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Codorníu obtiene 44 millones y enfrenta la venta del 68% de acciones

Raventós Codorníu es la empresa vitivinícola más antigua de España y una de las inventoras del cava. Sus ventas se extienden por todo el mundo y no es de extrañar que empresas extranjeras se hayan interesado por la compañía familiar. Es por eso que mientras otras bodegas han conseguido poco margen de maniobra tras años de sequía, Codorníu sale victorioso con otro ejercicio cerrado en positivo. Desde julio de 2024 a 2025, la compañía del mundo del vino ha obtenido un beneficio récord de 44 millones de euros en EBITDA (beneficios antes de intereses, impuestos y amortizaciones). Con estas cifras, el grupo vinícola crece un 13% respecto al año pasado, según explica su CEO, Sergio Fuster, quien destaca los registros “históricos” en la línea de alcanzar los 50 millones el año próximo. Codorníu vive un momento de crecimiento, pero también de incertidumbre. Las buenas cifras han llevado a Carlyle -fondo norteamericano que ostenta el 68% de las acciones– a vender su parte en una operación en la que de momento no hay interesados públicamente.

En un encuentro con los medios este jueves, Fuster ha precisado que han cerrado el último ejercicio con una facturación bruta de 232 millones, un 3% superior al ejercicio anterior a cambio de tipo constante. En cuanto a la facturación neta, esta se ha cerrado con 195 millones, un 4%. En total, el grupo ha vendido 57 millones de botellas de cava y vino. Fuster celebra estos datos como un logro personal, ya que ha recordado a los periodistas que hace cinco años de su llegada al cargo, periodo en el que prácticamente se han duplicado los beneficios EBITDA, “lo que refleja la solidez del proyecto estratégico”. De hecho, el actual CEO de la compañía ha especificado que en el último año no solo ha habido un incremento (5,5%) de venta directa de botellas, sino que actualmente Codorníu ha llegado al 29,6% de la cuota de mercado, contando hostelería y canales de alimentación. “A pesar de que se hable de crisis del cava, este producto vive un momento especialmente dulce”, ha recordado Fuster, quien además ha mencionado que los espumosos de otras partes del mundo como el champán van a la baja. No obstante, también ha recordado que actualmente hay grandes momentos de tensión geopolítica que pueden afectar mucho a todos los sectores con exportación, como es el del cava.

En este escenario, Fuster ha querido remarcar que la resiliencia de Raventós Codorníu no se explica solo por una estrategia de precios contenidos, sino también por una apuesta sostenida por la innovación y la sostenibilidad. Según el directivo, el consumidor no solo busca calidad y precio, sino que cada vez da más importancia al origen, la transparencia y la manera en que se trabaja la viña. Es por eso que el grupo ha acelerado los proyectos vinculados a la eficiencia energética y a la expansión de viñas ecológicas. De hecho, el consejero delegado ha admitido que la clave de futuro será saber leer esta nueva sensibilidad de mercado y sobre todo sus cambios de tendencia de consumo, una situación que Codorníu asegura que controla a la perfección: «El 75% del dossier de Codorníu encaja con las nuevas preferencias, de manera que estamos en una muy buena posición en la carrera que apenas comienza». En cuanto al aumento de precio, Fuster ha recordado que en un momento tan delicado hay que tener en cuenta «la hiperinflación» y otros conflictos que pueden llevar a la caída de la confianza de los consumidores. Por eso ha remarcado que ha subido los precios de forma escalonada y moderada respecto a otros competidores, de manera que las botellas de Raventós Codorníu ahora son un 9% más caras de media que hace cinco años, “pero nada proporcional al 15% de inflación”.

Imagen de todo el equipo de Raventós Codorníu / Cedida
Imagen de todo el equipo de Raventós Codorníu / Cedida

Una compra inminente

Raventós Codorníu cambiará de manos muy pronto, tal como ha augurado el CEO de la compañía. No obstante, Fuster ha admitido que el proceso de venta del 68% de las acciones de Codorníu iniciado por el fondo Carlyle ha tenido pocos avances en los últimos meses. La parada “forzosa” del verano, motivada por el período vacacional, ha hecho que el procedimiento “de forma relevante” no haya progresado, a pesar de contar con el asesoramiento de Morgan Stanley y Banco Santander. En cuanto al calendario, ha negado que haya fechas concretas para empezar a valorar ofertas, si bien ha remarcado que “los próximos meses serán clave” y ha dejado claro que “puedo afirmar que este proceso va de meses, no de años”, sin especificar si podría haber movimientos antes de que termine el 2025. En este contexto, el consejero delegado ha remarcado “la autonomía” que el fondo inversor le ha dado durante los cinco años al frente de la compañía. “Ha sido un auténtico placer y los resultados lo avalan”, ha señalado, convencido de que Raventós Codorníu “ahora es una empresa mucho más ágil”. Aunque no ha querido avanzar detalles sobre los posibles compradores, ha deseado “que la empresa quede en las mejores manos posibles”. Con todo, ha subrayado que el proceso actual “es para evaluar opciones”, de modo que sobre la mesa hay tanto una venta parcial de las acciones como la posibilidad de que Carlyle decida mantenerse como accionista mayoritario más tiempo.

Aranceles poco intimidantes para el gigante

Todo el mundo de los espumosos catalanes se llevaba las manos a la cabeza al escuchar las amenazas de Trump. Hay que recordar que las burbujas son el producto del mundo vitivinícola que más se exporta a los Estados Unidos. Es por eso que sobre el impacto de las políticas comerciales de Donald Trump, Fuster ha reconocido que la incertidumbre inicial provocó “muchísima disrupción” en las ventas, sobre todo antes de que se concretara el 15% de impuestos el mes de agosto. “Los clientes no sabían a qué se exponían y optaban por no hacer pedidos”, ha admitido, recordando que en ese periodo la compañía llegó a sufrir una caída “entre un 10 y un 20%” en este mercado. No obstante, el CEO de la compañía también ha reconocido que el impacto podría acabar siendo limitado y que la caída no sea más del «8% o 10%». Fuster prevé que el mercado se irá estabilizando. Actualmente, Codorníu comercializa un 9% de su producción en los Estados Unidos, de la cual la mitad sale de la bodega de Napa (California) y el resto se reparte entre Argentina y España. “Nos preocupa la afectación de los aranceles, pero solo afecta un 4,5% de nuestras ventas, mientras hay otras empresas con un 40% de exportaciones a EE.UU.”, ha remarcado Fuster, todo poniendo distancia con los competidores más expuestos.

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