La Escuela de Enoturismo de Cataluña nació a finales de 2014 como un gran proyecto formativo de y para Vilafranca y el Penedès, pero a la vez con una mirada mucho más visionaria hacia el país y el mundo entero. Iniciaba un camino que inicialmente tenía objetivos y continente, y al cual el equipo directivo ha ido dotando de contenidos a partir de la experiencia profesional propia y de saber escuchar, adaptar y construir nuevos cursos que cubrieran las necesidades de un sector que entonces era emergente y que ahora se convirtió en clave para el desarrollo económico, social y cultural de la vitivinicultura en Cataluña.
«Fue una apuesta muy decidida del Ayuntamiento de Vilafranca, que tenía claro que en un municipio rodeado de más de 300 bodegas, había que impulsar un enoturismo profesionalizado, que aportara y tuviera retorno en el territorio y que fomentara, a su vez, el desarrollo local», recuerda Ester Garcia, directora del centro desde octubre de 2015. «Estas formaciones debían permitir acompañar los futuros profesionales del sector para gestionar el enoturismo de manera diferente a cómo se explica el vino, como producto, con una mirada que hiciera del vino un producto turístico más», detallará.

El centro, desde sus inicios, ha ido incorporando nuevas formaciones y especializaciones. «Somos un centro integrado y con formaciones homologadas«, apuntará la directora. Está el curso de sumiller, pero también la formación continua y los cursos subvencionados por el Consorcio de Formación Continua y el ZOCO, que permiten llegar a todo el mundo. Suman las clases magistrales con voces referentes en maridajes, en servicio, en comunicación; están las clases específicas sobre vinos del mundo. Y todo ello, en un currículum amplio y profundo, con un profesorado especializado y acompañado de una apuesta muy firme por la Formación Profesional y por la modalidad dual, «un reto grande para la gestión», dice Garcia, pero que se ha demostrado exitosa, desde el momento en que las personas que están haciendo las prácticas tienen posibilidad y agilidad en la hora de encontrar una posición de trabajo una vez cerrada la puerta de la formación.
«La bolsa de trabajo, activa, demuestra que hay más demanda que ofrecida de estudiantes, y esto es un claro ejemplo que la Escuela hace un papel necesario y determinante», justifica Ester Garcia. Y por si no fuera suficiente, existe desde hace unos años un servicio de orientación profesional que acompaña y mujer respondida en las necesidades reales del sector.
Sea como fuere, si bien en aquellos orígenes todo estaba para hacer, pasados estos primeros ocho años de vida, el centro ha acontecido un lugar de culto y referencia para centenares de estudiantes, que ha podido escoger la profesionalización y el refuerzo de su especialización, pero también para empresas y entidades del vino, alojamientos y restaurantes, que encuentran los perfiles que necesitan para liderar una ofrecida enoturística de calidad. «Como país productor, tenemos la obligación de ofrecer estas formaciones, de facilitar acceso al conocimiento, a la especialización, porque todo ello suma en la concepción global y en el desarrollo del enoturismo en nuestra casa», apunta la directora.

De Vilafranca al mundo
Más allá de estar físicamente en el Penedès, siempre ha tenido una mirada más global con el objetivo de contribuir a ser un país de enoturismo, un destino enoturístico. La Escuela de Enoturismo también ha acontecido un referente para otras regiones vitivinícolas del mundo. El mundo nos mira, como decía aquel, y es también así en cuanto a la formación en enoturismo porque desde hace algunas hornadas, también ha recibido estudiantes de fuera, hay centros de otros países que vienen a conocer y a compartir currículum, y otros que invitan los responsables del proyecto catalán a participar en jornadas o mesas redondas donde se pide compartir buenas prácticas en este ámbito.
«Nos miran y los miramos, porque aquí también consideramos importante incorporar formación sobre vinos otras regiones del mundo, y bien es verdad que este tipo de cursos se llenan muy deprisa», confiesa la directora. Y todo ello, dirá con orgullo, denota «las ganas de mejora y aprendizaje continuo» de tantos profesionales que se apuntan a alguna de las formaciones. Y todo ello, añadirá, «atrayendo talento hacia Vilafranca, mientras seguimos demostrando que el nivel de formación de base es mucho más maduro del que nos podíamos haber imaginado en aquellos inicios», concluirá Garcia.
