La primavera pasada, después de tres años de una sequía histórica, la viña catalana comenzaba a dar señales de vida. Entonces, dos enólogos de referencia del territorio –Pau Peyri, en el Priorat, y Salvi Moliner, que trabaja entre el Penedès y el Montsant– coincidían en describir la vendimia 2025 como “una vendimia de transición”: pequeña en producción, pero con la esperanza de recuperar el equilibrio natural de la planta. Medio año después, con las uvas ya en la bodega y las primeras fermentaciones completadas, el balance confirma aquellas intuiciones. Los dos técnicos hablan de una añada excelente en calidad, con uvas sanas, maduraciones largas y equilibradas y una viña que vuelve a respirar después de mucho tiempo de resistencia.
Priorat: una vendimia lenta y con alma
Pau Peyri no se equivocaba mucho cuando, a principios de año, advertía que sería una vendimia corta en kilos pero de mucha calidad. Ahora, con el trabajo prácticamente cerrado, lo confirma con entusiasmo: “Ha sido una vendimia excelente, muy larga y pausada. La uva ha llegado a la bodega con una sanidad impecable y unas maduraciones ideales. Creo que es una vendimia que se recordará en el Priorat por su calidad”. Aunque la producción todavía queda por debajo de una cosecha media, las viñas han recuperado vitalidad. “Hay más hoja, más altura de los sarmientos y la planta respira: se ha vuelto a instalar la tranquilidad”, explica Peyri, que ve en este equilibrio una señal clara de recuperación.
El mildiu, que en primavera se presentaba como el gran riesgo, finalmente no ha sido un problema. “Ha habido alguna mancha puntual, pero nada destacable. El mildiu ha estado muy controlado”. Lo más destacable, según él, es la sensación de armonía que ha presidido todo el proceso. “Hemos podido vendimiar siguiendo completamente el ritmo de la planta, sin prisas. Ha sido una vendimia lenta, como antes, y eso se ha notado en la nobleza de la uva”.

Los primeros análisis postfermentación apuntan a vinos muy finos y equilibrados, de una gran pureza. Por todo ello, Peyri define el 2025 como “una vendimia de futuro”: un punto de inflexión después de años marcados por la sequía y el sufrimiento. “La uva estaba tan en su punto que todos los datos salen ideales. Aún es pronto para sacar conclusiones definitivas, pero la sensación es que volvemos a tener un año para hacer vinos que cuenten el territorio con calma y confianza.”
Penedès y Montsant: el regreso a la normalidad
Desde su perspectiva más amplia, Moliner también confirma que las previsiones se han cumplido, incluso con un punto de optimismo inesperado. “El mildiu era el gran riesgo del 2025, pero como íbamos preparados, lo hemos podido controlar muy bien y no hemos tenido problemas serios”. El resultado ha sido una vendimia muy equilibrada, con viñas más fuertes y vegetación más sana que en los últimos años. “Ha caído agua cuando tocaba y esto ha reforzado mucho las plantas. Aún faltan años para recuperar el máximo potencial, pero este ha sido el primer paso de verdad».
Las viñas más afectadas por la sequía siguen en proceso de recuperación, pero las que estaban mejor han dado un salto adelante: “Han hecho mucha vegetación y buena madera. Es un signo claro de que la planta vuelve a trabajar con energía”. En cuanto a las diferencias entre zonas, Moliner reconoce que este año el contraste entre Penedès y Montsant ha sido menos marcado: “El Penedès ha sido más agradecido, con lluvias más generosas; el Montsant, más irregular, porque hay lugares donde no ha llovido tanto. Pero en general, el balance es positivo”.
Su conclusión es clara: “Ha sido la vendimia de comenzar a recuperar la normalidad. Los vinos saldrán con muy buena acidez y equilibrio. Aún estamos por debajo de los kilos históricos de los últimos 15 o 20 años, pero si lo comparas con los dos años anteriores, la mejora es enorme”. Con un tono esperanzado, añade: “Es la vendimia del retorno a la vida. Hemos dejado atrás la sensación de supervivencia y volvemos a hablar de crecimiento, de proyectos y de futuro”.
Un año de renacimiento para el vino catalán
La vendimia 2025 no quedará registrada como una añada abundante, pero sí como un año de renacimiento. Después de un trienio de sequía que había dejado muchas viñas al límite, las cepas vuelven a mostrar vigor y los elaboradores respiran aliviados. Los kilos aún no alcanzan los niveles históricos, pero la calidad de los vinos y la salud de la viña apuntan a una nueva etapa.
Tanto Pau Peyri como Salvi Moliner coinciden en que la viña ha recuperado el equilibrio y que ahora hay que darle tiempo para que consolide esta nueva normalidad. “Es como si la viña hubiera salido del hospital”, decía Moliner en la entrevista de la primavera. Ahora, medio año después, podemos añadir que no solo ha salido, sino que vuelve a caminar con paso firme. La vendimia 2025 será recordada, entonces, como el año en que la viña catalana volvió a respirar -y con ella, todo un país que vive y late con el vino.