Al principio de la viticultura, campesinos y tierra mantenían un diálogo constante. Sin químicos, grandes explotaciones y necesidad de elaborar cientos de miles de botellas, los viticultores cultivaban su terruño, con sus manos y la ayuda de antiguos remedios naturales que habían pasado de padres a hijos. La viticultura biodinámica recuerda a aquellos tiempos y confirma que la buena relación entre las plantas y el campesino no hace sino mejorar la identidad del vino que se extrae de ellas. El buen funcionamiento del ecosistema natural que rodea las fincas dedicadas a la biodinámica y todas aquellas prácticas ancestrales que parecen traducirse en buenos vinos han hecho que este tipo de cultivo se extienda por los sectores vitivinícolas de todo el mundo. Desde Portugal hasta Francia, pasando por España y Cataluña, un buen grupo de viticultores se dedica a sus tierras en cuerpo y alma, pero a diferencia de otros se sienten conectados. Se deshacen siempre que pueden del concepto «explotación agrícola» y argumentan que para poder hacer buenos vinos, se debe respetar la naturaleza, «encontrar el equilibrio» como dirían algunos.
«Me considero un criador de levaduras», expresa Antonio Madeira, viticultor biodinámico de la región de Dao, en Portugal. Ingeniero de profesión, este franco-portugués dejó su vida de empresario en París para regresar al pueblo donde se criaron sus abuelos. Allí, comenzó a alquilar algunas de las viñas que tenían los campesinos del pueblo para hacer vino de mesa y consolidó lo que sería su pequeña bodega, con un total de siete hectáreas cultivables con más de 50 variedades de vid diferentes. Él, como muchos otros, no concibe la viticultura sin tener en cuenta cada mínimo detalle de la tierra y explica que «si acompañas a la vid, esta acaba expresando una gran autenticidad». Madeira es una de las bodegas que Cruz de Alba presenta en Barcelona para confirmar que la tendencia del cultivo biodinámico no es solo una moda, sino que cada vez se extiende a más velocidad por el planeta. En un intento por dar a conocer historias originales, la bodega de Ribera del Duero organiza Viñas con alma. Explorando la esencia biodinámica del Viejo Mundo, un espacio de diálogo donde diferentes fincas ponen al alcance de expertos y periodistas todo su conocimiento sobre los cultivos más antiguos del planeta.
El cultivo biodinámico no es más que volver a las raíces y deshacerse de cualquier producto o proceso químico que pueda afectar de cualquier manera a la planta. En este sentido, los viticultores que utilizan estas técnicas pasan buena parte de su vida junto a las viñas, a pie de terruño y estudiando sus frutos. Animales, plantas y paisaje forman parte de un mismo ecosistema que los elaboradores biodinámicos perciben como un solo organismo, para ellos sin la visión del todo, nada tiene sentido. «La mejor planta que puede ayudar al crecimiento de las viñas es la planta de los pies. Tienes que estar siempre allí», ironiza Sergio Ávila, enólogo de Cruz de Alba. El experto en biodinámica reconoce la importancia de estar presente en los procesos y sobre todo la necesidad de cuidados constantes para que las plantas se sientan acompañadas y no amenazadas. «Las parcelas no son una cincuentena de organismos, sino uno solo», remarca el enólogo.

La calidad de los vinos biodinámicos es prácticamente innegable, pero este no es el objetivo principal de los viticultores. Fanny Dulong y Juan Moretti de Clos Systey, en Saint-Émilion (Francia) explican que persiguen algo más que calidad: «Buscamos transmitir emoción, legado y verdad en cada botella. Porque volver a la viña fue una decisión del corazón, y el vino es nuestra manera de compartirlo». De esta manera, la pareja reconoce que no siempre habían pensado en dedicarse a la viticultura y mucho menos a la biodinámica, pero que en un momento de su vida, Dulong quiso volver a trabajar en la bodega familiar donde su madre, enóloga de profesión, se había quedado con el negocio. «Comenzamos en 2007 haciendo viticultura orgánica y más tarde dimos un paso hacia la biodinámica», confirma Dulong.
La incredulidad sobre la eficacia de la biodinámica
No es ningún secreto que los viticultores biodinámicos todavía son minoría. En muchos casos sus prácticas se consideran poco ortodoxas, incluso los más escépticos las tildan de innecesarias. También cabe recordar que cualquier bodega con cierta notoriedad responde bajo los márgenes que le permite la Denominación de Origen, lo que aún delimita más ciertas maneras de trabajar. Dulong explica que en algunas ocasiones tienen que limitar su práctica a lo que les permite la DO, ya que son todavía una bodega pequeña para decidir montárselo por su cuenta. También Ávila recuerda el día que habló con su jefe sobre biodinámica. Cruz de Alba pertenece al grupo Zamora Company y como argumenta el enólogo «no siempre se ve con buenos ojos este tipo de viticultura». Por suerte para él, a pesar de la incredulidad de la dirección en primera instancia, su afán por reconocer que solo podía entender la viticultura si era biodinámica lo llevó a ser escuchado y finalmente, accedieron.
Cataluña, un posible referente
La viticultura biodinámica ya se puede encontrar en diferentes países del sector vitivinícola del mundo tradicional. Cataluña no es una excepción y, de hecho, para algunos es incluso un referente. «Bodegas como Gramona o Lagravera son un buen modelo a seguir», describe Ávila, quien también afirma que han sido bodegas pioneras en esta clase de cultivo. Precisamente, Barcelona es la primera parada de este viaje de los tres expertos en viticultura biodinámica y según parece no es casualidad. La ciudad y su entorno concentran una gran actividad relacionada con la viña ecológica y biodinámica, además de una comunidad de profesionales abierta a nuevos enfoques. Para los organizadores, comenzar por Cataluña significa reconocer un territorio inquieto, comprometido con la sostenibilidad y en constante evolución. Sea como sea, los cultivos biodinámicos han venido para quedarse. Cada vez hay más bodegas y campesinos que se suman al carro de la biodinámica, no solo porque es más respetuosa con el medio ambiente, sino porque según los expertos que ya trabajan en ello «hay más autenticidad en los vinos que se elaboran con estas prácticas», concluye Madeira.