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Productos y conversaciones llenan el ‘Espacio Vino’ del Fòrum de Girona

Estaba en una esquina de la planta baja del Palacio Ferial: el Espacio Vino se estrenaba este año en el Fòrum Gastronòmic de Girona como punto de encuentro permanente para los amantes del producto, de las novedades, y de aquellos quienes tenían ganas de conversar y probar libremente algunas de las marcas presentes durante el acontecimiento.

En total, se podían probar veintiocho vinos, nueve de la DO Penedès y diecinueve de la DO Empordà, quince blancos, cuatro rosados y nueve negros. Y complementando la oferta vínica, varias charlas donde participaron varias voces del sector vitivinícola actual. Todo ello, dirigido y organizado por el equipo de La Gastronómica, encabezado por Clara Antúnez y Jaume Montanyà.

Marta Pairó de la Bodega Pere Guardiola | Foto: J.P.

Marta Pairó y los vinos dulces

Marta Pairó habló de los vinos dulces del Empordà guiando una cata por los vinos de su bodega. Un moscatel y dos garnachas, los tres, vinos dulces naturales. Lo hizo compaginando los recuerdos, olores y espacios de la bodega, donde se guardaban los toneles de vinos dulces, con las calidades de los vinos.

El moscatel del Empordà, se hace con uva moscatel de grano gordo, cosechado sobremadurado y macerado en frío, para acentuar la acidez y la frescura. Se guarda en botas de castaño. De las dos garnachas, una es ámbar, hecha con lledoner blanco y por el sistema tradicional de soleras en roble, utilizando entre 7 y 8 soleras. La otra, Torre de Capmany viejas soleras es el dulce de gama alta de la bodega que elaboran con lledoner blanco y rojo, también con el sistema tradicional de soleras. Por este vino se emplean las soleras más viejas, la más antigua de las cuales es del año 1942.

En el Empordà, antes se distinguía la garnacha para referirse a un vino dulce y la que hacía referencia a la variedad de uva. El vino Torre de Capmany ganó el Vinari de oro al mejor vino dulce en 2018.

Los vinos dulces, a pesar de ser muy buenos, no acaban de encontrar su lugar en el mercado; vienen a representar solamente un 3% de las ventas. Quedan reducidos como acompañamiento de los postres, y tanto la Marta como la Clara, hablaron que no estaría mal que se bebieran como aperitivo, acompañando algunos platos como el foie o las anchoas.

De izquierda a derecha, Pau Albó de la Cooperativa de Espolla, Clara Antúnez y Miguel Coronado de Clos d’Agon | Foto: J.P.

Del Empordà, ¿garnachas o cariñenas?

Miguel Coronado, enólogo de la bodega Clos d’Agon de Calonge, y Pau Albó, enólogo de la Cooperativa de Espolla, impartieron una charla debatiendo sobre si la DO Empordà és más de garnachas o cariñenas. Aunque no se dijera en ninguna parte, se entendía que se trataba de lledoner o cariñenas tintas.

Cada uno de los ponientes presentó un vino en rama, es decir, un vino acabado de fermentar todavía no estabilizado. Estos vinos formarán parte de la mezcla de algunos vinos de la bodega, y eran de la última vendimia. La idea era poder comparar las dos variedades en el estado inicial, sin añadidos o tratamientos.

La viña de lledoner se plantó en 2019 en Calonge, compartieron que aportaba la energía de la juventud, mucha fruta, muy floral y algunos toques cítricos, fácil de ver y con poca complejidad. El lledoner coge fácilmente más grado alcohólico.

La cariñena era de viñas viejas de Espolla, cepas que forman parte del patrimonio de viñas de edad que se tienen que proteger, que llegan a la máxima expresión y cuestan mucho de mantener y se las tiene que dar un valor añadido. Estamos ante una variedad rústica, con acidez bastante alta. Mientras que las cariñenas jóvenes son muy productivas y los cuesta coger grado, las viejas son muy poco productivas y tienen un grado más elevado. Las viñas de donde procedía el vino tienen un rendimiento de 2.100 kg/ha, cuando en el Empordà con variedad negra están autorizados 10.000 kg/ha. Se dijo que la cariñena era la voz de la experiencia.

Tradicionalmente, en el Empordà la variedad mayoritaria era la cariñena, tanto que en 1976 llegaba al 74% de la superficie plantada en la DO. Hay que remarcar que el territorio de la DO únicamente estaba en el Alt Empordà, desde el 2006 la DO está al Alt y el Baix Empordà. El 2021 la variedad mayoritaria ya era el lledoner con un 21,59% seguida de la cariñena con un 20,95%.

La conclusión es clara: lledoners y cariñenas, sin preferencias.

Eva Vicens, directora de Vadevi | Foto: J.P.

Tenemos que explicarnos más y mejor

Producimos los mejores vinos y todavía preferimos los de fuera, lamentaba la periodista Eva Vicens en una charla abierta que empezó intentando responder a la pregunta ¿Que es el vino catalán?, respondiendo, a continuación, que no vale a decir que es «el vino hecho en Cataluña».

El vino por el cual se conoce Cataluña es el cava, y la frase, común, cuando se pregunta fuera es «tiene una muy buena relación calidad-precio», refiriéndose a menudo al hecho que se pueden encontrar muy buenos vinos en precios económicos. En general, compartía, hay un gran desconocimiento del sector vitivinícola catalán y de las denominaciones de origen catalanas, excepto la DOQ Priorat, que ha cogido volada y gran prestigio internacional.

Dijo que había que diferenciar entre opinión e información, que no es el mismo. Que los comunicadores tendrían que tener claro a qué segmentos de edad o consumidores de información se dirigían, puesto que los contenidos y los mensajes tendrían que ser diferentes. Que se tiene que tener presente que todo comunica, que cada gesto, palabra o discurso convergen en algún mensaje a través del sistema emisor -mensaje – receptor.

Para acabar, un juego con las etiquetas de varios vinos, para valorar la importancia de la estética en la hora de escoger una botella o la otra, y la cata de Las Rocas de Gerisena como ejemplo de un producto que suma identidad en el territorio a partir de variedades insignias del territorio como lo es la cariñena blanca.

Josep Fernández de Agua acabada de hacer y Clara Antúnez | Foto: J.P.

Agua y vino, «más amigos que enemigos»

El tema de la última charla fue «el agua y el vino» y Josep Fernàndez recordó que el agua acompaña al vino en todas las etapas, desde la planta hasta la degustación, desde el riego y la limpieza de hongo a la viña, a la limpieza a la bodega y a la cata, y como bebida en la cata, y que en cada caso el agua tendría que ser diferente, no tener las mismas características.

El agua que se debería utilizar en las catas tendría que ser ligera, por no cargar el estómago, y remarcó que los dos productos son complementarios, «más amigos que enemigos».

Las bodegas presentes en el Espai Vi fueron: Arché Pagès, Gerisena, Martí Fabra, Mas Llunes, Perelada y Pere Guardiola y con estand propio, Bellod, Brugarol, Can Pucolla, Canals & Munné, Covica, Hugas de Batlle, Kripta, Loxarel, Martín Faixó, Mas Geli, Mastinell, Parató, Perelló, Trobat y Vins de Taller.

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