El apagón en el Estado y Portugal del lunes 28 de abril dejó imágenes muy curiosas. Gente en la calle con instrumentos musicales, las terrazas llenas y una gran cantidad de fotos de velas se convirtieron en la tónica general de toda la tarde en algunos puntos de Cataluña. Por otra parte, también se vivieron momentos de tensión, con muchísimas personas sin poder regresar a casa debido a la paralización de prácticamente todo el transporte público. Una jornada, pues, que dio muchos titulares alrededor del mundo y que afectó -quien más quien menos- a todos. Siempre se ha asegurado que el sector vitivinícola es de los más tradicionales, de hecho, la integración de los procesos digitales en bodegas y explotaciones agrícolas sigue siendo una asignatura pendiente. Una situación que siempre provoca conflictos dentro del sector, pero que en el apagón general se convirtió en un salvavidas. Vadevi hace un recopilatorio de historias de elaboradores, sommeliers y agricultores que vivieron el apagón de cerca, pero con perspectivas, vivencias y anécdotas muy diferentes.
«Estábamos haciendo la cata en la enoteca familiar, presentando las nuevas añadas cuando de repente se fue la luz», explica Jordi Bort, director general de Llopart. Aproximadamente a las 12:35 del mediodía, las luces de la emblemática bodega situada en el Alt Penedès, cerca de Sant Sadurní d’Anoia, se apagaron por completo. Bort describe que coincidió con la presentación de un «Leopardi 2005 con 14 años de post degüelle». Así, el director general relata cómo los mismos profesionales que estaban invitados a la cata se tomaron la situación con humor y decidieron continuar con el evento con la ayuda de las linternas del móvil: «Disfrutamos en la penumbra de un gran espumoso con tanto tiempo en la Enoteca», asegura Bort, quien insiste en que se tomaron el momento de la mejor manera posible.
Precisamente una bodega como Llopart, que da mucha importancia a su carta de actividades enoturísticas podría haber sido un gran afectado. A la bodega llegan visitantes de diferentes partes del mundo dispuestos a probar los Coprinnat que elabora la familia. De hecho, el director general de la empresa vitivinícola familiar reconoce que había un grupo de clientes particulares del Reino Unido que se encontró el apagón de golpe. Lejos de entrar en pánico, Bort relata que les pidieron continuar: «Dadas las circunstancias y con un tono simpático decidimos hacerles una cata a ciegas de tres espumosos de la familia», ironiza el directivo de Llopart.
Una situación similar vivió Albert Amigó, sommelier y colaborador de este diario quien se encontraba en un restaurante con diferentes compañeros de profesión y restauradores haciendo un almuerzo con cata. «Si te soy sincero continuamos con toda la normalidad del mundo sin preocuparnos mucho», comenta Amigó. En concreto, se encontraban en Granollers, la capital del Vallés Oriental y una de las primeras ciudades en volver a tener luz en Cataluña. Tal como explica el colaborador y sommelier, «la tienda de vinos tenía planeado un almuerzo con conservas, así que no hubo ningún problema». Además, Amigó también confirma que en el momento que llegó el único plato que necesitaba ser calentado en el microondas «la luz ya había vuelto a Granollers«, concluye. Sin embargo, el conflicto principal se lo encontró al regresar a casa, ya que Amigó es de Sant Feliu de Codines, uno de los pueblos de la misma comarca que no tuvo tanta suerte y recuperó la luz a las 18 horas.

Un día normal en el campo
Es evidente que en el mundo del vino hay dos versiones del apagón general: aquellos que viven conectados con el mundo y los agricultores que controlan que la uva llegue a buen puerto. Se podría decir que el segundo grupo fue el menos afectado por esta inusual circunstancia. David Sendra, futuro responsable del Vino y la Viña de Unió de Pagesos confirma a este diario que «fue un día normal«. La realidad de un día en el campo, pues, no cambia con internet y luz o sin ellos. De esta forma, Sendra se fue a trabajar al campo como hace cada día, sin pensar que podría ser un día diferente. De hecho, al ser preguntado por las anécdotas del apagón, el agricultor reconoce que «no tiene ninguna». Sin embargo, su propia experiencia ya es diferente de la que vivió prácticamente todo el mundo. Mientras el caos se apoderaba de las ciudades, Sendra trabajaba su campo bien tranquilo, sin tener ni idea de lo que estaba pasando fuera de sus cultivos.
«Tenía un podcast descargado y lo estaba escuchando sin internet», admite Sendra en unas declaraciones a Vadevi. No fue hasta más tarde en la tarde, cuando al regresar a casa se dio cuenta de que la conexión había caído en todo el país. «Tenía que ir a una reunión a la que asistí sin saber si habría alguien», concreta el agricultor, quien además reconoce que este fue el momento en el que se fue encontrando con otros viticultores en la misma situación. «De verdad que hay agricultores que aún trabajan con tractores sin cabina y, por tanto, no pueden escuchar la radio«, dice Sendra, quien añade que para ellos no fue un día excepcional.
El talante catalán en una emergencia
Las reacciones de todos son diferentes ante una emergencia como esta. Dejando de lado la gente que lo pasó especialmente mal, atrapada en el transporte público o aquellos que no pudieron regresar a casa, sin embargo, los catalanes se tomaron la situación con mucha filosofía. Así lo relata Anna Casabona, sommelier de la bodega Juvé&Camps, quien en el momento del apagón general se encontraba en un curso de WineSET 3 de la escuela donde ella es profesora, Rack and Return. «A media mañana se fue la luz de la sala de hotel donde nos encontrábamos durante 5 minutos», dice Casabona, quien en ese momento no dio importancia a la situación. No fue hasta la hora del almuerzo que fueron avisados de que había habido un apagón en todo el Estado.
«Para mí fue una situación muy surrealista porque en la calle todo parecía normal», confiesa la sommelier, quien no vio la magnitud de la situación hasta que no llegó al bar y no pudo comer nada caliente. En grupo, todos los participantes del curso decidieron sacar lo mejor de la situación y almorzar un bocadillo frío con una cerveza, que tuvieron que pagar en efectivo. Mientras esperaban más información, uno de sus compañeros que venía de Estados Unidos aseguró que a diferencia de lo que estaba viendo, esa situación habría causado el pánico en su país, lo que provocó un ataque de risa a los presentes: «Es nuestro talante», responde a este diario la sommelier.
Sigue la última hora del apagón general en el directo de El Món.