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Elegir la copa es tan importante como escoger el vino

Del mismo modo que no es el mismo escuchar buena música con unos auriculares baratos que con un buen equipo y unos altavoces de calidad, beber el mismo vino con una copa u otra tampoco. Elegir correctamente la copa, de hecho, puede llegar a ser tan importante como elegir el vino, y saber escoger cuál es la más adecuada en cada caso puede marcar la diferencia. De hecho, con un milímetro más o menos de altura o de anchura la manera como percibimos los aromas y los sabores puede cambiar.

Cada detalle de la copa afecta como percibimos el contenido

Según afirman desde la multinacional alemana Schott Zwiesel, cada uno de los aspectos de la copa y como cambian o influyen en el vino tienen una explicación física, química y sensorial. Para poner algunos ejemplos, el tamaño del cuerpo de la copa influye en la velocidad a que se oxigena; si es una copa abierta o cerrada afecta la recepción de los aromas; la longitud de la copa a ayuda a que los taninos se disipen antes de llegar a las fosas nasales y, finalmente, el diámetro de la copa nos obliga a levantar más o menos el jefe para beber, cosa que hace que el vino caiga en partes diferentes de la lengua y la boca, determinando como percibimos el gusto.

Cada vino necesita su copa

Copas fabricadas pensando en la técnica, no en el diseño

Justamente esta comprensión de la copa como una herramienta que tiene que ser fabricada desde un punto de vista técnico, y no de diseño, es trabajada por varias empresas, entre las cuales es pionera la austríaca Riedel, fabricando de copas de cristal desde hace 250 años. Fueron los primeros a presentar una serie de copas a escala mundial pensadas para gourmets, las ‘Sumiller’, e incluso han definido una copa para cada variedad de vino. Así, tanto los particulares como los establecimientos de restauración pueden saber rápidamente cuál es la mejor manera de disfrutarlos.

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