El mildiu, una enfermedad provocada por el hongo Plasmopara viticola, es uno de los principales quebraderos de cabeza de los viticultores catalanes. Presente en la península desde finales del siglo XIX, este hongo ataca las hojas, el tallo y los racimos de las vides, comprometiendo la cosecha tanto en cantidad como en calidad. En un contexto de cambio climático y agricultura sostenible, su control se vuelve aún más complejo, especialmente para los cultivos ecológicos, que tienen limitaciones estrictas en cuanto al uso de productos fitosanitarios.
Un enemigo persistente en el viñedo
Para hacer frente a este reto, se ha iniciado un nuevo ensayo experimental en una parcela del Penedès. La iniciativa agrupa a varios actores del territorio: las ADV de la bodega Vitalpe, Sant Martí Sarroca, Sant Llorenç d’Hortons, la Granada, y la empresa Vallformosa, junto con el Institut Català de la Vinya i el Vi (INCAVI), la Escuela de Viticultura Mercè Rossell y Domènech d’Espiells y el Servicio de Sanidad Vegetal.
“El INCAVI realiza este estudio para afinar la aplicación del cobre en viticultura ecológica, que no permite el uso de productos químicos”, explica Lluís Giralt, investigador de viticultura del INCAVI, a Vadevi. Los objetivos de la investigación son claros: mejorar la persistencia del cobre mediante combinaciones con oxicloruro y probar nuevos productos con baja concentración de cobre pero alta eficacia.
La novedad del ensayo radica en la creación de condiciones óptimas para el desarrollo del hongo, mediante aspersores que simulan lluvia artificial y, si es necesario, la siembra de esporas. Esto permite evaluar de manera precisa la eficacia de diferentes tratamientos, especialmente aquellos aptos para la agricultura ecológica.

Desvincularse del cobre
Actualmente, la Comisión Europea establece un máximo de seis kilos de cobre por hectárea y año, calculado en un promedio de cinco años. Pero, según Giralt, la previsión es que la restricción cada vez vaya a más: “De modo que debemos lograr que alguno de los productos testeados ahora nos permitan prevenir con una cantidad de cobre mínima, pero efectiva”. Para el investigador, la meta es lograr que “el uso de cobre no deje rastro en la elaboración del vino”.
Una primavera de hongos
El contexto y el cambio climático han puesto más alertas a encontrar soluciones contra el mildiu. De hecho, este año el clima ha sido especialmente propicio para la aparición del mildiu. Las lluvias persistentes y temperaturas suaves han favorecido la aparición temprana de los primeros focos. Esto confirma que, en viticultura, la anticipación es clave.
Por este motivo, desde el INCAVI se estudian paralelamente variedades de vid resistentes al mildiu y al oídio a través de programas de hibridación como el proyecto VRIACC, y se mantiene un seguimiento cuidadoso desde las estaciones de avisos del Servicio de Sanidad Vegetal.
El conjunto de estas iniciativas evidencia un compromiso claro del sector para adaptarse a las exigencias del viñedo ecológico y a las restricciones normativas europeas. Tal como afirma Giralt, la producción ecológica obliga a los agricultores “a actuar preventivamente”, y es en este punto donde la investigación y la innovación tecnológica se vuelven fundamentales para garantizar una viticultura sostenible, rentable y respetuosa con el medio ambiente.