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El ADN exportador del vino catalán impulsa el sector en el mercado internacional

El mercado exterior siempre ha sido muy atractivo para las empresas vitivinícolas catalanas. Desde hace años, algunas bodegas del territorio tienen líneas directas de venta a otros países. Por lo general, la Unión Europea siempre ha sido el gran comprador de vinos y espumosos catalanes, pero también otros territorios como por ejemplo los Estados Unidos. La realidad, pues, es que el ADN de las bodegas catalanas es exportador y buena parte de estas empresas de Cataluña destinan porcentajes bastante significativos a las ventas al exterior. No es de extrañar, entonces, que gracias a la eficacia y las inversiones de estas bodegas, Cataluña sea el territorio del estado español con más empresas vitivinícolas exportadoras y, aunque en el último año se ha reducido la tasa, todavía se encuentran muy por encima de las cifras de otras regiones vitivinícolas del Estado.

Cataluña cerró el 2024 con un total de 1.427 empresas vitivinícolas exportadoras. Esta es la cifra más alta de bodegas que venden al extranjero de todo el estado español, según el último estudio de la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE) al cual ha tenido acceso Vadevi. Estas cifras, sin embargo, son más bajas que las del año anterior, ya que esta clase de empresas con la mirada puesta fuera del Estado se ha reducido un 11%, lo que equivale a la pérdida de 182 empresas en un año. Aun así, el valor de las exportaciones se ha mantenido firme ante la caída de empresas exportadoras, porque solo ha caído un 2,7% hasta los 620,6 millones de euros. Esta es la segunda cifra en valor más alta de todo el estado español, solo superada por los vinos y espumosos de Castilla-La Mancha, región famosa por su venta en grandes volúmenes y a granel. Los datos de la OIVE demuestran el éxito de los catalanes en las exportaciones, pero destacan una zona en concreto: Barcelona es la demarcación con mayor número de bodegas exportadoras (1.113) y la que más factura, con un total de 550,2 millones de euros en 2024.

Los vinos y espumosos catalanes son un activo muy poderoso en la economía del país. En el estudio La cadena de valor vitivinícola en Cataluña -elaborado por el Gobierno a través de Acció en julio del 2024- se calcula que estos elaborados generan un volumen de negocio de 3.267 millones de euros anuales, el equivalente al 1,2% del PIB. De hecho, el volumen de negocio de este sector se ha duplicado desde el año 2016, cuando se analizó este ámbito por última vez. En concreto, el 49,5% de las empresas que sostienen estas cifras son exportadoras, lo que demuestra aún más la clara apuesta catalana por el mercado exterior. No obstante, a lo largo de la última década, Cataluña ha exportado el 21,1% del total de las ventas de vino y cava del Estado al exterior, siendo el territorio líder tanto en número de empresas que hacen negocio internacional como por el volumen de negocio generado. En cuanto a países, Alemania, los Estados Unidos, Bélgica, el Reino Unido y Japón son los principales destinos de los vinos y espumosos catalanes, concluye el informe de Acció.

Aunque es evidente que la gran mayoría de las empresas vitivinícolas exportadoras son bodegas -un 86,3%-, el estudio del Gobierno también tiene en cuenta otros tipos de compañías. En este sentido, las empresas que ofrecen servicios transversales al conjunto de la cadena de valor son el 8,3% del total, mientras que las distribuidoras y comercializadoras representan el 5,4%. No obstante, la conclusión principal del informe es que son las bodegas las encargadas de engrosar el motor del ecosistema, ya que aglutinan el mayor número de empresas, generan un volumen de negocio del 89,5% y ocupan al 92,4% de las personas trabajadoras del sector, lo que equivale a cerca de unas 10.000.

Brindis y celebración con vino | iStock

El poder de las Denominaciones de Origen

La calidad de los vinos y espumosos catalanes es una de las razones por las que tienen éxito en todo el mundo. Cada vez hay más empresas vitivinícolas que invierten en hacer el mejor producto, lo que provoca que todo el sector desprenda este afán de excelencia que tanto gusta a los compradores extranjeros. Tanto es así, que en muchos casos los elaborados catalanes son de los mejor posicionados en el mercado a nivel de valores. En otras palabras, la relación de la calidad y el precio crece de manera orgánica y los extranjeros están más predispuestos a comprar vinos y espumosos más caros porque los relacionan con un producto de calidad.

En esta línea, el documento de Acció concluye que «Cataluña es uno de los territorios con más prestigio internacional en cuanto a calidad vitivinícola, cultivo, elaboración y también distribución». En concreto, el estudio señala que las 11 Denominaciones de Origen competencia de la Generalitat concentran el 41,5% del total de botellas de vino consumidas, según los últimos datos del Institut Català de la Vinya i el Vi (INCAVI). Además, el informe destaca que hay 19 vinos catalanes que tienen el distintivo de vino de finca calificada (VFC) que otorga el Gobierno, siendo el máximo reconocimiento de calidad para potenciar el conocimiento y prestigio de la cadena de valor de esa bodega.

Sostenibilidad y tecnología, las claves del éxito catalán

El ecosistema del vino -como prácticamente todos los sectores de la economía catalana- está experimentando un proceso de transición, con dos líneas claras de transformación: la apuesta por la sostenibilidad en producción y cultivos y el uso de la tecnología y el ámbito digital como elemento potenciador de la cadena de valor. Las bodegas catalanas han estado muy abiertas a implementar nuevas técnicas tanto en el cultivo ecológico y sostenible como en las nuevas maneras de elaborar vinos con la ayuda de la tecnología. En el primer caso, Cataluña es una de las pocas regiones donde más de la mitad de los cultivos ya son ecológicos. Además, desde el punto de vista de la producción sostenible, el estudio de Acció afirma que «el sector vitivinícola trabaja para reducir el consumo de agua, aumentar los procesos de economía circular y de regeneración y reutilización de los suelos, con el objetivo, en definitiva, de reducir la huella ambiental en todo el proceso industrial». Esta tendencia hacia la sostenibilidad hace que el sector experimente una etapa de innovación, que el mismo documento determina que es una clave esencial para encaminarse «a ofrecer productos más saludables, aumentar la oferta de vinos ecológicos, ampliar la variedad de sabores y, también, ofrecer vinos considerados premium».

El documento también subraya la introducción de tecnologías como la inteligencia artificial, el big data y la robótica que cada vez tienen más peso dentro de la cadena de valor vitivinícola. El despliegue de estas nuevas tecnologías no solo facilita la vida a los viticultores sino que contribuye a tener mejor control y seguridad de todo lo que sucede en la viña y dentro de la bodega. Paralelamente, el estudio también concluye que tiene un gran impacto en la comercialización, ya que da la oportunidad «de ofrecer una trazabilidad óptima a los consumidores ayuda a mejorar el prestigio y aumentar el peso dentro del mercado».

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