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‘Benvinguts a Pagès’ celebra una década fortaleciendo el vínculo entre ciudad y campo

Los campesinos son el corazón del sector primario de Cataluña y toda oportunidad es buena para recordar la importancia de un mundo que no atraviesa su mejor momento. La falta de relevo generacional, la burocracia infinita y la competencia desleal del extranjero mantienen en tensión a los campesinos catalanes que no cesan en el intento de pedir mejores condiciones y más ayudas para asegurar la supervivencia de un sector clave para Cataluña. La clase política intenta -la mayor parte del tiempo- implicarse en la lucha de los campesinos y siempre que hay ocasión de recordar el gran trabajo que hacen. Las leyes van lentas, pero las iniciativas sociales cada vez cobran más fuerza. Benvinguts a Pagès es un evento que patrocina el Gobierno, un fin de semana de ensueño para todos los públicos que transporta a los consumidores a diferentes espacios rurales de Cataluña. Con una década de historia, este evento regresa con más intensidad que nunca, actividades únicas y el recordatorio latente de que la agricultura «no es necesaria, es imprescindible», en palabras de Miquel Sàmper, consejero de Empresa y Trabajo.

El Palau de Pedralbes ha sido el lugar elegido para presentar esta nueva edición de Benvinguts a Pagès. El acto ha contado con una puesta en escena solemne y una sala llena a reventar, que transmitía la sensación de que el sector primario aún tiene mucha voz y recorrido. Autoridades, casas rurales, restaurantes, bodegas y muchos otros espacios de la agricultura de nuestra tierra se han reunido para conmemorar la importancia del sector, pero también reivindicar el producto de proximidad. «En mi restaurante solo hay vino catalán», explica Enric Millà, del restaurante El Dien, en la Noguera. El chef reconoce que le gustan los vinos de La Rioja, pero insiste en que Cataluña tiene demasiados productos de calidad como para traerlos de fuera. Una realidad que rodea el objetivo de Benvinguts a Pagès que es mostrar todo lo que se puede conseguir sin salir del país, ni del campo catalán.

El evento -que este año se celebrará el 4 y 5 de octubre- busca acercar a la gente de ciudad a la vida rural. En este sentido, las diferentes explotaciones agrarias, casas rurales y restaurantes, entre ellos algunas bodegas muy importantes en enoturismo, tienen el objetivo de devolver esta paz a todos aquellos catalanes que no pueden respirar aire puro. Más allá de ser una manera de alegrar el alma de la gente de Barcelona, la iniciativa promueve que el público compre los productos de temporada y de proximidad directamente a los campesinos y campesinas que les explican su oficio. La fiesta es una gran ventana para que los visitantes llenen la despensa. Al mismo tiempo, a los agricultores participantes les permite generar actividad comercial y les ayuda a fidelizar nuevos públicos, más allá del fin de semana de puertas abiertas en el campo.

“Queremos crear marca de país”, concluye el consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, Òscar Ordeig. En este sentido, ha defendido la necesidad de continuar generando ideas y de mantener la riqueza del sector a través de una alianza sólida entre mundo rural y mundo urbano: “Lo que pasa en la capital, interesa al mundo rural y lo que pasa en el mundo rural interesa a la ciudad”. Ordeig ha remarcado que se necesitan explotaciones “sostenibles y seguras”, capaces de convertir la tradición en un motor de innovación, y ha insistido en el hecho de que el Gobierno debe hacer “más inversión” e impulsar una campaña de promoción del producto local, ya que “la fidelización de un cliente que viene a ver de dónde sale lo que consume no tiene competencia”.

Imagen de 'Benvinguts a Pagès la Festa' / Cedida
Imagen de ‘Benvinguts a Pagès la Festa’ / Cedida

Unos premios a la fidelidad campesina

Este evento no solo ha sido el momento para presentar y celebrar los diez años de Benvinguts a Pagès, sino que también ha reconocido con galardones la fidelidad de diecisiete explotaciones que han estado vinculadas al proyecto desde la primera edición, en el año 2016. Entre ellas están Celler Xavier Clua y Productes de Casa Llopis, en la Terra Alta; la Castanya de Viladrau y la Granja Comas, en Osona; Betara, con presencia en Osona y el Vallès Oriental; y Biomasia Ca n’Oliveró, en el Vallès Occidental. También han sido distinguidas Melmelària, en el Maresme; Mas Blanch i Jové, en las Garrigues; El Soler de n’Hug y Formatges de Lluçà, en el Lluçanès; Safrà del Montsec, en el Pallars Jussà; y Mel el Remei, en el Alt Camp. La lista se completa con la Vinya Janine, en el Alt Camp; Celler Cuscó Berga, el Molí d’Oli Josep Lluch y las Bodegas de Can Suriol, en el Alt Penedès; así como Cal Valls, alimentos ecológicos y naturales, en el Pla d’Urgell.

El reconocimiento también recae en quince alojamientos rurales que han mantenido su compromiso con el proyecto. Figuran Cal Tomàs, en la Terra Alta; la Fonda Can Fasèrsia, en el Pallars Jussà; Cal Negri, en el Alt Penedès; y el Castell de la Floresta, en las Garrigues. También está Mas Rubió, en la Garrotxa; Cal Riba, en la Anoia; L’Era d’en Bella y el Turisme Rural Corral de Lladurs, en el Solsonès. En el Pallars Sobirà encontramos tres espacios reconocidos: Casa Bellera, La Perxada de Ticó y el Hotel La Morera. La lista se completa con Cal Cisteller y Volta de Ferreres, en el Berguedà; Can Xargay, Rural & Wellness, en el Pla de l’Estany; y Turisme Rural Mas Romeu, en la Selva.

Finalmente, también se han reconocido cinco restaurantes que desde el primer día han apostado por el proyecto y por la cocina de proximidad. Se trata de Casa Roca, en el Pallars Jussà; el Restaurant Hostal Benet, en las Garrigues; Can Roca d’Esponellà, en el Pla de l’Estany; el Restaurant El Dien, en la Noguera; y El Molí del Mallol, en la Conca de Barberà.

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