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Viticultura regenerativa: el futuro sostenible del vino

“Comenzamos hace catorce años con cubiertas vegetales y hemos ido aumentando la biodiversidad del viñedo”, explica Christian Barbier, de la bodega Clos Mogador, en declaraciones a Vadevi. Él se encarga de aplicar su visión biodinámica al viñedo y afirma que “para todos los que nos iniciamos en la viticultura ecológica, adoptar prácticas regenerativas ha sido un paso natural”.

Los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes: sequías extremas, lluvias torrenciales y una erosión acelerada del suelo. El viñedo, un cultivo históricamente adaptado a los climas mediterráneos, dependía de lluvias estacionales que favorecían su crecimiento. Ahora, la emergencia climática lo ha puesto en riesgo. Ante este escenario, la viticultura regenerativa se ha presentado como una solución para revertir los efectos del cambio climático, preservar la biodiversidad y garantizar un futuro más sostenible para el sector vitivinícola.

Restablecer el orden natural desde el viñedo

En Clos Mogador, miembro de la Asociación de Viticultura Regenerativa, combinan los principios de la agricultura biodinámica con técnicas como la fitoterapia y la mínima intervención humana para elaborar sus vinos. “Creemos que este es el camino hacia una viticultura más sostenible y consciente, con alma”, señala Barbier.

La viticultura regenerativa se centra en restaurar la fertilidad del suelo mediante prácticas que fomentan la biodiversidad, reducen el uso de químicos y favorecen la acumulación de carbono de manera orgánica. “Cuanto más vivo está el suelo, más CO₂ atmosférico puede capturar y más puede contribuir a frenar el aumento de las temperaturas”, detalla Barbier.

Cada vez son más los productores que aplican estas prácticas. De hecho, desde 2023, aquellos que lo hacen pueden obtener la certificación internacional de Viticultura Regenerativa, otorgada por la Regenerative Viticulture Alliance (RVA).

Bodegas contra el cambio climático

Otro ejemplo es la Bodega Marfil (DO Alella), que apuesta por técnicas similares con el objetivo de reducir el impacto ambiental. Según Xavier Garcia, enólogo y geólogo de la bodega, para trabajar bien el viñedo hay que tener en cuenta la composición del suelo, que varía según la zona: en Alella es arenoso y granítico, mientras que en Menorca es carbonatado y arcilloso. “Trabajamos de manera diferente según el terreno: en ambos lugares dejamos crecer la hierba todo el año y la cortamos progresivamente para reducir las temperaturas y conservar la humedad. En Alella aramos una o dos veces al año para evitar la erosión por lluvias intensas, mientras que en Menorca no aramos nada y dejamos que se forme una cubierta vegetal natural para minimizar el estrés hídrico”, explica.

Imágenes de viñedos con el mar de fondo | Foto: Maria Rosa Ferré

Entre las prácticas regenerativas más destacadas está la siembra de cubiertas vegetales, el uso de compost orgánico, la reducción de la compactación del suelo y la plantación de árboles para crear corredores biológicos. Todas estas acciones tienen un objetivo común: mejorar la retención de agua, reducir la erosión y fomentar un ecosistema equilibrado.

Técnicas regenerativas en el viñedo

En Clos Mogador utilizan la micropastoreo para gestionar la vegetación. “Primero pastorean las ovejas, que consumen la mayor parte de la hierba, y luego pasan los caballos”, explica Barbier.

Las cubiertas vegetales son clave en este modelo, tal como indica Barbier. Estas se siembran inicialmente y, con el tiempo, se adaptan al terreno. “Las raíces más profundas suelen ser de plantas pivotantes, como la colza o la mostaza. Al cabo de cinco años, dejamos que el terreno se regenere de manera natural, favoreciendo las especies autóctonas”, detalla. Las leguminosas, por su parte, se mantienen en las capas más superficiales porque retienen humedad y nutrientes como una esponja.

Aun así, el cambio climático ya ha obligado a introducir cambios en la gestión del suelo. “Hace cinco años que tenemos que arar bajo la cepa para controlar el aporte de nitrógeno. En lugar de añadir en exceso, hacemos aradas muy precisas con tracción animal, evitando que el proceso de fermentación se descontrole”, explica Barbier. Un exceso de aradas puede degradar el suelo, dispersar polvo y romper la capa microbiológica esencial para su equilibrio.

Más que una técnica, un compromiso

La viticultura regenerativa no es solo una opción para cultivar el viñedo, sino un compromiso con el medio ambiente. Además de aportar valor añadido a los vinos, refleja la filosofía de las bodegas que la practican. “Es un sistema más laborioso y exige mucha más mano de obra que el arado tradicional, pero nace de un compromiso con el planeta, con el proyecto y con la calidad del vino”, concluye Barbier.

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