La DO Tarragona es una de las más antiguas de España. Se podría decir que los vinos tarraconenses son más antiguos que algunas tradiciones del territorio, excepto los calçots, la otra joya de la corona de Tarragona que se cultiva desde hace siglos, incluso antes de convertirse en el icono alimentario de los tarraconenses. Ambos productos se han popularizado por separado, pero en honor a la elección de Cataluña como región mundial de la gastronomía en 2025, la DO Tarragona y la IGP de Valls han trabajado conjuntamente para demostrar que calçots y vino funcionan mejor si van de la mano.
«Queremos visibilizar la DO Tarragona con nuevas iniciativas», explica la presidenta del consejo regulador, Maria Rosa Blanch, durante una conversación con los medios de comunicación este jueves. Para Blanch -quien también es productora de la región- es muy importante dar a los vinos tarraconenses el lugar que se merecen en la mesa. Por eso, convertirlos en el maridaje de un producto tan tarraconense como los calçots parece la mejor opción para dar a conocer a las 27 bodegas del territorio. La versatilidad de la verdura y las cientos de combinaciones que se pueden hacer con ella, más allá de las reconocidas calçotadas, hacen del calçot un acompañante clave de grandes vinos de la DO, desde blancos, rosados, tintos, hasta espumosos.
Es evidente, sin embargo, que el maridaje tarraconense no solo corre a cargo de la DO, sino que los mismos restauradores y algunos agricultores se han sumado a la causa de reivindicar esta conexión. Durante la época de calçots, es decir, de febrero a marzo, el horno de Nulles se convierte en el escenario de algunas novedades para algunos, estrambóticas, para otros brillantes. El famoso gerente, Jordi Gasque, elabora un pan de calçots para todo aquel valiente que quiera probarlo. Por otro lado, lleva la creatividad a otro nivel y también hace un croissant que curiosamente tiene una textura suave donde las notas de calçots combinan a la perfección con el dulce de la masa.
Estas novedades se pueden degustar acompañadas de los vinos de la Vinícola de Nulles. La cooperativa centenaria del pueblo propone una cata temporal donde sus vinos se maridan con las extrañas creaciones de x, todo para reivindicar la buena pareja que hacen los calçots y el vino tarraconense. Por si no fuera suficiente, los restauradores de las comarcas del sur de Cataluña también aportan su granito de arena al fortalecimiento del maridaje de los calçots con vinos de la DO Tarragona. Un ejemplo es el restaurante Portal 22 donde el chef Joan Castells prepara a demanda algunos platos con una base de calçots que combinan a la perfección con blancos, tintos y rosados de la DO.

El último payés de Torredembarra
El cultivo de calçots y viñedos tienen más cosas en común de las que parece. Cuidar la tierra, el terreno, y todos los detalles para que el producto salga como debe son algunas de las cualidades que comparten los viticultores y los cultivadores de calçots. Desafortunadamente, sin embargo, quedan pocos agricultores que planten calçots. Dani Rovira, de Horta Torrenca, es un ejemplo de superación de Torredembarra, ya que es considerado el último payés profesional de la población. «Quedamos muy pocos, por eso exigimos una gran calidad», remarca el payés, quien también forma parte de la IGP de Valls, el certificado de cultivador de calçots que demuestra que el producto es de calidad y ha pasado todas las pruebas necesarias.
Rovira reconoce que el trabajo es cada vez más duro y que han tenido que hacer algunos cambios, como por ejemplo, arar con tractor y no con caballo porque supone un esfuerzo muy grande. No obstante, el agricultor continúa recogiendo alrededor de 150.000 calçots cada temporada que reparte entre algunos restaurantes, la tienda de su hermano y la exportación. «Me gusta mantener el producto aquí, para los locales», concreta Rovira. Él solo es uno de los productores de la IGP, pero esta se extiende por cuatro comarcas al sur de Cataluña: El Baix Camp, l’Alt Camp, el Tarragonès y el Baix Penedès.