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Alta Alella destina 2,5 millones a nuevas plantaciones y mejoras en viñedo

La bodega Alta Alella ha anunciado una inversión de 2,5 millones de euros para la mejora del desarrollo de su actividad vitivinícola. Según ha compartido la marca en un comunicado, el dinero irá destinado principalmente a la adquisición de nuevas hectáreas de cultivo en Alella-Tiana, además de mejorar instalaciones técnicas y herramientas para preservar la viña.

«Lo que más me emociona es que mis padres empezaron con una sola hectárea el 1991 y en 2024 contaremos con 70 hectáreas. Podríamos haber escogido otro modelo de negocio basado en el volumen, pero nuestro camino era y sigue siendo apostar por la tierra, las viñas, y liderar y controlar todo el proceso de elaboración del vino», apunta Mireia Pujol-Busquets, copropietaria y segunda generación de la bodega.

La inversión en nuevas plantaciones de viñas, dirán, significará un «impacto muy positivo por el ecosistema en la zona peri urbana de Barcelona», y contribuirá además «a ordenar el territorio, aportando valor paisajístico, además de actuar como cortafuegos».

Esta decisión estratégica se hace efectiva, según fuentes de la bodega, tras un aumento del 52% de su facturación en cinco años. Sus datos señalan que la facturación global ha subido de 3,3 millones de euros el 2018 a los cinco millones el año pasado. Las ventas en territorio español representan un 55% y la exportación un 45%, con Canadá –Quebec, los Estados Unidos, Alemania y Finlandia como mercados internacionales líderes.

Alta Alella es la culminación de un proyecto familiar que nació hace más de treinta años con Josep Maria Pujol-Busquets y Cristina Guillén. Después de elaborar vinos en varias regiones del mundo, en 1991 adquirieron la finca modernista Can Genís, donde se encuentra Alta Alella, a tan solo unos pocos kilómetros del Mediterráneo y de Barcelona, y dentro del Parque Natural de la Cordillera de la Marina. «Es un milagro poder desarrollar este proyecto tan cerca de Barcelona. Todo el esfuerzo de nuestra familia está destinado a esto», asegura el fundador.

Digitalización y responsabilidad medioambiental

Siguiendo la premisa de la sostenibilidad, parte de la inversión también se ha destinado a energías renovables y a la digitalización de la viña. Alta Alella comparte que hace ocho años que trabaja con herramientas digitales que facilitan la trazabilidad en el campo, conceden una mayor eficiencia y optimización del trabajo a la viña, y minimizan el impacto ambiental.

“Una bodega es un proyecto a largo plazo, y para que las futuras generaciones puedan disfrutar de los beneficios de la tierra, hay que cuidarla ahora”, comparte Mireia. Ya en el 1999, Alta Alella iniciaba su participación en el proyecto de viña experimental con Variedades Resistentes y Autóctonas Adaptadas al Cambio Climático (VRIAACC). Reducir la huella de carbono es una tarea prioritaria por la bodega, que desde hace tres años, también pertenece al grupo de empresas catalanas adheridas al “Programa de acuerdos voluntarios” impulsado por la Generalitat de Cataluña, siguiendo las directivas de los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.

En cuanto al enoturismo, la familia recuerda que lo activaron en 2012 con el objetivo de «ser innovadores». «Hace ya 10 años que decidimos que queríamos compartir la cultura del vino de una manera muy personalizada y con la enoturismp tenemos la oportunidad de fidelizar y acercarnos al consumidor. Esto es imbatible!», compartirá Josep Maria. Una década después, reciben borde los 10.000 visitantes, cifra que representa una subida del 30% en relación con los años pre-Covid. La bodega ha acumulado varios reconocimientos desde entonces y a finales de marzo del 2023, fue galardonada de nuevo a los Premios Vinari de Enoturisme.

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