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El alto coste de la sostenibilidad cuestiona su integración en las bodegas catalanas

La sostenibilidad está en boca de todos, pero hace más de una década que en el sector vinícola es un parámetro esencial. Desde la Unión Europea se pide cada vez más que las bodegas implementen nuevas técnicas para lograr que toda su cadena de producción cuide del medio ambiente, pero también de las personas. De hecho, la última propuesta que ha puesto sobre la mesa el Consejo Europeo es abrir un nuevo proyecto que favorezca la sostenibilidad y ayude a todas las empresas vinícolas de los 27 a hacer la transición hacia la producción sostenible. En Cataluña, hace años que se prioriza la búsqueda de nuevos métodos ecológicos y sostenibles para hacer vino y, incluso, algunas de las bodegas más importantes del país han comenzado a colaborar con empresas tecnológicas punteras para hacerlo posible. Sin duda, esta transición es el futuro del sector, pero no siempre tiene un encaje fácil con la naturaleza del tejido empresarial del vino catalán. Es por eso que los viticultores y empresarios más pequeños advierten del alto costo al que deben enfrentarse para elaborar productos sostenibles y ecológicos. Una brecha que, sin las ayudas pertinentes, podría dificultar la supervivencia de muchas bodegas.

«Las grandes inversiones van acompañadas de obras y de un cierto tiempo de recuperación», alerta Adrià Domènech, propietario de la Bodega Antic Magatzem. El empresario, sexta generación de agricultores y primera en elaboración de vino, asegura que los costos de implementación de algunos métodos para hacer cultivos sostenibles se escapan de las manos de los productores más pequeños. A pesar de las dificultades, avisa que «este es el camino» y, por lo tanto, el futuro está ligado a una metodología de elaboración sostenible, pero reconoce que para algunas empresas «es una tarea más complicada». Como Domènech, muchas bodegas se encuentran en esta situación, lo que provoca que haya cierta distancia entre la búsqueda de nuevos mecanismos ecológicos y su integración en el sector. No es un problema, por ejemplo, de las grandes empresas del vino, que pueden destinar algunas partidas presupuestarias al crecimiento de su producción sostenible.

En este contexto es donde entran en juego las instituciones y organizaciones que velan por el bienestar del tejido empresarial del sector vinícola. Según argumenta Inma Rodríguez, manager de Inteligencia de Mercado de Acció, la función de estas entidades consiste en «llevar esta innovación a las bodegas más pequeñas y con menos capacidad de endeudamiento». La ayuda de estas organizaciones, razona la experta, puede servir a las bodegas con más dificultades para superar el obstáculo económico: «Creo firmemente que son creaciones adaptables a todas las empresas», remarca la experta de Acció. Una opinión que no comparte del todo Domènech, quien no solo es representante del sector de las bodegas pequeñas, sino que también trabaja las tierras del Priorat, una región muy montañosa que en muchos casos no puede adaptar algunas de las nuevas tecnologías que se están promoviendo desde las instituciones europeas y catalanas: «Sé que es el futuro, lo que no tengo claro es esta adaptabilidad general de la que hablan las organizaciones», reflexiona el propietario de la Bodega Antic Magatzem.

«Sacar provecho» al vino ecológico

Desde que se hizo la última reforma de la Política Agraria Común (PAC) en 2013, Europa tiene los ojos puestos en todos los territorios que producen vino del continente. En el momento de la renovación, se pactaron nuevas líneas para encarar la producción moderna del vino, entre las cuales destaca la llamada ecologización. Ateniendo a las dificultades que la transición puede generar entre los productores de base, el Clúster Vinícola Catalán (INNOVI) es una de las primeras organizaciones que forma parte de un colectivo europeo para acercar las nuevas técnicas al ecosistema empresarial catalán. «De momento, los proyectos que tenemos están en fase de pruebas», explica Eloi Montcada, manager de INNOVI, quien también repite que «están buscando empresas tecnológicas que puedan facilitar esta colaboración». Una apuesta, pues, que pretende trasladar la tecnología a las bodegas más pequeñas, lo que puede suponer un cambio real para estas empresas. No obstante, la rapidez de esta implementación sigue siendo un misterio. El bajo ritmo propina a menudo un fuerte golpe de realidad a unos pequeños empresarios que hacen malabares en un mercado de competencia feroz: «Algunas bodegas no podemos sacar provecho de estas iniciativas», lamenta Domènech.

