Daniel Vardon Kennett era hijo de una familia de larga tradición en el comercio marítimo. Nacido el 1781 en la isla de Guernsey, una dependencia de la Corona británica situada en el Canal de la Mancha, llegó a Barcelona durante uno de sus viajes y se enamoró de los vinos y de la cultura catalanes. Empezó, entonces, a exportar vinos de nuestro país tanto en su isla natal como Inglaterra. Años después, se casó con Maria Francesca de Ferrer, propietaria de una finca en Santa Mardarida de Agulladolç, en Mediona, comarca del Alt Penedès. Vivió allá, entre viñas, hasta su muerte.

Un homenaje en forma de vino
Un británico entre viñas del Penedès, cautivado por los vinos, la cultura y el territorio de Cataluña. Una historia singular que hoy en día es homenajeada por Familia Torres con su bodega Vardon Kennett, un proyecto nacido el 2013. Sus instalaciones, además, son en la misma masía donde vivieron el comerciante y su esposa, construidas respetando la integridad arquitectónica de los edificios antiguos y su integración en el entorno.

Dos vinos espumosos
La bodega Vardon Kennett comercializa dos vinos escumosos de gama alta elaborados con el método tradicional y con uva proveniente de viñas propias en altura por la enóloga Ana Velázquez. Una altura que da a los vinos una parte muy importante de su personalidad.
En primer lugar, tenemos el Esplendor, elaborado con una cupada de Pinot Noir, Chardonnay y Xarel·lo. Un vino de producción limitada que tiene una burbuja fina y que, a pesar de que es fresco y elegante, también tiene toda la complejidad que le dan los como mínimo 36 meses de crianza en botella que ha pasado.

Por otro lado, Vardon Kennett también elabora el Rosé de Mar, burbujas rosadas, de producción muy limitada, de añada y de crianza larga. Elaborado íntegramente con Pinot Noir de las viñas de la misma bodega, seleccionado con mucha cura, es un vino de burbuja sutil y vivaz y que es la última novedad de este proyecto tan especial de Familia Torres.

La botella, otro homenaje a Vardon Kennett
En ambos casos, las botellas mismas también sirven para homenajear Vardon Kennett y su historia vital. Las líneas sinuosas y los relevos del vidrio remiten a las oleadas del mar y las etiquetas, con letras negras ribeteadas de oro, recuerdan una concha con sus ondulaciones. El escudo que aparece, finalmente, es el emblema original de la finca de Santa Margarida de Agulladolç, que todavía se puede ver hoy en día a su fachada.