“El vino nunca ha apostado por el consumo en discotecas, como sí lo ha hecho el champán francés u otros productos como la cerveza o los licores”, afirma Ramon Mas, secretario general del Gremio de Empresarios de Discotecas de Barcelona y Provincia, en una conversación con Vadevi. Según Mas, esta ausencia explica en parte por qué el vino no es tan popular entre los jóvenes, ya que no se encuentra habitualmente en las barras de las discotecas, espacios clave del ocio juvenil. “Este tipo de locales son esenciales para adaptarse y crear nuevos hábitos de consumo, pero el vino aún no ha dado ese paso”, añade.
En la misma línea, Fran Marín, encargado del departamento de marketing de Alcodis, apunta que nunca ningún proveedor de vino les ha propuesto introducirlo en las discotecas. Alcodis, empresa dedicada a la distribución y venta al por mayor de bebidas espirituosas, refrescos, cervezas y bebidas premium, tampoco percibe interés por parte del sector. “El vino no es una bebida pensada para consumirse como se hace con los destilados. Su finalidad principal es maridar con comidas y cenas, no embriagarse o consumirlo en exceso, como ocurre con otras bebidas”, explica Marín.
Además, destaca que el consumo de vino “no encaja ni con el ambiente ni con las tendencias de estos locales”. Según Marín, los productores de vino no quieren asociarse con espacios de consumo que no se ajusten a su filosofía. En este sentido, Vicenç Ferré, propietario y quinta generación de la bodega Mas Vicenç, insiste en que el vino no se quiere asociar directamente con el alcohol. “El vino es alimentación y debe girar en torno a la gastronomía. Es en momentos de degustación que cobra todo su sentido”, afirma Ferré.
Para Ferré, es importante que el vino mantenga sus espacios de consumo propios y seleccionados. “El vino ha entrado en los lugares que debía entrar”, asegura. También destaca que es un producto asociado a celebraciones y a un perfil de consumidor medio-alto. “Por ejemplo, el vino está presente en las barras de las pistas de esquí o en coctelerías que fomentan un consumo más slow”, puntualiza.

Los jóvenes y el vino: la asignatura pendiente
El camino para atraer a los jóvenes a la cultura del vino, a pesar de algunas buenas prácticas y campañas a favor, sigue siendo una asignatura pendiente. Las cifras no son muy esperanzadoras: según varios estudios recientes, el vino no termina de ganar adeptos entre los consumidores jóvenes. De hecho, los datos van a la baja. El Informe del Consumo Alimentario de España 2023 indica que solo un 3% de los menores de 35 años consumen vino, una cifra inferior al 3,8% de 2021 y al 4,4% de 2020, en plena pandemia.
Mas recuerda que hay ejemplos de éxito de bebidas que se han popularizado gracias a su introducción en las barras de discotecas, un modelo que tal vez el vino aún debe explorar. “Es una cuestión de marketing y de tendencias. En los años 90, por ejemplo, la cerveza Coronita tuvo un gran éxito porque supieron posicionarla con un trozo de limón. Lo mismo ocurrió con el Jägermeister, que pasó de ser un aperitivo desconocido a convertirse en una bebida popular gracias a la música electrónica y los festivales”, concluye.