Verema 2022 al Pla de Bages
Racimo de uva negra | Foto: Nia Escolà, ACN

La distancia entre ecología y sostenibilidad

La ecología y la sostenibilidad no siempre van de la mano, sobre todo en las pequeñas y medianas empresas del sector vinícola. Según Rodríguez, «nos encontramos en el camino para solo producir vinos ecológicos en Cataluña». Así pues, del último estudio de tendencias del sector que publicó Acció se desprendía el afán de las grandes compañías de apostar por la producción ecológica, es decir, mucho más respetuosa con el medio ambiente y sin la necesidad de utilizar pesticidas que dañan el suelo donde crecen las viñas. Ahora bien, Domènech reconoce que la ecología y la sostenibilidad no son exactamente lo mismo. Para él, «tener viñas ecológicas que obliguen a utilizar más agua» no es una opción sostenible y, por tanto, asegura que «la clave está en encontrar el equilibrio». Sin embargo, acepta la necesidad de tener cuidado del medio ambiente y confirma que la reducción de los pesticidas es una buena idea. «Pero no todos tienen los mismos recursos», concluye.

Otra vez, pues, las normativas y consejos de la administración, así como los estudios que se publican sobre las tendencias, recomiendan el uso de nuevas tecnologías para emprender el camino hacia el cultivo sostenible. Sin embargo, no se especifica cómo se puede aplicar en empresas con poco volumen de producción y lanzan la pelota a organizaciones como INNOVI, que acaban siendo los responsables de acercar estas nuevas prácticas a todos. Sin embargo, delegar esta tarea a las entidades del sector -según comenta la manager de Inteligencia de Mercado de Acció- no es una mala iniciativa: «Las grandes bodegas lideran el cambio porque pueden dedicar recursos», desarrolla la experta, quien añade que «las entidades son las encargadas de velar para que estas técnicas lleguen a todas las bodegas».

Digitalización y robótica, la era moderna de las bodegas catalanas

Si bien la sostenibilidad es el futuro del campo, la digitalización la sigue de muy cerca. De esta manera, no existe una sin la otra y es evidente que la implementación de nuevas tecnologías es un gran paso para lograr un sector más sostenible. Entre las diferentes tendencias que Acció reconoce como pioneras en el sector, hay algunas que, según Rodríguez, «son menos costosas de integrar para las bodegas pequeñas». La experta coincide con Domènech y acepta que hay dificultades para algunos productores, pero confirma que en el caso de la digitalización hay herramientas que se pueden integrar de manera inmediata. «Los sistemas y la recolección de datos a través de la inteligencia artificial son técnicas que no suponen un gasto tan grande», contesta la manager de Inteligencia de Mercado de Acció, quien además elogia la función de organizaciones como INNOVI que «tienen mucha conciencia de conjunto».

El propietario de la Bodega Antic Magatzem mantiene sus dudas sobre la unidad del sector, aunque pide para conseguir más ayudas gubernamentales o demostrar el poder del campo. Ahora bien, para él, proponer soluciones integrales para todos los territorios no es una iniciativa de éxito, y mucho menos si es una demanda que aglutinan toda Europa: «Si ya nos cuesta ponernos de acuerdo en Cataluña, imagina con el resto de países», ironiza. A su parecer, los territorios catalanes son muy diferentes de otras zonas de Europa, pero incluso hay diferencias entre regiones del país. «En el Priorat tenemos un terreno mucho más difícil que otros territorios, no sé hasta qué punto es factible un proyecto de innovación tecnológica y sostenible en común», relata Domènech.

En definitiva, la presión para una producción sostenible aprieta a las bodegas más pequeñas de Cataluña. Europa constata la necesidad de implementar técnicas más responsables con el medio ambiente, pero no hay certeza de que todas las empresas vinícolas de Cataluña puedan hacer este cambio. Así pues, mientras la preocupación crece entre los más pequeños y las bodegas con más recursos continúan innovando y presentando nuevos proyectos que alimentan las expectativas europeas. Una situación que, sin un claro apoyo hacia el tejido empresarial, podría asegurar el crecimiento de la brecha económica entre las grandes marcas y los pequeños propietarios.

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