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Les tres fases de compra de los estadounidenses que pueden salvar los vinos europeos

Los aranceles de Donald Trump han marcado un nuevo rumbo incierto para las empresas vitivinícolas europeas. Hay quienes aseguran que es momento de diversificar el negocio y otros recomiendan mantener el contacto con los distribuidores norteamericanos para no perder terreno. Sea como sea, la situación no ha beneficiado a las exportaciones europeas, que de alguna manera siempre han dependido mucho de los estadounidenses. Dicho esto, no hay certeza de que la situación no pueda mejorar y no precisamente por la retirada de las políticas arancelarias que exige la Comisión Europea, sino por el comportamiento de los mismos compradores estadounidenses. Según afirma un informe de Liv-ex, podrían ser los estadounidenses los salvadores de los vinos europeos, no sin antes, sin embargo, hacer caer en picado sus ventas.

El marketplace británico publica este mes de mayo las conclusiones del último informe de exportaciones mundiales y sin duda todo gira en torno a los Estados Unidos. Según parece, son los consumidores quienes desafiarán las leyes impuestas por Trump por el supuesto aumento de las compras de productos americanos. Así, Liv-ex detecta tres fases que si se cumplen podrían predecir un futuro menos catastrófico para los vinos europeos. En una primera fase, argumenta el estudio, «se reducirá considerablemente la compra por un período». Esta es la etapa que se vive en la actualidad, ya que los datos de este mismo informe reconocen que el mercado de vino europeo aún no ha encontrado un nuevo equilibrio tras el golpe de los aranceles. La decisión temporal de reducir los aranceles durante 90 días ofrece una tregua, pero la incertidumbre sigue siendo el principal obstáculo. De esta manera, los estadounidenses comenzarán dando la espalda a los vinos europeos y perpetúan los deseos de su presidente, al menos en un primer término. Aunque Liv-ex no determina cuánto durará, aseguran que no será infinito.

La compra se reducirá por varios motivos, pero el principal será la oferta de vinos del mismo país, probablemente del Valle de Napa, en California. De hecho, el mismo informe concluye que «es casi seguro que la compra estadounidense caerá mientras haya aún suficientes existencias en suelo estadounidense». Así pues, es probable que la compra de vinos importados de Europa disminuya. No obstante, no todos los consumidores estadounidenses evitarán los vinos europeos. El mismo estudio también recuerda que habrá una parte de la demanda que estará vinculada a aquellos consumidores estadounidenses que estén dispuestos a absorber la tarifa

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump / EP
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump / EP

Menos demanda lleva a precios bajos

La fase dos será aún más difícil de mantener que la primera. Si los estadounidenses dejan de buscar los vinos europeos, estos verán sus precios reducidos. En este sentido, en un mercado que continúa viéndose afectado por un desequilibrio de oferta-demanda, una reducción del valor de compra presenta un grave problema. Paralelamente, hay que tener en cuenta que los estadounidenses han sido siempre clientes que valoraban al alza los vinos europeos y, por tanto, de los países donde se vende más caro el producto. En un momento en que los aranceles disminuyan la demanda, estas subidas en las exportaciones de las regiones vitivinícolas europeas se verán afectadas. Ahora bien, aunque esta caída de precios puede ser dura para el mercado global, puede acabar aliviando el impacto de los aranceles para el consumidor en los Estados Unidos. Tal como ejemplifica el marketplace británico: «Manteniendo el resto de factores constantes (y esto es clave en un entorno macroeconómico tan inestable), si los precios bajan un 5%, un arancel del 10% se vuelve mucho más soportable».

Una nueva era de recuperación

La realidad, sin embargo, es que todavía quedan muchos aspectos por limar, ya que no hay certeza de que los costos añadidos de los aranceles repercutan directamente en los consumidores, lo que podría provocar que la teoría de Liv-ex de las tres fases perdiera cierta fuerza. Aun así, el informe concluye que tras la caída de precios y una vez se agoten las existencias de los estadounidenses repuntarían las ventas de vinos europeos en este país. De esta manera, el estudio asegura que el vino de alta gama es único e inintercambiable, así que los compradores estadounidenses siempre volverán cuando tengan que llenar sus reservas con productos europeos. Además, el estudio también menciona que la última vez que se aplicaron aranceles por parte de los Estados Unidos no cubrían todos los vinos de la Unión Europea y en la actualidad sí, lo cual «iguala las condiciones para todos», explican desde Liv-ex. Sin embargo, también aseguran que saldrán beneficiadas aquellas marcas de bajo riesgo, es decir, que ya tengan cierta consolidación en el mercado estadounidense.

Nadie tiene certeza de cómo acabará la situación, ni siquiera de cuál será el impacto real para las regiones vitivinícolas europeas, pero las teorías de Liv-ex pretenden construir una imagen menos pesimista en la cual hay margen de recuperación. Aun así, el informe también defiende que mientras la situación continúe siendo volátil, es probable que los compradores estadounidenses continúen sin comprometerse. Más allá del impacto sobre el consumidor en EE.UU., los productores de la UE y los comerciantes que exportan al mercado estadounidense se mantienen a la espera, con cierta inquietud, de su evolución.

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