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Del garaje al cava: dos modos de ser pequeño entre viñedos

Hay quienes entienden el viñedo como una extensión de tierra. Otros, como una extensión de vida. En Vadevi conversamos con dos bodegas que demuestran que el tamaño no lo es todo. Les Acàcies, una de las bodegas más pequeñas de Cataluña en superficie —y, según ellos, quizás del mundo—, y Molí Parellada, la más pequeña en cuanto a producción, ejemplifican dos maneras de entender el vino y constatan que en el frasco pequeño está la buena confitura. 

Les Acàcies: vino de altura hecho a mano

En Les Acàcies, una bodega situada en el término de Avinyó a 500 metros de altitud, la historia comenzó como un juego: “Hacer vino para los amigos, para pasar un buen rato. Mario Monrós y su pareja empezaron a hacer vino en un antiguo establo de caballos. Habilitaron el espacio como pudieron y todo comenzó con cuatro botellas”, recuerda Llorenç De Ferrer, enólogo de la bodega.

Con el tiempo, aquel “vino de garaje” fue creciendo, pero la esencia se mantuvo. Hoy elaboran unas 20.000 botellas anuales, todas a partir de microvinificaciones hechas en el mismo espacio inicial. “Hemos crecido en viñedo, sí, pero la bodega sigue siendo la misma. Esto nos obliga a ser muy cuidadosos y nos permite mantener un control artesanal absoluto”, afirma el enólogo. 

El clima continental del Bages, con altas variaciones térmicas y una marcada sequía, condiciona los ciclos del viñedo, y también el carácter de los vinos. En 2012 plantaron la primera hectárea de tempranillo y hoy ya tienen seis. Aun así, no todo ha sido fácil. “Hemos sufrido heladas duras, pero cada año aprendemos un poco más. La gente queda sorprendida cuando ve cómo trabajamos, en un espacio tan reducido, pero precisamente ese es nuestro rasgo distintivo”, asegura De Ferrer.

Imatge del celler Les Acàcies / Ruta del vi del Bages
Imagen del exterior del edificio de la bodega Les Acàcies / Ruta del vino del Bages

Molí Parellada

En Sant Sadurní d’Anoia, la capital del cava, encontramos la bodega que actualmente tiene una producción más reducida de vino según el Instituto Catalán de la Viña y el Vino (INCAVI), pero con una larga trayectoria en el mundo del cava. “Durante muchos años, dejamos de hacer vino para centrarnos en el cava. La DO Penedès ahora, por eso, ya forma parte de nuestro proyecto”, explica Júlia Rosa, la copropietaria de la bodega.

Fundado en 1987, Molí Parellada nació con una filosofía muy clara: entre lo minúsculo y lo mayúsculo está la ambición. Desde el primer día han querido hacer del detalle una bandera. Hoy elaboran entre 400.000 y 500.000 botellas de cava anuales, pero en vino solo producen 1.200 botellas. Desde Molí Parellada decidieron volver a sumergirse en el mundo del vino en 2017, después de un largo silencio vinícola. “La situación del sector nos hizo replantear el negocio. En 2017 volvimos al vino con la gama N’Joy, blanca y rosada, joven y aromática”, recuerda Rosa.

Con el nacimiento de su primera hija en 2020, la familia decidió hacer un blanco de crianza 100% sauvignon blanc, un gesto emocional que ha marcado una nueva línea de productos: 800 botellas de blanco de crianza y 400 de tinto. “Es una producción mínima, pero muy pensada. Con cada botella hay una historia, y eso el consumidor lo nota.”

A pesar de las diferencias —Les Acàcies apuesta por el vino tranquilo a pequeña escala y Molí Parellada es experto en cava con producciones vinícolas mínimas—, ambos proyectos comparten una misma mirada: cuidar el detalle, huir de la producción masiva y entender el vino como una forma de vida.

Imatge del Molí p Parellada / Cedida
Imagen del Molí p Parellada / Cedida

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