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Los secretos de La Licorera: la última tienda emblemática de vinos de Barcelona

La ciudad de Barcelona esconde cientos de historias peculiares. Por las calles de una ciudad que ahora se considera cosmopolita, aún se pueden ver reliquias de épocas pasadas, cuando la capital catalana era solo una bonita ciudad. Con los años, las crisis y la falta de relevo generacional, muchos locales emblemáticos de Barcelona han ido cerrando, llevándose con ellos las leyendas urbanas de infinitas personalidades. La Licorera se habría convertido en eso si no hubiera sido por Konstantin Kopeikin y Zhanna Kopeikina, una pareja de rusos que llegó a Barcelona en busca de oportunidades para su negocio, pero al ver el local y conocer su historia decidieron sumergirse en un mundo completamente desconocido para ellos: la venta de vinos. Así es como esta emblemática tienda ha superado el paso del tiempo y como Domingo Cahuer, última generación de la familia propietaria, accedió a traspasar su local a los nuevos propietarios, que han mantenido la esencia, la vida y, sobre todo, las incontables historias que hicieron famosa a La Licorera en el barrio.

«Nos enamoramos del local y de la historia», explica a Vadevi Zhanna Kopeikina. La realidad es que para dos recién llegados a Barcelona la opción fácil habría sido hacer negocios y nada más, pero algo les hizo pensar que aquel local tenía potencial. De hecho, La Licorera es y ha sido una tienda muy famosa en la capital catalana. Situada en Poblenou abrió sus puertas en 1932 y comenzó a vender vino a los vecinos del barrio. Primero, solo había barriles de vino a granel, que actualmente los nuevos propietarios conservan, pero poco a poco se fue convirtiendo en un establecimiento de referencia. «Muchos vecinos vienen todavía hoy a buscar el vino a la tienda», asegura Konstantin Kopeikin, quien añade que solo han recibido palabras de agradecimiento por conservar el local. Ciertamente, el paso de los años parece no haber afectado la tienda que aún mantiene el olor de la madera. Sin embargo, la pareja de propietarios ha logrado poner su toque y con ello han transformado un establecimiento emblemático en el lugar de moda para tomar vino en Poblenou.

El trabajo de renovación de Kopeikin y Kopeikina es innegable. Donde antes solo había polvo y muchísimas botellas, han creado un espacio diáfano con más de 500 referencias de vinos de todo el mundo, «pero sobre todo catalanes, para valorar el producto del territorio», especifica Kopeikin. En este sentido, la tienda tiene una muy buena oferta de vinos de calidad hechos en Cataluña, pero también dedican algunos estantes a vinos españoles e incluso de otros lugares del mundo: «A veces los clientes nos aseguran que han probado todos los vinos catalanes que ofrecemos y buscan conocer nuevos lugares que elaboren vino», afirma Kopeikina. Tal como comenta la pareja, la variedad es muy importante para ellos, pero también la calidad. De esta manera, tienen claro que buscan ofrecer un producto de valor, botellas con precios elevados y que no se puedan probar en todas partes: «Si un cliente nos pide un vino y no lo tenemos, lo buscamos hasta poder venderlo», exclama Kopeikina. No obstante, Kopeikin asegura que no se olvidan de los vecinos y que mantienen los barriles de vino a granel a precios muy bajos como lo hacían los antiguos propietarios: «Son los mismos precios y los mismos vinos», reconoce.

La Licorera de Poblenou 10.01.2025, Barcelona foto: Jordi Play

Un local adaptado a los nuevos tiempos

Como todo buen local emblemático de Barcelona, La Licorera ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. El trabajo de la pareja no solo ha sido continuar con el negocio sino darle una vuelta para modernizarlo. Es por eso que tienen una mesa en medio del local desde donde se puede probar el vino que compras. «La clave era buscar un punto entre el pasado y el futuro», expresa Kopeikina, quien añade que gracias a la licencia de bar que tienen, pueden vender y servir el vino en el mismo establecimiento sin que el cliente pague más que el precio de la botella. «En muchos lugares te hacen pagar el servicio y a veces es muy caro probar un vino en un restaurante», lamenta la propietaria, quien repite que en su local se puede beber el vino sin pagar más. «Para nosotros es importante crear un buen ambiente y que la gente pueda disfrutar del vino aquí», explica el propietario, quien considera que «la luz y la música lo convierten en un local muy acogedor«.

Ahora bien, las actividades que la pareja ofrece no terminan aquí. Cada día ponen a disposición de sus clientes una degustación de vermuts y whiskys por tan solo 10 euros. Aparte, la gente puede degustar de manera gratuita cualquiera de los vinos a granel que tienen en los barriles. Como novedades, también confirman que abrirán un espacio para hacer catas de vinos y otras actividades relacionadas con este producto que aún están cocinando: «El 12 de enero comenzaremos a presentar nuevos eventos, aún no lo tenemos todo preparado», relata la pareja.

La Licorera de Poblenou. 10.01.2025, Barcelona foto: Jordi Play

El loro y su cava

La Licorera conserva buena parte de la decoración histórica. Para los nuevos propietarios era muy importante mantener la esencia de lo que había sido esta tienda y, por lo tanto, crearon un concepto nuevo que diera más espacio, pero que fuera respetuoso con el legado familiar del establecimiento. Cuando La Licorera abrió en los años 30, los propietarios tenían un loro. Esta simpática mascota se hizo muy famosa en el barrio y no tardó en causar algún alboroto. Llamaba a la gente por la calle, imitaba el ruido del transporte público y otras travesuras que lo convirtieron en todo un símbolo; lo llamaban El Loro del 36. Tanto es así que cuando murió lo disecaron y quedó expuesto en la tienda durante años. Actualmente, sin embargo, la custodia la tienen los antiguos propietarios y la pareja solo lo tiene expuesto en algunos momentos del año: «Mucha gente nos preguntaba si sabíamos la historia del loro y dónde estaba», recuerda Kopeikina, quien admite que llegaron a un acuerdo para poder tenerlo de vez en cuando.

A pesar de no tener la custodia del loro, la pareja sí ha mantenido su cava. De hecho, tanta era la expectación por el animal en la época que los propietarios decidieron dedicarle un cava que elaboraba una antigua bodega cercana a la ciudad. «Cuando nos vendieron el local nos pasaron el contacto de una bodega y decidimos que era una tradición que queríamos mantener», confiesa el propietario. No obstante, como todo en la tienda, la pareja le ha dado su toque personal. «Cambiamos la etiqueta y subimos la calidad del cava», explica Kopeikin, quien menciona, sin embargo, que el precio se ha mantenido: «Queríamos que tuviera más calidad, pero que también hiciera honor a la historia del local».

La Licorera de Poblenou. 10.01.2025, Barcelona foto: Jordi Play

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