La carga burocrática de explotaciones agrarias y bodegas lleva tiempo en el punto de mira. En las protestas del campo de hace más de un año ya se advertía que la cantidad de papeleo que tenían que gestionar los productores pesaba cada vez más. Incluso, en algunos casos se tachaba de innecesaria o excesiva. Unas declaraciones que no pasan desapercibidas en el sector del vino y la viña, donde la gran mayoría son pequeños productores que luchan contra el tiempo, ya que a muchos de ellos les faltan horas del día para gestionar viñas, productos y papeleo. Lejos de la esperanza de que estas medidas se acaben reduciendo, el sector está de acuerdo en afirmar que irán a más. Ante esta situación, algunas empresas ponen al alcance de productores y elaboradores herramientas digitales que les permiten jubilar el papel y el bolígrafo e integran cada vez más los procesos tediosos que hay detrás de las exigencias burocráticas. Parece, pues, que en un sector tradicional como el del vino, la digitalización llega para poner remedio a un problema estructural y son cada vez más los agricultores y elaboradores que la consideran un salvavidas.
«Nosotros hacemos vino, no llenamos papeles», exclama Josep Serra, de la bodega La Vinyeta. A su parecer, la gran cantidad de burocracia que se debe gestionar para diferentes administraciones es una carga importante de trabajo que consume las horas que querrían utilizar para elaborar el vino. El sector está lleno de pequeñas y medianas empresas para las cuales el gasto de tiempo y personal dedicado a llenar formularios parece prácticamente inasumible. «La digitalización es la solución», continúa Serra, quien reconoce que gracias a programas y aplicaciones específicas estos procesos se automatizan. Su herramienta de gestión es Anawin, una aplicación creada en Batea por Toni y Miquel Altés, dos hermanos criados en el sector que decidieron aportar su granito de arena al mundo vitivinícola con su formación tecnológica. La bodega La Vinyeta no son sus únicos clientes, de hecho, en una conversación con Vadevi, Toni Altés asegura que «más del 80% de la uva que se cultiva en Cataluña pasa por Anawin en algún momento de la cadena». En este sentido, la aplicación se presenta como la solución integral a los problemas burocráticos tanto de agricultores como de bodegas.
Tanto bodegas como explotaciones agrarias responden a más de cinco entidades y administraciones públicas diferentes, incluso algunas llegan a la decena. «Necesitan la misma información, pero masticada de maneras diferentes», concreta Serra. En este contexto, aplicaciones como Anawin son esenciales para poder presentar todos los papeles a tiempo, ya que desde un mismo servidor se conecta con todas las plataformas digitales de las entidades públicas y permite gestionar el papeleo con un solo clic, desde el móvil «y sin necesidad de que haya cobertura», añade Altés. De esta manera, el software se adapta a las necesidades de la bodega y de la explotación agraria y ofrece una visión de 360 grados de todo lo que está sucediendo en tiempo real: «La idea detrás de nuestra empresa es democratizar la tecnología para que esté al alcance de todos, seas grande o pequeño», remarca Altés, quien confirma que «si la mayoría de los trámites se pueden automatizar es un error no hacerlo». Así pues, empresas tecnológicas de todo el mundo -con Anawin a la cabeza según las opiniones del sector-, logran poner solución a la brecha entre la gran exigencia burocrática de las administraciones públicas y los recursos limitados de los agricultores y elaboradores.

La digitalización del cuaderno de campo
Sin duda, uno de los documentos más sonados durante las protestas de los agricultores de principios de 2024 fue el cuaderno de campo. De hecho, se podría determinar como una de las primeras tareas burocráticas que debían hacer los agricultores del siglo pasado. La libreta en la que se apuntaba todo lo necesario para el funcionamiento de la viña ahora es una herramienta básica. Los agricultores la utilizan para acreditar las técnicas de cultivo aplicadas y la comercialización de los productos ante el Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE). Esta es la información auditada por los técnicos inspectores del Consejo durante las visitas. Es por ello que el buen funcionamiento del cuaderno de campo es esencial y la digitalización juega un papel clave en su correcta implementación. «Todos los controles y todos los procesos quedan registrados dentro de la aplicación que automáticamente crea el cuaderno de campo», explica Miquel Llordes, de la cooperativa Vinícola de Sarral. De esta manera, el experto confirma que la mejora es evidente, ya que era mucho más complicado «hacerlo todo a mano como antes».
«Ya no solo es el papeleo que presentas a la administración, sino todo el funcionamiento interno de la explotación», describe Toni Altés. Precisamente, el objetivo de democratizar la tecnología que se marcaron los dos hermanos de Batea también exige intentar mejorar el funcionamiento interno de bodegas y campos. No se trata solo del cuaderno de campo o de la gestión de los productos que entran y salen de una bodega, sino del control absoluto sobre todo lo que ocurre dentro de las parcelas y la documentación de todas las posibles situaciones. «Tenemos métricas tan concretas como la cantidad de dinero que ganas por cada hora trabajada en el cultivo de la viña», recuerda Altés. Paralelamente, Anawin también ofrece la gestión del personal a través de la misma plataforma: «Era esencial para nosotros tenerlo todo en el mismo lugar», explica el fundador de la compañía. Una opinión que comparten el resto de los entrevistados por este diario, quienes valoran positivamente poder controlarlo todo desde un mismo espacio, sin tener que cambiar de aplicación.

La tercera edad y la inteligencia artificial
No es ningún secreto que el sector vitivinícola está envejecido. En muchos casos, las personas al frente de las explotaciones agrarias ya se habrían jubilado si trabajaran en otro sector. Es por ello que aunque la burocracia va en aumento, aún hay cierta reticencia a dejar de hacer las cosas a mano. Para Llordes, la digitalización es necesaria, pero reconoce que «hay que tener en cuenta a la gente mayor». En este sentido, el experto asegura que el éxito de estas aplicaciones depende de la facilidad que tengan para llegar a la parte más envejecida del sector. Anawin intenta acercarse a los agricultores de la vieja escuela a través de funcionamientos muy sencillos y con el uso de la inteligencia artificial, un concepto que de primeras puede parecer antagónico a la tercera edad, pero que «hemos probado que funciona», dice Altés. Desde la misma empresa han unido la IA con WhatsApp, una herramienta que «cualquiera sabe usar». Así, cuando un agricultor quiere introducir algunos datos en la aplicación solo tiene que enviar un mensaje de voz a esta y automáticamente se genera un texto que se cuelga directamente en el lugar adecuado.
La burocracia se ha convertido en una realidad inevitable en el sector vitivinícola, pero también lo ha hecho la tecnología. Serra, de la bodega La Vinyeta, destaca que, a pesar del carácter tradicional del mundo del vino, «también es muy innovador». Herramientas digitales como Anawin ayudan a los viticultores y elaboradores a agilizar trámites y ejercer un control sin precedentes sobre sus parcelas. En definitiva, el sector ha aceptado el papeleo, pero gracias a la tecnología, lo hace con la determinación de optimizar su gestión.