Una de las sensaciones que más emocionan de un vino es que al olerlo te transporte directamente a las esencias del territorio dónde han crecido y madurado los racimos con los cuales ha sido elaborado. Y esto es el que sucede cuando a la copa tenemos un Primitivo de Bellmunt, un vino que guarda todas las esencias del Priorat más puro, de aquel que tan buenos ratos de goce nos ha dado y que por parte de una buena pandilla de bodegas parece que haya prisa para enviarlo a la papelera de la historia.

Garnachas y cariñenas centenarias
El Primitivo de Bellmunt nace del buen saber hacer de la bodega Bartolomé de Bellmunt del Priorat el que fue, a mediados de siglo XX, el pueblo minero más importante de la comarca. Este municipio está situado en el sur del Priorat, ligeramente hacia poniente y mediodía y delimitado en el norte y noroeste por el río Siurana. De las terrazas con suelos de pizarra, conocidos con los nombres de El Grinyó y Los Molins, salen las garnachas y cariñenas centenarias, de las que tiene cura el viticultor Antonio Rodríguez y con las que, a partes iguales, se elabora este vino. A la bodega, bajo la batuta del enólogo David Garcia, se vinifica y se le da una crianza de 12 meses en barricas de roble francés nuevas de tostado medio. De la cosecha 2019 salieron al mercado un total de 2.846 botellas.
La cosecha del 2019 en Bellmunt estuvo condicionada, por un lado, por la escasez de lluvias, y a pesar de que en el mes de octubre cayeron fuertes precipitaciones, la lluvia caída se situó por debajo de la media de los cinco años anteriores. Y, por otro lado, por el estallido de una ola de calor a finales del mes de junio. Todo ello provocó una reducción de la cosecha, a pesar de que fue de muy buena calidad.
Notas de cata
Servido a la copa, en este caso una Zalto Bordeaux, la botella 2.352 de 2.846, presenta un color rojo cereza picota, de capa alta, limpio y brillante. Deja una lágrima densa, de evolución lenta.
En nariz es fragante y nos ofrece de entrada unos aromas delicados, de tostados, cacao y caramelo, y de especies dulces, vainilla, provenientes de su crianza. Enseguida afloran notas afrutadas, tanto de frutas rojas como de negras, muy maduras, formándose un conjunto armónico entre todas ellas, al mismo tiempo que se van añadiendo nuevas notas especiadas, de tomillo y clave, y algunos recuerdos balsámicos, todo sobre un fondo de marcada mineralidad. El
La entrada en boca es cálida y voluminosa. Muestra una textura sensacional. La acidez, presente, pero casi solo perceptible a nivel de la estimulación de la lengua, se invierte a equilibrar el alcohol, consiguiendo una frescura exquisita y hace de hilo conductor del vino a través de un paso de boca sedoso, marcado por unos taninos muy pulidos, redondos y maduros y un conjunto gustativo donde nuevamente las frutas muy maduras hacen tándem con las notas, muy bien integradas, de la crianza. Muy estructurado, es muy largo y persistente. Un vino de traca y pañuelo, que todavía tiene recorrido por delante.
No hay que decantarlo, pero sí que es muy aconsejable abrirlo un par de horas antes de disfrutarlo. Es un vino que acompañará con solvencia las carnes más potentes, sobre todo las de caza mayor, pero también las de vaca y becerra maduradas, tanto hechas a las parrillas como asadas. También constituye una excelente pareja de baile para todas las elaboraciones de aves cocinadas con salsas.
Primitivo de Bellmunt 2019
- Bodega Bartolomé (Bellmunt del Priorat)
- DOQ Priorat
- 50% cariñena tinta, 50% garnacha tinta
- 12 meses de crianza en barricas nuevas de roble francés
- PVP aprox.: 35 euros