La DANA ha dejado imágenes desoladoras en más de ochenta municipios del País Valenciano. La situación vivida hace semanas provocó la pérdida de casas, establecimientos y, sobre todo, vidas de los vecinos de muchas poblaciones. Los trabajos de recuperación y reparación de las diferentes instalaciones, tanto públicas como privadas, aún no han cesado y los voluntarios y profesionales continúan trabajando para paliar las consecuencias de los daños del temporal. Entre los diferentes puntos del territorio afectados también hay alrededor de unas 15.000 hectáreas de viñedos prácticamente destrozadas. Los sindicatos agrícolas aseguran que la situación es desesperante y, aunque no afecta directamente la producción vitivinícola de este año, sin una solución inmediata, algunas bodegas perderán la oportunidad de elaborar vino el próximo año. Mientras tanto, el gobierno del territorio anuncia un buen número de ayudas, escasas para algunos expertos sindicalistas, y el seguro Agroseguro envía a sus peritos a contabilizar los daños ocasionados. No obstante, la duda de si será suficiente y el miedo a perder las próximas generaciones de agricultores abruman la mente del sector, que parece estar a punto de perder la última chispa de esperanza.
«No todos han sufrido por igual, pero aquellos que les ha tocado de cerca tardarán en recuperarse», explica en una conversación con Vadevi, Luís Javier Navarro, vicesecretario general de La Unió Agricultora i Ramadera y viticultor valenciano. En este sentido, el experto reconoce que la DANA ha afectado parte de algunos viñedos, pero también ha borrado completamente otros. Así pues, Navarro confirma que habrá viticultores que podrán continuar trabajando una vez hechas pocas reformas, mientras que algunos se verán obligados a hacer grandes reconstrucciones generales de su terreno, maquinaria e instalaciones. En concreto, las zonas afectadas son la DO Utiel-Requena y la DO Valencia que entre ambas suman alrededor de 15.000 hectáreas afectadas, 5.000 de las cuales, según los datos de José Luís Robledo, del sindicato AVA-ASAJA, «han quedado completamente destrozadas».
En un momento de crisis como este, las ayudas son esenciales para reflotar lo antes posible los negocios de los viticultores valencianos. Es por eso que la gran mayoría de estos trabajan con el seguro de Agroseguro, la empresa que se dedica a proteger a los agricultores y sus terrenos en caso de catástrofe. «Hoy en día buena parte de los agricultores ya estamos asegurados», remarca Robledo, quien confirma que las tareas de los peritos de Agroseguro ya han comenzado. De hecho, la misma aseguradora emitía un comunicado donde anunciaba la llegada de sus expertos a los campos afectados de Valencia, donde después de hacer una exhaustiva recolección de datos podrían delimitar el coste económico de la DANA en los viñedos. «Técnicamente, no se debería sufrir porque el seguro debe tener la capacidad de cubrir los daños», relata Navarro, aunque afirma que sin la ayuda del ministerio no será suficiente para revertir la situación. Por otro lado, ni Navarro ni Robledo se olvidan de los agricultores sin seguro, los cuales según La Unió podrían llegar a ser la mitad de los afectados, y ponen sobre la mesa que «su apoyo aún es un misterio» y, por tanto, detallan que la administración pública no ha hecho declaraciones sobre esta cuestión ni se sabe si recibirán ayudas.
Si se habla de ayudas, también se debe tener en cuenta el supuesto apoyo del ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, quien anunció de manera inmediata su intervención en la recuperación de las empresas vitivinícolas afectadas por la DANA. De esta manera, los sindicatos agradecen la participación del gobierno español en la mejora de la situación, pero hay cierta diversidad de opiniones en la cuantía estimada. Según Navarro, «las ayudas del ministerio no serán suficientes«, ya que buena parte de los afectados no pueden cuantificar los daños o peor, han perdido prácticamente todo el cultivo. «Hay muchas parcelas arrancadas», remarca el sindicalista, quien además expresa su preocupación por aquellos que lo han perdido todo. Robledo comparte el temor por aquellas personas que tienen más del 50% de sus terrenos afectados por la DANA, pero a diferencia de Navarro, argumenta que tanto el ministerio como el seguro «se harán cargo de todo».

El producto final, a la deriva
La DANA no perdonó a nadie. La cadena de producción y comercialización del vino valenciano sufrió destrozos a todos niveles. Pilar Cerveró, propietaria de Vins i Més, una tienda emblemática de Benetússer fue testigo de la caída de su local, donde la riada entró y dejó poco más que las paredes y algunas botellas. Después de nueve años de trabajo y «cuando la cosa parecía que iba bien», según relata en una entrevista al Vadevi, «viene la DANA». Así, la propietaria se encuentra ahora, semanas después del desastre, limpiando su local y poco a poco volviendo a la normalidad. «De momento hemos podido abrir, pero aún queda mucho por hacer», lamenta. Para ella, la mayor suerte es haber salido viva de la situación y actualmente asegura que «va viniendo gente que quiere salir de casa, pero ya veremos cómo va Navidad». En cuanto a sus proveedores, también confirma que ha habido afectados, pero ya está recibiendo envíos y parece que la situación cada vez es mejor: «He pedido ya algunos vinos, turrones, voy poco a poco porque no sé cuántos se comprarán», explica Cerveró.
En cuanto a las ayudas, la propietaria confirma las sospechas de los sindicatos sobre la falta de apoyo. En este sentido, parece que el último paso de la cadena de producción del vino, cuando se comercializa, no interesa tanto. «Se van pasando la pelota unos a otros», describe Cerveró. De momento, concreta que solo ha recibido las ayudas que Juan Roig, propietario de Mercadona, envió a los autónomos: «El señor Roig repartió 8.000 euros para cada autónomo». No obstante, también confía en recibir las ayudas estatales, que son de unos 5.000 euros en su caso. «Una cantidad ridícula», añade la propietaria de Vins i Més. Parece ser, pues, que mientras en el campo sufren por la inestabilidad de los terrenos, en las tiendas lo hacen por la inestabilidad del gobierno, una situación que Cerveró asume, ya que asegura que «tienen lo que han votado», refiriéndose a la gestión gubernamental de la DANA.
El miedo a la pérdida de relevo generacional
La gravedad de la situación no se materializa en la producción de este año, ya que la vendimia 2024 terminó antes de la DANA. Ahora bien, Robledo recuerda que si las afectaciones se alargan, podrían suponer dificultades para la elaboración del año que viene. Para Navarro la cuestión es aún más crítica, porque asegura que después de más de tres años de sequía y la reducción de precios que se ha sufrido en todo el sector, la falta de relevo generacional se ha ampliado. Un conflicto que si se suma esta nueva catástrofe, podría disminuir las ganas de los jóvenes de continuar apostando por la vitivinicultura. «Hay muchos proyectos de gente joven que acaba de empezar que no sé si continuarán después de esto», lamenta el vicesecretario general de La Unió Agricultora i Ramadera. De esta manera, aunque los destrozos no pongan en peligro los vinos actuales, se convierten en un obstáculo más en las ruedas del sector, que maltratado por la caída de precios y la poca atracción para la juventud, mantiene las dudas sobre el futuro del sector.