hecho que son enólogos de campo, es decir, «las generaciones anteriores controlaban más los parámetros que pudieran obtener en el laboratorio de la bodega y los enólogos más jóvenes controlan más el que pueda estar pasando en la viña».

Y cuando piensan en futuro, Carlota visualiza «muy buen camino, adaptándonos al cambio climático, puesto que como todos sabemos es un factor que nos preocupa y que tendremos que conseguir acostumbrarnos, pero que esto hará que tengamos mucha más conciencia del valor y la dificultad que tiene hacer una botella de vino». Llorenç ve un futuro «muy cambiante», pero con «muchas nuevas oportunidades por cualquier elaborador que consiga adaptarse al cambio climático, acabará triunfando«.

Nou comentari

Comparteix

Icona de pantalla completa