Carlos Latre es humorista, actor, showman, presentador y amante de los vinos. En un momento en que el sector del vino se encuentra en constante tensión por la caída del consumo, Latre se prepara para ser el presentador de la decimotercera gala de los Premios Vinari, unos galardones que han demostrado ser la puerta de entrada al mercado general para muchos vinos. El humorista recibe a Vadevi en la cafetería del Hotel Mandarín de Barcelona. Habla con un conocimiento prácticamente profesional de sus vinos preferidos, reconoce que conserva botellas valiosas en su vinoteca y reivindica el vino para todos y en cualquier ocasión. Asegura que los jóvenes no beben vino porque creen que no saben lo suficiente y repasa la importancia de premiar el talento de las bodegas catalanas, sin omitir la ilusión que siente al poder ponerse delante de las cámaras de 3cat y Canal 33, una vez más, para hablar de uno de sus hobbies preferidos: el vino.
¿Cómo empieza su relación con el vino? ¿Usted viene de una de esas casas donde el vino siempre estaba presente en la mesa?
Es algo cultural, el vino forma parte de nuestra cultura. Antes la gente bebía mucho más vino, diariamente. En la familia se bebía mucho vino de cooperativa, mucho vino mezclado con gaseosa y luego el vino para los días especiales: vino de Navidad, para los postres… Yo vengo de Tarragona, una tierra de vinos y la Mistela siempre estaba presente en la mesa. Ahora bien, cuando me fui a vivir solo, empecé a reivindicar y reivindico muchísimo el vino de supermercado. Porque creo que todos los jóvenes hemos empezado por ese vino de supermercado que no es ni demasiado barato ni demasiado caro. Ese vino medio, de joven, se convierte en tu muy mejor amigo [ríe].
En Cataluña, hacemos grandes vinos con mucho renombre nacional e internacional. ¿Cuál diría que es la calidad única o las cualidades únicas que tienen los vinos catalanes para gustar tanto?
El Mediterráneo, el clima y el terroir. Sobre todo la diferencia de terroirs en todas las zonas, o sea, no es lo mismo un vino del Empordà o del Pirineo -donde se empiezan a hacer buenos vinos- que uno del Priorat, o del Penedès, o de la Terra Alta, o de la Conca de Barberà. En un espacio mínimo tienes muchos suelos y muchas notas diferentes en cada uno de los vinos. Definitivamente, el Mediterráneo es un poco nuestro carácter.

Bueno, una calidad también puede ser esta diferencia entre vinos, es decir, en un lugar tan pequeño puedes encontrar cosas completamente opuestas.
Absolutamente. Mi país es tan pequeño que tiene grandes vinos. [referencia a la canción de Lluís Llach País petit]
Será el nuevo presentador -ahora ya no es ningún secreto- de la decimotercera gala de los Premios Vinari. ¿Qué le parece esta propuesta?
A mí la mezcla de presentar, premios y vino me parece maravillosa. Me hace mucha ilusión hacer estos premios y también el hecho de que se vean por el Canal 33, para mí es volver un poco a casa. Por tanto, es la combinación de casa y de una de mis aficiones más grandes. Yo soy un loco del vino y me encanta hacer cosas alrededor de él.
¿Cree que unos premios así acercan más al consumidor al vino? ¿Son necesarios, en este aspecto?
Sí. Tenemos que hacer una tarea importantísima de socialización del vino. Parece que hay una falsa creencia de que tienes que saber mucho para pedir una carta de vinos en un restaurante. «No, yo no, no que no sé», dicen muchos. Al final tampoco sabemos de cerveza, de agua o de tantas otras cosas que no tenemos problema en pedir. Tenemos que hacer lo mismo con el vino. Estos premios consiguen acercarnos al mundo del vino, que sea más cercano, que sea divertido -de mi mano- que sea algo más social. Pienso que pueden ayudar y mucho, sin duda.
Dicen que con los años hay más esnobismo alrededor del mundo del vino. ¿Qué le parece esta afirmación?
Estoy bastante en contra. Por desgracia es real, pero hay que cambiarlo. Hay que apostar por el vino por copas, de supermercado… No calumniar ningún tipo de vino, porque hay vinos de supermercado que son maravillosos y que tienen un precio adecuado y hay grandes vinos que también. O sea, tenemos que hacer que la gente no tenga miedo de conocer sus gustos, a rascar un poco detrás del mundo del vino, de las uvas, de las diversas variedades… Efectivamente, el mundo del vino antes era muy esnob, pero también desde el mismo sector se ha exigido muchas veces saber muchísimo. Parecía que si no sabías no podías ir a catas. Uno de mis maestros siempre decía que técnicamente se puede enseñar a catar un vino; su color, la capa, todo lo que quieras. Lo más importante, sin embargo, es si te gusta. Tienes que buscar tus propios gustos y esa es una de las tareas que deberíamos hacer.
Me han contado que usted tiene una muy buena vinoteca personal. ¿Tiene algún vino extraño u original que sorprenda mucho?
Tengo vinos originales, sí, pero sobre todo tengo especiales. Por ejemplo, tengo un vino firmado por uno de los artistas más reconocidos de Castellón, de donde yo nací, Ripollés. Tengo otro firmado por un artista y amigo, Domingo Zapata, que es un artista muy reputado en Nueva York y en todo el mundo. Tengo una botella que se hizo en edición especial hace muchos años dedicada a Julio Iglesias. Y después tengo un vino que me han regalado a mí desde una denominación de origen que tengo con mi etiqueta. Pero también tengo vinos de todo el mundo. De Georgia, de Grecia, de Sudáfrica… Es muy xulo el mundo para descubrir vinos.
¿Qué región vitivinícola fuera de Cataluña es su preferida?
A mí me gustan mucho las garnachas. Así pues, si no son las del Priorat o las de la Conca del Barberà, elegiría la zona de mis ancestros. Mi bisabuelo era de Barbastro, en Huesca, donde está la DO Somontano. Elegiría esa zona por las grandes garnachas y garnachas centenarias. También diría que me gusta mucho la zona del Alto Moncayo o de Calatayud, donde se hacen vinos muy buenos.
¿Sabe usted que en Marruecos se hace vino?
Y tanto.
Yo no lo sabía…
Habibi welcom to morrocco [referencia a la frase famosa para atraer turistas a Marruecos]
¿Tiene vinos marroquíes en su gran vinoteca?
No, los he probado, pero no entiendo mucho. Hace poco actué en una convención privada en Marrakech, luego fuimos a cenar y probamos los vinos de Marruecos.
¿Qué le parecieron?
Muy bien, piensa que solo hay 14 kilómetros de Marruecos a las tierras de Málaga o de Jerez, grandes regiones de vinos cerca del mar. Además, en contra de lo que piensa la gente, en Marruecos hay mucha tierra verde y fértil. Se hacen muy buenos vinos, claro.

