Por unas fiestas llenas de burbujas

Los vinos espumosos tienen la virtud de acompañar con solvencia todo tipo de platos, pero también todo tipo de celebraciones, sobremesas y tertulias. Las burbujas son siempre motivo de joya y alegría y hacen que cualquier momento, el que sea, acontezca especial. Aprovechamos ahora que se acercan momentos de reencuentro familiar para disfrutar de la vida con una copa de espumoso.

• Espumosos todo terreno aptos para todos los paladares

Son espumosos que por sus características gustan a todo el mundo. Son frescos, con buena acidez, afrutados y su carbónico, aunque presente, es fin y muy bien integrado. Son aquellas burbujas que hacen cosquillas a la lengua o como nos gusta decir a muchos sumilleres, son burbujas que cuchichean al aterrizar a la lengua. Se caracterizan para tener una crianza en botella de más de 18 meses, el que conocíamos de toda la vida como espumoso reserva. Mi recomendación es que tengan alrededor de los 24 meses de crianza. Si brut o brut nature ya es una cuestión de cómo os guste el cava, con un final ligeramente dulce, más amable (pero que no pase de 8 gramos de azúcar por litro) o bien con un final más seco y abrupto.

• Espumosos con crianza pero sin exagerar

Son espumosos que al tener un mínimo de 40 meses de crianza, ya empiezan a aparecer unas notas de complejidad producidas por la autólisis (autodestrucción) de las levaduras de la segunda fermentación. Acideces muy bien equilibradas y todavía dominan los aromas afrutados, pero con un carácter de fruta más madura y en algunos casos de mermelada de frutas. También aparecerán con más facilitado las notas anisadas, de hinojo. El carbónico es muy fino aportando sensación cremosa. Son los más gastronómicos de todos. Cómo en el caso anterior, si brut o brut nature, ya es una cuestión personal.

• Espumosos de muy larga crianza para disfrutar de la autólisis

Son los más complejos de todos los espumosos. Tienen un mínimo de 60 meses de crianza en botella con sus madres. Dominan las notas terciarias, las de la autólisis profunda y su carácter afrutado es de frutas escalivadas al horno, tipo manzana o piña al horno. Es habitual la presencia de notas anisadas y de especies dulces como la vainilla y la canela. No son para todo el mundo. El carbónico es efímero y deja una textura en boca muy cremosa. Normalmente, presentan muy buenas acideces. Largos y plenos de matices, suelen ser elegantes. En la hora de maridar-los, hay que buscar armonías que no los pongan al límite, puesto que se perderá parte de sus sutilidades.

• Espumosos para los más jóvenes de la familia (con edad de beber)

Los acabados de llegar a la mayoría de edad siempre encogen la nariz cuando se los ofrecemos burbujas, sobre todo si son demasiado clásicas. Algunos tienen la visión que son una bebida aburrida y de gente mayor. Si la experiencia previa con burbujas es de algún botellón hecho con productos de baja calidad, entonces tienen el recuerdo del mal momento posterior a la ingesta. Si queremos seducirlos hay que poner algunas burbujas que puedan empatizar con este público. Tienen que ser espumosos muy frescos, de buena acidez, afrutados con el carbónico vive, pero no desagradable y que tengan una apariencia divertida. Los elaborados con método ancestral son siempre una buena opción por los más jóvenes de la mesa.

• Espumosos para disfrutar de manera egoísta

Hay espumosos que por su crianza y su complejidad son capaces de emocionar en cada trago. No gustan a todo el mundo porque no están pensados por su consumo masivo, ni habitual. Son los espumosos que acompañan de manera superlativa las sobremesas, las tertulias o las conversaciones. Sugestionan y nos hacen viajar por los sentidos. Dan tanta satisfacción que casi sabe mal compartirlos, a pesar de que compartiéndolos siempre se disfrutarán mucho más. A pesar de tener un precio alto, no son caros. Son un bálsamo para el alma. Si sois amantes de las burbujas, se tienen que probar al menos una vez en la vida.