Como mujeres, a menudo nos toca pedir la carta de vinos cuando vamos a un restaurante. En cambio, un hombre solo tiene que sentarse para que esto suceda automáticamente. Puede parecer un gesto menor, pero es un ejemplo más de los micromachismos que persisten en los espacios de ocio. Estos pequeños gestos contribuyen a una cadena de actitudes que escalan hasta desigualdades estructurales más grandes.
Sin ir más lejos, este año el Observatori Dona Empresa Economia (ODEE), evidenciaba el retroceso de la presencia de mujeres en puestos directivos que se ha experimentado en Cataluña. Según esta institución, en 2023 solo el 33% de las direcciones están ocupadas por mujeres, en comparación con el 39% de 2020. Paralelamente, la brecha salarial por hora se mantiene alrededor del 20,6%. “El talento femenino está desaprovechado. Continúa el techo de cristal”, subraya la directora del ODEE, Carme Poveda.
Esta realidad no solo afecta al sector STEM, a menudo asociado a la masculinización, sino también a otros ámbitos tradicionalmente liderados por hombres, como el sector del vino. Tal como explica la fundadora de la feria Mujeres del Vino y enóloga vinculada a la DOQ Priorat, Anne Cannan, “el 75% de las mujeres que trabajan en el sector lo hacen por herencia familiar, y muy pocas acceden al mundo del vino desde fuera. Siempre se ha considerado un sector para hombres porque se le ha vinculado con la agricultura, como un trabajo exigente físicamente”.
En este sentido, la fundadora y socia del club DonesVi, Emma Benet destaca que en Cataluña y España la presencia de mujeres en el sector vinícola ha mejorado, con más enólogas y propietarias de bodegas referentes. Sin embargo, lamenta que aún hay camino por recorrer: “Vemos muy pocos nombres femeninos en las posiciones de toma de decisiones y en publicaciones importantes”, aclara, en Vadevi.
Viñedos con nombre de mujeres
A pesar de las barreras, el panorama del vino comienza a mostrar signos de una transformación impulsada por mujeres decididas a cambiar las reglas del juego. Figuras como Cannan y Benet lideran iniciativas que visibilizan el papel femenino en un sector históricamente dominado por hombres.
En 2009, Anne Cannan impulsó “Tast amb Dones” en la bodega Clos Figueras, durante la feria del vino de Gratallops (Tarragona), para dar visibilidad a las mujeres productoras del Priorat. El evento, que se repite anualmente, se ha convertido en una cita clave para los amantes del vino. Además, el éxito de esta feria en el Priorat inspiró el primer showroom de Mujeres del Vino en la emblemática feria Alimentaria (Barcelona) en 2016. “En el sector del vino siempre se habla de las mismas personas, y son hombres”, comenta Cannan. El objetivo de las ferias es dar visibilidad a las mujeres que trabajan en el mundo del vino, y situarlas en posiciones más reconocidas, que vayan más allá de las tareas invisibles, como las administrativas, turísticas o en el laboratorio.

Por otro lado, Benet fundó DonesVi en 2018 para reivindicar el papel femenino en el mundo del vino. “Todo comenzó desde el enojo de ver que los restaurantes le entregaban la carta de vinos a mi padre en lugar de a mí”, recuerda la sommelier. En primer lugar, Benet comenzó haciendo pequeñas catas con sus amigas porque quería darles herramientas para revertir esta situación: “Quería empoderarlas para que dijeran: el vino lo elegimos nosotras”, exclama. Actualmente, su club ofrece experiencias que combinan vino, cultura e historia, con el objetivo de acabar con los clichés y fomentar la paridad.
A pesar de los desafíos, el mercado del vino comienza a reflejar un cambio. Cada vez más mujeres consumen vino y deciden cuál elegir, y algunas etiquetas se diseñan específicamente para este público.
En este sentido, Benet pone el foco en el crecimiento del consumo de vino por parte de las mujeres en Cataluña. Este ha crecido significativamente, reflejando un cambio en los hábitos sociales. “Ahora es habitual ver a mujeres disfrutando de una copa de vino, solas, en un café o un bar, una imagen impensable hace unos años. También se está perdiendo el estereotipo de que el vino rosado es para mujeres”, destaca la experta. Además, muchas etiquetas de vino se están diseñando con un enfoque claramente femenino, asociando rostros y estilos a los gustos de las mujeres.
Como concluye Benet: “Hoy debemos comenzar a escribir los libros que recojan la historia de todas las mujeres que han hecho posibles los vinos, los viñedos y denominaciones de origen que tenemos. Las futuras generaciones merecen referentes femeninos”.