Cambiemos un poco de tema. Actualmente los jóvenes se han convertido en una polémica para el sector…
¿Polémica? ¿Por qué?
Porque los jóvenes no beben vino y eso tiene al sector muy preocupado.
Es claro, pero ¿qué ha hecho el sector para acercar a los jóvenes al mundo del vino? Se tienen que hacer fiestas de la vendimia como hacen en Francia, en el Beaujolais [región histórica situada al norte de Lyon y al sur de Borgoña]. También en La Rioja, donde sale el vino de las fuentes y desde que son jóvenes la gente bebe vino. Se tienen que hacer cosas para que la gente consuma vino; que no les parezca ni una cosa complicada, ni muy cara; que socialice. No es el qué, es el cómo. Se tiene que explicar bien, se tiene que… hacer un programa de TV3. [ríe]
¡De acuerdo! Usted tiene los contactos.
Vamos a por ello.
Hay una nueva tendencia hacia vinos blancos frescos y no tan pesados. Si tuviera que elegir un equipo, ¿sería de blanco o de tinto?
Yo soy de mi equipo. He tenido la gran suerte de poder decir lo que me gusta y lo que no. Me gustan las garnachas y los pinot noirs; me gusta un Rioja suave; tengo afición por los vinos atlánticos; los vinos de Galicia y los vinos del Duero son maravillosos; un txakoli bueno es espectacular. Sé, por ejemplo, que en los blancos me gusta más la barrica que la acidez. He conseguido hacer mi propio gusto. Hay que probar y beber mucho para poder decir que un vino te gusta.
También creo que cada vino tiene un momento. Hay vinos de verano, tintos de verano incluso. Pero también hay blancos de invierno. Maridar un buen pollo al horno con un chardonnay con ese toque a mantequilla es perfecto. Y de repente haces una carne de Girona y un buen tinto del Empordà es maravilloso. En definitiva, hay que beber vino, porque el vino tiene muchos momentos y momentos muy bonitos. A mí me gusta mucho una copa de vino cocinando o al comienzo de un libro.
Los vinos espumosos catalanes son los que más valor generan en el mercado exterior, pero parecen los eternos olvidados en las mesas de Cataluña (renegados a celebraciones o brindis). ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué nos estamos perdiendo los catalanes de nuestros espumosos que ven los norteamericanos, por ejemplo?
Muchas veces es una cuestión cultural. En Cataluña somos muy de: Ahora, como que es fiesta y jolgorio, abriremos un cava. [Imitando la voz de Joan Pera]. No hay que esperar, ¿por qué no abrimos un cava antes de ir a cenar o porque sí?; abogo mucho por los vinos porque sí. Aquí hacemos unos espumosos que son espectaculares, pero a veces somos muy catalanes y peleamos demasiado entre nosotros; no debería ser así. Deberíamos tener una visión más extranjera, o sea, vernos a nosotros mismos como nos ven desde fuera. Nos iría mucho mejor saber qué somos, quiénes somos y qué representamos.
Muchas veces bodegas de aquí admiten que hay productos que les funcionan fuera y en Cataluña aún cuesta.
Somos muy cainitas y estamos todo el día mirando qué hace el vecino cuando deberíamos ir todos de la mano.

Para terminar, ¿podría decir cuál es su maridaje perfecto?
No me lo acabo, podría estar todo el día. Mira, por la mañana no me gusta beber vino [ríe], soy más de café. A partir del mediodía me encanta la manzanilla, los vinos de Jerez que sirven para abrir boca, ya que son muy salinos. Me encanta un buen vino blanco. Últimamente, soy mucho de vinos de capa fina aunque todo esto son modas y van cambiando. También soy de vinos atlánticos, de tintos suaves, con fruta. Ahora bien, si te vas a un fricandó bebes un vino de esos que llaman masticables. De postre me encantan los vinos dulces. Y sobre todo las burbujas, unas buenas burbujas que te acompañan toda una comida o toda una cena.
¿Se han de reivindicar las burbujas que acompañan toda una comida?
Directamente, son maravillosas. Always bubbles.
Y los brisados…
¡También! Ya no solo cuestión de vino, tenemos buenos destilados, vinos dulces…
¿Podemos acompañar muy bien con productos catalanes una comida, entonces?
¡Hombre, y tanto! Podemos hacer una destroza vitivinícola.